Antes de que arranque la semana y nos centremos en escrutar las primeras decisiones del gobierno de Sánchez y los avatares del Congreso del PP, permítanme que insista en un tema tan banal como el deporte de la canasta. Porque LeBron James tiene que decidir en qué equipo juega la próxima temporada. Y en su decisión puede tener mucha influencia la tipología de ciudad que acoja al equipo, un tema en absoluto baladí.
A mitad de temporada e inspirándose en la película “Tres anuncios en las afueras”, unos enormes cartelones situados en las afueras de Cleveland invitaban al Rey, a El Elegido, a mudarse a Filadelfia, una de las ciudades históricas por excelencia de los Estados Unidos. Los Sixers son un equipo joven y en reconstrucción donde en talento y la experiencia de LeBron serían especialmente bienvenidos. Se habla de Houston, Boston, la propia Cleveland o un regreso a Miami.
Sin embargo, hay otra opción con muchos enteros: Los Ángeles. Los Lakers tienen mucho dinero para ofrecer y son una de las franquicias míticas de la NBA. Pero, sobre todo, allí está Hollywood. Y LeBron, con 33 años cumplidos, quiere formar parte del show bussiness una vez que se retire del show time, con la segunda parte de la película “Space Jam” esperándole con los brazos abiertos.
Hace unos años, Kevin Durant no daba crédito cuando Pau Gasol desestimó su fichaje por los pujantes Thunder de Oklahoma para irse a Chicago. Que sí. Que eran los Bulls. Pero, sobre todo, eran la ópera, el teatro, los grandes museos, la cultura…
Un Durant que, paradójicamente, no dudó en cambiar la ciudad vaquera por la bahía de San Francisco, renunciando a varios millones de dólares en su contrato. Lo hizo para ganar anillos con los Warriors, equipo del que KD ya no piensa moverse, entre otras razones… porque se ha convertido en un activo inversor en diferentes proyectos de Silicon Valley.
Con su decisión de quedarse en la zona, controlando su start up Durant Co., sigue los pasos de otro de los integrantes del Quinteto de la Muerte de los Warriors, Andre Iguodala, inversor tecnológico a quien tampoco le tembló el pulso para firmar un contrato a la baja, con tal de seguir en San Francisco.
Ejemplos de ciudades atractivas, imanes para el talento. Algo que Granada debería aspirar a ser.
Jesús Lens