La más reciente de las películas de Abel Ferrara, estrenada mundialmente hace unas semanas, ha llegado a Granada a través de una pantalla muy especial: la de mi televisor.
Esa pantalla cada vez me engancha, sacude y consume con una mayor variedad, diversidad y generosidad temática y estilística. Desde el estreno mundial de películas coreanas de anticipación y terror postapocalítico, como “Snowpiercer” al cine de gángsteres oriental más salvaje, pasando por la animación nipona de Miyazaki y, sobre todo, por los documentales más preclaros y rompedores del momento. Series, conciertos, NBA…
Y todo ello, de forma legal, sencilla, asequible, en versión original subtitulada o doblada al castellano, en alta definición, a la hora que quieras… ¡a gusto del consumidor!
El caso es que la más reciente película de uno de los directores más interesantes del mundo se ha estrenado, como “House of cards” u “Orange is the new black” a través de Netflix y, en España, a través de YOMVI. Una tendencia que, según leía hoy en el diario económico Expansión, se multiplicará de manera exponencial a través de la televisión de Telefónica, empresa que, no olvidemos, ha comprado todo Digital Plus por 750 millones de euros.
Por todo ello, sesiones de cine de estreno en casa, en pantuflas y comiendo los Nems preparados por Clarissa para la ocasión -¡ese El Buen Rollito!- van a ser cada vez más habituales.
“Welcome to New York” cuenta la historia de la caída en desgracia de un señor que se despertó todopoderoso y, unas horas después, era repudiado por toda la élite económica y social del planeta. Su nombre, reducido en prensa al acrónimo de DSK, ha tenido que ser cambiado en la película, de forma que el obeso y obseso Mr. Devereaux, interpretado por esa bestia llamada Gerard Depardieu, no pudiera ser identificado con el máximo responsable del Fondo Monetario Internacional y Gran Esperanza Blanca del Partido Socialista Francés.
La primera media hora de película, en su concepción, filmación y estilo; responde a los cánones habituales y más reconocibles del cine porno: un tipo entra en una habitación, apenas cambia tres palabras con los presentes y se tira a todo lo que se menea. Hay tríos, felaciones, orgías, sexo anal… lo típico, vamos.
Unos minutos después, ese Amo del Universo volverá a estar desnudo y la pantalla nos seguirá mostrando imágenes obscenas. Pero es una obscenidad diferente. Resultan extremadamente crudas, realistas e imprescindibles las secuencias del arresto de Devereaux, su paso por la comisaría, su primera comparecencia judicial y su ingreso en prisión.
El profundo registro al que es sometido el protagonista, su elefantiásica desnudez o sus jadeos al costarle ímprobo esfuerzo incluso llegar a ponerse los zapatos; constituyen un ejercicio de venganza cinematográfica contra una realidad en la que nunca se hace toda la justicia que el espectador desea y casi necesita para seguir adelante.
De hecho, cuando le preguntan a Depardieu por las razones para haber interpretado a DSK, no duda en decir que su deseo es humillarlo y que, a través de las imágenes de la película, los espectadores disfruten con el espectáculo de dicha humillación.
La tercera parte de “Welcome to New York”, en la que se cuenta la relación de DSK, cuando es puesto en libertad y sometido a arresto domiciliario, con su sufrida esposa, interpretada por Jaqueline Bisset, resulta igualmente interesante: las relaciones de poder, los matrimonios de conveniencia, la manipulación, los hombres de paja, el poder de los medios de comunicación y los asesores de imagen…
Y, por fin, la decepción.
La decepción como excusa. La decepción como leit motiv. La decepción y el hastío vital, a través de un monólogo magnífico en que Devereaux confiesa que hubo un tiempo en que creyó en el cambio. En que pensaba que otro mundo era posible. Pero que ya no. Que, tras haber viajado, estudiado, hablado y conocido la realidad de los países menos favorecidos de la tierra; tenía el pleno convencimiento de que nada se podía hacer. Y de ahí su actitud, rindiéndose a lo que él llama “su enfermedad”, es decir, una pulsión sexual desenfrenada que todo el mundo parecía conocer. Incluida su esposa.
“Welcome to New York” es una película densa, apasionante y muy representativa del poder que tiene el cine para contar la historia contemporánea de una forma tan atractiva como inmediata.
Yo no me la perdería.
Jesús Lens