Cuando Laura vuelve de la muerte

Disculpen el spoiler, pero como hablamos de una película de 1944 universalmente conocida, pienso que ha pasado el tiempo suficiente como para hablar con libertad de una de las secuencias cumbre de la historia del cine: la resurrección de Laura en la película homónima, filmada por Otto Preminger.

El pasado miércoles por la noche me planteé preparar unos martinis o un whisky on the rocks para acompañar el enésimo visionado de ‘Laura’, siguiendo el ejemplo de lo que solemos ver en las películas norteamericanas, pero luego pensé que era puro postureo, un recurso cinematográfico —como lo de fumar— para que los actores tengan entretenidas las manos y no parezcan unos pasmarotes en pantalla.

Cambié los sofisticados combinados por una Milno helada y una tapilla de torreznos, algo mucho más de aquí, y me volví a sumergir en aquella ardiente noche de verano en la que Laura fue asesinada.

Y me pasó algo curioso: aunque me volvió a emocionar la secuencia de la ‘resurrección’ de Laura, haciéndose carne frente al precioso retrato con su imagen que preside su apartamento en Manhattan; la película me dejó más frío que en ocasiones precedentes. ¿Por qué? Porque la vi nada más terminar de leer la novela de Vera Caspary en que ‘Laura’ está basada.

Este 2020 hemos puesto en marcha un Club de lectura y cine clásicos en Granada Noir. Leemos novelas negras y policíacas del pasado siglo, vemos las películas basadas en ellos y lo hablamos, comentamos y desentrañamos por Zoom y a través de hilos específicos en las redes sociales.

De joven, amaba el cine negro norteamericano y el western (casi) por encima de todas las cosas. Solo le prestaba atención a las películas, sin preocuparme de los textos literarios en que estaban basados sus guiones. De ahí que en un 2020 tan nefasto para tantas cosas, esta vuelta a los orígenes literarios y cinematográficos del género negro, esté resultando apasionante.

En ‘Laura’, la combativa escritora Vera Caspary narra la investigación de su asesinato a través de diversas voces, comenzando por la de uno de sus más íntimos amigos: el excéntrico columnista y escritor de historias policíacas Waldo Lydeker. En la novela, la autora nos lo describe como un hombre mayor bien entrado en carnes. En la película fue interpretado, sin embargo, por el esquelético y flemático Clifton Webb que, años después, prestaría su afilada figura al Mr. Belvedere del consultorio de la mítica Fotogramas, la de antes.

En este caso, la diferencia de volumen corporal es una licencia poética que en nada condiciona la narración: el carácter corrosivo de Lydeker, el gordo y el flaco, funciona igual en la versión literaria que en la cinematográfica, que hablamos de uno de los grandes personajes secundarios de la historia del Noir. A través de un lenguaje florido y cargado de ironía y dobles sentidos, Waldo tira de subjetivismo y libre interpretación de los hechos.

A partir de la mitad de la novela toma el testigo de la narración el policía encargado de la investigación, McPherson, interpretado en la película por el siempre solvente Dana Andrews. Con un estilo mucho menos alambicado que el de Waldo Lydeker, hace avanzar la historia desde un punto de vista objetivo: el del policía que sospecha de todo y de todos. Su herramienta predilecta serán los interrogatorios, tanto por lo que responden los interrogados como por sus reacciones gestuales al ir recibiendo las cápsulas de información que les da el polizonte.

La parte final de la novela, tras la lectura de unos escuetos informes policiales y la transcripción de unas escuchas telefónicas, corresponde a la propia Laura. Esa Laura fantasmal que, vuelta a la vida, se encuentra en el ojo del huracán. Una Laura que tiene mucha más presencia y protagonismo en la novela que en pantalla. La belleza sin igual de Gene Tierney fijó a Laura, para siempre, en nuestra retina. Su alter ego en papel, más profundo, más complejo y más interesante; la consolida en nuestro imaginario como una de las grandes heroínas del género negro y criminal.

Lean ‘Laura’ y descubrirán una novela excelente que les llevará a querer saber más de su autora, Vera Caspary, sobre la que volveremos próximamente.

Vean ‘Laura’, también. Una película que en el año 1999 fue considerada “cultural, histórica y estéticamente significativa” por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos así como seleccionada para su preservación en el National Film Registry. Nominada a cinco Óscar, se alzó con el premio a la mejor fotografía en blanco y negro para el operador Joseph LaShelle. Y un aliciente especial: ver a Vincent Price convertido en una especie de latin lover de lo más resultón.

En estos tiempos semiconfinados, seguiremos leyendo a Patricia Highsmith, Chester Himes o Jim Thompson y viendo las películas surgidas de sus novelas. Porque en el mundo del género negro, literatura y cine van total y absolutamente de la mano.

Jesús Lens

Trumbo

De todos los subgéneros cinematográficos, el del cine dentro del cine es uno de mis favoritos. Las ficciones que toman el cine como argumento, para los amantes del séptimo arte, tienen un plus de interés a nada que sean decentes y estén medio bien hechas.

Trumbo Propaganda

Dentro de ese subgénero hay otro más específico: el de las películas que, más allá de lo anecdótico, tienen como objeto el análisis y la reflexión sobre el sentido y el significado del cine, considerado como el arte con mayor capacidad de transformar la sociedad.

Ustedes lo saben. Y si no, yo se lo digo: el cine es una colosal herramienta de transformación política y social. El cine es un instrumento que, más allá de describir la realidad o de inventar fantasías, tiene la capacidad de transformar el mundo en que vivimos. Y lo puedo demostrar. Que tengo una charla (con Power Point) que da fe de ello.

El caso es que si ustedes no saben quién fue Dalton Trumbo, están de enhorabuena. Porque pueden ir al cine, ver la película “Trumbo”, escrita por John McNamara, dirigida por Jay Roach e interpretada por Bryan Cranston y, a partir de ahí, empezar a descubrir una historia trágica y fascinante de la historia de Hollywood.

Trumbo Lista Negra

Porque lo de la Caza de Brujas si les suene, ¿verdad? ¿Y películas como “Vacaciones en Roma”, “Éxodo”, “El Bravo” o “Espartaco”? ¿Y actores como John Wayne, Edward G. Robinson y Kirk Douglas? ¿Y directores como Otto Preminger? ¿Y Hedda Hopper? ¿Les suena el nombre de una de las grandes comadres de la historia del cine?

Trumbo Hopper

El argumento de “Trumbo” habla de todos ellos. Y de la Caza de Brujas, por supuesto. Y de las Listas Negras que impidieron a miles de personas, sospechosas de comunistas, ejercer sus trabajos con normalidad. El caso del guionista Dalton Trumbo es, posiblemente, el más conocido. De ahí este biopic, en el que Bryan Cranston interpreta a las mil maravillas a uno de los tipos más interesantes de la historia de Hollywood.

La película no es redonda. Ni perfecta. Sobre todo, si ya conocen ustedes la historia de Trumbo. Pero es muy, muy interesante. Tiene algún bajón de ritmo y, por momentos, resulta discursiva en exceso. ¡Si hasta lo dice el personaje interpretado por Louis CK! Que Trumbo, más que hablar, adoctrina. Pero me gusta su discurso. Y sus ideas. Y su compromiso.

Trumbo Cranston

De los tres hilos argumentales de la película, el político es el más conocido. Y está bien conseguido, sobre todo, al intercalar imágenes documentales de los testimonios de los acusados en la Comisión del Congreso.

El hilo familiar es el que acumula más tópicos. Los típicos tópicos propios del hombre que descuida a los más cercanos en su cruzada puritanista. No les digo más.

Y luego está el hilo argumental que, personalmente, me parece más apasionante: el de la pulsión creativa y la pasión por la escritura. El de la necesidad de escribir a toda costa. El del miedo a la página en blanco. El de la escritura compulsiva como obsesión. El del deadline y la obligación de escribir un guion en tres días.

Trumbo Dalton

Así las cosas, “Trumbo” es una película muy interesante que gustará a los buenos aficionados al cine y que recupera y reivindica la figura de uno de los grandes héroes de la historia del séptimo arte.

Jesús Lens

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