Al terminar la última y sorprendente película de Juan José Campanella, el los títulos de crédito, podemos leer que la historia está basada en una obra de Fontanarrosa titulada “Memorias de un wing derecho”.
Fontanarrosa es un ilustre y destacado cuentista argentino, tierra en la que el cuento y el relato breve son uno de sus patrimonios nacionales. Y la historia de ese lateral derecho, que podéis leer aquí, en la propia página del Negro; es uno de sus mejores y más celebrados cuentos de corte deportivo, otro clásico de las letras argentinas.
Y ahí es donde radica el principal problema de la película “Futbolín”: que el guion está tan artificial e innecesariamente alargado que tiene enormes bajones de ritmo termina por cansar y aburrir.
Lo gritaba uno de los chiquillos que estaban en la sala, el mismísimo 1 de enero en que fuimos a verla: “- ¿Cuándo se termina la película?” Y eso era lo que nos estábamos preguntando todos los espectadores, mayores y pequeños.
Ojo. Eso no quiere decir que la película sea infame. Ni tan siquiera mala. Solo es larga. Y su excesiva duración lastra una idea fantástica que habría dado para una joyita de 80 minutos, por ejemplo.
Porque al empezar esta reseña hablaba de la “sorprendente” última película de Campanella. Y lo decía por el formato elegido para filmarla: la animación. Campanella, al que le debemos las memorables “El hijo de la novia” o “El secreto de sus ojos”, se embarca en un filme de dibujos animados del que, en principio, solo iba a escribir el guion. Pero se enamoró tanto de sus personajes…
Y no es de extrañar. En realidad, los personajes y la trama de “Futbolín” la emparentan con aquella “Luna de Avellaneda” en que se contaba otra historia de resistencia en la que se defendía la importancia de lugares cargados de historia, vivencias y nostalgia como son determinados Clubes o Bares que tratan de imponer su presencia a esos fastuosos e impersonales centros comerciales que todo lo invaden.
Además, técnicamente es impecable. Desde el punto de vista de la animación. ¡Espectacular!
Lástima que la historia esté más estirada que un chicle y que dé tantas vueltas que termine haciéndose pesada y aburrida la relación entre los jugadores de futbolín y esos humanos que son sus amigos, cómplices y compañeros.
Jesús Lens