Goyas, padres y cultura

¿Vieron ustedes los Goya? ¿Escucharon los discursos de agradecimiento de los premiados, agradablemente cortos y contenidos? En ese caso repararían en que los dos grandes triunfadores de la noche, Raúl Arévalo y JA Bayona, pusieron el acento en el trascendental papel desempeñado por sus padres en sus carreras creativas. Y de ello hablo hoy en IDEAL.

Ambos resaltaron la vital importancia que tuvieron sus progenitores en sus carreras, más allá de lo puramente genético y material, dado que fueron las personas que les hicieron descubrir y amar el arte y la cultura. Sin su impronta, Bayona y Arévalo nunca habrían conseguido sus Goyas.

 

Como reza el clásico: que tu hijo escuche música desde pequeño no te garantiza que vaya a ser Mozart, pero si no la escucha, sí te aseguras de que nunca lo será.

 

Hablaba hace unas semanas con Miguel Arjona y Laura Fernández Orgaz, directora de proyectos de arte de Fundación Telefónica, sobre la exposición de El Bosco del pasado año y recordaba que, de niños, siempre que íbamos a Madrid a visitar a mis abuelos, mi madre se empeñaba en llevarnos al Prado, a mi hermano y a mí.

¡Qué duro era aquello de pasar un par de horas viendo cuadros! Sí. Lo reconozco. Nos aburríamos. Y nos cansábamos. Pero también nos sorprendíamos frente a determinadas obras de Goya o Velázquez, aunque no fuéramos capaces de asimilar el porqué de su genialidad.

 

Lo que nunca olvidaré fue el impacto que me provocó “El jardín de las delicias” de El Bosco. ¿Qué era aquella locura, en mitad de pinturas religiosas protagonizadas por santos, frailes y reyes magos que adoraban al niño? Me quedé hipnotizado frente aquel tríptico, muy impresionado por la cantidad de escenas y personajes que mostraba. ¿Cuánto influyeron aquellas visitas al Prado con mi madre en que ahora sea yo un gran aficionado al arte?

En el siglo XXI, buena parte de los museos cuentan con programas especializados para el público infantil y juvenil, adaptados a sus diferentes edades. Pero no se contenten con que sus hijos vayan con el colegio. Llévenlos, también, ustedes. Hagan un esfuerzo por participar, juntos, de actividades culturales. Que la ejemplaridad también es eso. Que los niños perciban que la cultura forma parte de la vida cotidiana de la familia, más allá de los deberes y las obligaciones. Quizá, en unos años, les puedan dedicar un Goya.

 

Jesús Lens