Estos días, las autopistas ocupan mucho espacio en la prensa nacional dado que cientos de kilómetros que hasta ahora eran de peaje pasan a ser de tránsito libre. En Cataluña, la no renovación de las concesiones de Gobierno y Generalitat ‘libera’ nada menos que 600 kilómetros. Muchos de ellos forman parte de la Autopista del Mediterráneo que, sin embargo, seguirá siendo de pago en zonas como Alicante, Murcia, Almería y Málaga.
Y aquí quería venir yo a parar. A las autopistas andaluzas. Más que nada porque son una entelequia: excepción hecha de la citada y de la Autopista del Sur que une Sevilla, Jerez de la Frontera y Cádiz; no existen.
La desigualdad territorial en España, cada vez más acusada, se va construyendo así. Por ejemplo, liberando del pago de las autopistas los conductores que transitan por zonas ricas y desarrolladas para, inmediatamente, plantear el debate de cómo se paga su mantenimiento. El gratis total no existe. Si las autopistas catalanas y madrileñas dejan de cobrar peaje, su mantenimiento se tendrá que costear de otra manera. ¿Acaso dudan de cómo se hará? Con impuestos, claro. Los de todos los españoles… que pagamos religiosamente, que defraudadores y expertos en ingeniería fiscal no pagarán una higa. Pero esa es otra historia.
A lo que vamos: en Andalucía apenas tenemos kilómetros de autopistas y de los pocos que hay, muchos de ellos son de pago. ¿No resulta curioso y llamativo? En Granada, por supuesto, no hay ni cien metros. Con lo que se tardó en terminar la Autovía Sierra Nevada-Costa Tropical… Y es que en Andalucía, sabido es, vamos a otro ritmo. ¿Para qué necesitamos esas velocísimas vías de comunicación? ¿Para llegar antes a dormir la siesta? ¡Me están estresando, como decía la protagonista de aquel anuncio de ron caribeño!
¿Es populista esta columna? Seguramente. Las empresas de transporte se ahorrarán un dineral y el tráfico será mucho más fluido, incluido el tránsito por la frontera francesa. Todo ello generará indudables beneficios diarios a algunos miles de conductores. ¡Suertudos ellos! A una inmensa mayoría de ciudadanos españoles, sin embargo, nos costará la pasta.
Decisiones como esta contribuyen a descompensar España. Qué rachita llevamos, entre los peajes liberalizados y las partidas de miles y miles de millones para ampliar los aeropuertos de Madrid y Barcelona. Mientras, las conexiones de ferrocarril de la inmensa mayoría del país son cada vez peores, con menos frecuencia de trenes y peor servicio.
Jesús Lens