Defender el Palacio

Hace bien Luis Salvador en defender el Palacio de Congresos de Granada como en las películas medievales se defendía el castillo o, en los wésterns, el fuerte. Toca hacerse eso, fuertes, e impedir que Sevilla se apodere de ninguno de sus órganos de gestión. Sevilla como concepto, ustedes me entienden.

Es lugar común en Granada, entre tercios y ‘follazas’, quejarse en el bar de que, si pudiera desmontarlas, la Junta se llevaría la Alhambra y la Sierra a Sevilla. No creo que el Palacio de Congresos, en la ruina, despierte tantas pasiones, pero por si acaso, el alcalde ha estado hábil y rápido de reflejos para evitar que la secretaría del consorcio que rige sus destinos se lleve desde orillas del Guadalquivir. Lo que pase a partir de ahora, está por ver.

También ha estado certero Salvador bajando la cuestión a la arena política y alejándola de la judicial. La actual corporación municipal se ha encontrado con un marronazo heredado de las anteriores y es justo que su resolución involucre a la Junta, no le dé por salir por patas, hacer un ‘simpa’ y si te he visto no me acuerdo.

En la jerga económico–empresarial se habla de ‘too big to fail’ para referirse a la situación de una institución financiera cuya caída tendría nefastas consecuencias para la economía y que, por tanto, precisa un rescate de los poderes públicos.

Verbigracia, la ya extinta Bankia, cuyo logo ha sido desmontado del Cubo a lo largo del fin de semana. Ojalá que, cuando la estrella de Miró nos salude desde lo alto, no sea a modo de imagen o recurso publicitario, sino porque el edificio de Campo Baeza tenga auténtico contenido económico, laboral y empresarial para Granada a través de Caixabank.

Dejar caer el Palacio de Congresos sería un mazazo y, aunque no supondría la ruina de miles de familias, sería la puntilla para la imagen de la ciudad. Insisto: en este contencioso, Luis Salvador está haciendo las cosas bien. Ojalá que tenga buena resolución. Óptima no será. Pero al menos, que sea la mejor de las posibles.

Jesús Lens

Ciudad de congresos

¡Qué buena noticia, que un congreso vaya a traer a Granada a ocho mil médicos el mes que viene! De todas las modalidades de turismo, el de congresos es una de las más rentables, económicamente hablando, que los participantes suelen acudir con ganas de disfrutar y pasarlo bien.

Como al militar el valor, al congresista se le presume la voluntad de formarse y aprender. De aprender de lo suyo, pero también de aprehender las bellezas y los encantos de las ciudades en que se celebra la magna reunión.

 

Tenemos un Palacio de Congresos y Exposiciones con unas posibilidades extraordinarias que, sin embargo, acoge pocos congresos. De los gordos. De los que traen a Granada a miles de los mejores profesionales de su ramo. Buena parte de la culpa de dicha infrautilización la tiene el aislamiento en que sigue sumida Granada, en pleno siglo XXI. Pero de ese tema mejor no hablar, que si no, nos enfadamos.

Ser una ciudad de Congresos es bueno para los hoteles, los bares, los restaurantes, los taxis, los autobuses y, ahora, el metro. Y es bueno, por supuesto, para la Universidad. Para profesores y estudiantes. Y para los ciudadanos con curiosidad y ganas de saber y descubrir.

 

Por eso me resulta curioso, cuando se habla del AVE, que todavía haya personas que lo critiquen… por no ser tan necesario. Que los billetes son caros y que, con el tren de toda la vida, ya nos vale. Genios visionarios que, si por ellos fuera, a Granada se seguiría viniendo en diligencia, entre bandoleros y trabucaires. Tan románticos ellos. Que tampoco era necesaria la Autovía, con lo bonicos que son los Caracolillos de Vélez, ¿verdad?

También recuerdo la reciente intervención de un gurú turístico venido de Nueva York: sostenía que el AVE es peligroso porque la gente puede venir y marcharse con demasiada rapidez, en vez de quedarse en Granada. ¡Por huevos y atado!, le faltó rematar.

 

Nuestro Palacio de Congresos es una de las grandes infraestructuras de Granada y, con el cambio de gestión de los últimos años, está mucho más activo y visible. Estoy seguro de que dentro de unos meses, cuando venir a Granada no sea una odisea propia de Homero, nuestra ciudad será un hervidero de grandes y continuas citas científicas de primer orden que atraerán a grandes luminarias de todo el mundo.

 

Jesús Lens