Vaya por delante que discrepo del uso de la palabra ‘chiringuito’ para denominar a la baronía que el PSOE, sea el local, autonómico o nacional, le ha montado a Luis Salvador. Los chiringuitos son establecimientos de restauración profesionalizados en los que se come mucho y bien y no es justo que se siga hablando de ellos como sinónimo de chamizo poco consistente y menos confiable.
Lo que tiene empezar discrepando es que uno le coge el gustillo y ya no para. Discrepo de Francisco Puentedura cuando critica que “es una concejalía bluf para un concejal bluf”. Maticemos: ¿considera Podemos-Izquierda Unida un bluf plantear una estrategia para la Capitalidad Cultural 2031? Es un tema que convendría aclarar, a ver si estamos en el convencimiento de que hay un consenso sobre el particular y luego resulta que no. ¿Y lo del Anillo Verde? ¡Pero si era una idea suya! Por otra parte, ¿es Luis Salvador un concejal bluf? Tampoco nos pasemos. Ha sido el alcalde de Granada hasta hace un rato y acredita más vidas que el gato al agua de Intereconomía. Algo tendrá, ¿no?
En la misma línea, discrepo con César Díaz, muy venido arriba con lo que ha tildado de “Pacto de la vergüenza”. Si el pacto entre PSOE y Salvador que le ha dado la alcaldía a Cuenca es vergonzoso, ¿cómo deberíamos bautizar al suscrito hace dos años por PP, Vox y Cs que le entregó el bastón de mando al que ahora acusan de tener cuernos, rabo y tridente? ¿Pacto de la ignominia? ¿De la estulticia? ¿De tener menos vista que un gato de escayola?
Discrepo con Jacobo Calvo, en fin, cuando sostiene que lo de SalvaDos Mil Treintayuno no va a tener sobrecoste para la ciudad. Dado que el concejal ha reconocido que espera “recuperar a parte de las personas que le acompañaron como alcalde” y que esas personas no son funcionarios; tendrán un coste; obviamente. El PSOE puede aducir que se pagarán con lo que se ahorre al tener menos tenencias de alcaldía… lo que daría la razón a quienes critican que se haya diseñado una superconcejalía a la medida del antiguo regidor, dando carta de naturaleza a una especie de reino de taifas municipal.
Así las cosas, el más sensato ha sido Onofre Miralles, cuyo grupo se mantiene a la espera de saber qué competencias concretas tendrá Salvador y qué costará el invento antes de “ofrecer un análisis más detallado”.
Jesús Lens