Otro follón de película

¡La que se está volviendo a liar con una película española! No. No hablo del asunto de Trueba, “La Reina de España” y el boicot. Ese tema ya está superado. O no. Que cada uno hace con su tiempo -y con su dinero- lo que le viene en gana. O en desgana. Pero alegrarse por el fracaso de una película, trabajo colectivo de cientos de personas y, por tanto, pan para centenares de familias; me parece sádico y cruel, con independencia de las opiniones de su director sobre el Ser o no ser español.

1898 película Filipinas

El caso es que el estreno de “1898: Los últimos de Filipinas” también está generando polémica y discusión. Quizá no tan enconadas, dado que su director, Salvador Calvo, no es tan conocido ni está tan significado como Trueba, pero está dando que hablar. ¿Y que pensar? De ello hablo hoy en IDEAL.

Empecemos por recordar que hablamos de una película. De género histórico, pero pe-lí-cu-la, al fin y al cabo. No es un documental ni un reportaje para los canales temáticos de historia. Es una película de ficción basada en unos hechos que acontecieron en 1898, durante el sitio de Baler.

Fotograma últimos Filipinas

Y como tal película, “1898: Los últimos de Filipinas” me ha gustado. No es perfecta ni una obra maestra, pero es una muy buena cinta de corte antibelicista y antiimperialista que obvia cualquier exaltación de las hazañas bélicas para convertirse una agria y amarga reflexión sobre sobre las miserias de la guerra.

El guionista, Alejandro Hernández, es un cubano nacido en La Habana, en 1970, que luchó en la guerra de Angola y tiene una poderosa y durísima novela publicada por la editorial Salto de Página, “Oro ciego”, sobre la Cuba… de 1898, precisamente. De ella escribí hace años, en este artículo.

Sin embargo, viendo la cinta de Salvador Calvo, me da la sensación de que el equipo de producción ha tomado como referente el “Platoon” de Oliver Stone y su lema: “La primera víctima de la guerra es la inocencia”. Así, hay militares buenos, malos y regulares. Solo que el malo es tan malo que resulta caricaturesco, lo que va en detrimento de la credibilidad de toda la película.

platoon

Como no quiero destripar nada sobre el argumento y los personajes, lo dejo aquí. De momento. Y les animo a ver una muy interesante película, española, que aborda un tema tan complejo como doloroso.

Jesús Lens

1 Twitter Lens

ORO CIEGO

Hacía tiempo que no leía una novela tan densa, pegajosa e hipnótica como «Oro ciego», de Alejandro Fernández, publicada por esa editorial de la que tanto hablamos, Salto de página, una bocanada de aire fresco en el panorama literario español y que tantas alegrías nos viene dando en estos meses, como bien hemos reseñado en esta Bitácora, de Carlos Salem a Leo Oyola, pasando por Óscar Urra.

 

En el caso que nos ocupa, el escritor cubano radicado en Madrid, Alejandro Hernández, nos cuenta una historia muy cubana, una novela de aventuras (aunque más bien son desventuras) protagonizadas por el singular Alex Pashinantra, un descendiente de hindúes que combate en el ejército mambí contra los españoles y al que le pasan muchas, muchas cosas.

 

Estamos en 1898, ese año fatídico para los españoles, en que se acuñó la célebre frase «Más se perdió en Cuba». Alex, como cierto personaje mítico de la literatura universal, se encuentra frente a un pelotón de ejecución. Y no es casualidad. Porque estamos ante una de esas novelas que, jugando con el Realismo Mágico de GGM, lo convierten, más bien, en un Crudo Fantástico, dado el tenor de los acontecimientos que están por llegarle al protagonista.

 

El calor, la suciedad, el hambre, la enfermedad, la miseria… todo ello está tan bien contado que, cada vez que cierras el libro, te encuentras sudado, sucio, lleno de barro. Porque no se sale indemne de los campos de concentración, popularizados por la barbarie nazi, pero inventados por los españoles en Cuba.

 

Como no se puede salir limpio de una expedición que parte en busca de oro. Sobre todo, porque, en este caso, el tesoro no está en la superficie de la Sierra Madre, sino en lo más hondo de las tierras más remotas de la Cuba más inhóspita, allá donde los perros de Tata Malanga se han convertido en ciegas fieras sanguinarias que siembran el terror a su paso.

 

Decenas de personajes, escenarios y situaciones nos sirven para mostrar una Cuba dura y permanentemente bañada en sangre, con los mosquitos dándose grandes festines de sangre, una Cuba convertida en escenario para que lo peor de las pasiones humanas se ponga de manifiesto.

 

Lo curioso es que esta novela parte de una idea para el cine que no sé si habrá productor que se atreva a poner en marcha, pero que requeriría de un nuevo Werner Herzog que consiguiera recrear el ambiente de insania, locura y putrefacción de su memorable «Aguirre, la cólera de Dios».

 

Literatura excelente, bien trabajada, que derrocha imaginación, pero también una ingente documentación sobre la Cuba de hace un siglo. Una novela en absoluto complaciente, pero que engancha al lector desde el primer momento, al ir directamente al meollo de las diferentes situaciones críticas por las que pasa un Alex Pashinantra al que ya adoramos como uno de esos personajes que nos acompañarán en nuestra memoria literaria por siempre jamás.

 

Ni lo duden. Lean «Oro ciego». Tiene todo lo que le faltó a aquella blandenguería de película, «Amanecer con hormigas en la boca», una malograda historia cuyo aburrimiento es inversamente proporcional a la potencia de su título y en cuyo guión participó Alejandro Hernández, un autor que sabe bien de lo que habla, no sólo porque es cubano, sino porque ha participado en otra guerra tan sucia, lejana y perdida como fue la de Angola.

 

Lo dicho: «Oro ciego».

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.