Veo, veo… ¿qué veo?

Quiero ir al cine. A una sala. Grande. Con sus palomitas y tal. Ya vimos y comentamos «No habrá paz para los malvados» y si tú no la has visto, el malvado eres tú. Ahora, la pregunta es, de este puñado, en cartel en Granada, ¿qué veo y en qué orden? ¿Qué no verías ni atado de pies y manos? ¿Qué has visto y recomiendas? ¿Qué has visto y no recomiendas ni de coña?

Y sí. El último día de septiembre de 2008, 2009 y 2010 también blogueamos.

Blackthorn

El western. Sinceramente, yo creo que el cine se inventó para que se pudieran filmar películas del Oeste. Lo he dicho, escrito y publicado una y mil veces: no hay como sentarse frente a una pantalla de cine (o televisión) y ver las imágenes de unos cowboys cabalgando hacia horizonte para que yo me sienta muy, pero que muy cerca del nirvana.

Y que sea un español como Mateo Gil el que se haya liado la manta a la cabeza y, cogiendo los trastos de filmar, se haya largado al altiplano de Bolivia a filmar un western de ley, crepuscular, reflexivo, imaginativo y esplendoroso, sólo puede llenarnos de orgullo y satisfacción.

La pena es que, a tenor de las cifras que vemos en las revistas y webs especializadas, la acogida del público no ha sido precisamente entusiasta. Aunque habría que plantearse si la fecha de estreno, en pleno verano, ha sido la mejor para una película de la naturaleza de “Blackthorn”.

A estas alturas, todos sabemos que la película cuenta la historia de Butch Cassidy, ya mayor, después de que consiguiera escapar milagrosamente a la celada que le tendieron las tropas del ejército boliviano, a él y a su compañero de andanzas, el no menos célebre Sundance Kid. Os acordáis, ¿verdad? Dos hombres, un destino, una mujer y gotas de lluvia cayendo sobre sus cabezas, mientras montaban en bicicleta.

¿Qué llevaría a Mateo Gil a embarcarse en una historia como ésta, sabiendo que las comparaciones con la película protagonizada por los míticos Paul Newman y Robert Redford iban a ser inevitables? ¿Cómo conseguiría unir a la causa a un actor tan polifacético, esquivo, complicado y a contracorriente como Sam Shepard?

Ni idea.

Pero bendita sea tamaña locura y semejante decisión: la película es una gozada y el actor está soberbio, esplendoroso y apoteósico, como un viejo, melancólico y taciturno criador de caballos que decide volver a casa, a conocer a su hijo.

No hay grandes duelos a pistola. En “Blackthorn”, lo importante no es ser el más rápido sino ser el más duro, fuerte y resistente. El que resiste, gana. El famoso adagio se hace celuloide en una película que transmite sensaciones muy plásticas, que hace sentir sed, calor abrasador y frío extremo en el espectador. E indignación. Porque el guión, cuyas piezas acaban encajando a la perfección, es prodigioso.

Yo no puedo ser muy objetivo con un western, pero creo que nadie se arrepentirá si va al cine, a ver la película. Eso sí. Que vaya tranquilo y sin prisas. Porque lo importante no es llegar el primero. Lo importante es llegar, como bien le explicará Blackthorn al ingeniero interpretado por un Eduardo Noriega cuyo culo pelado y en carne viva es la mejor plasmación posible de lo dura que es la vida en la frontera.

Valoración: 8.

Lo mejor: el pétreo y surcado de arrugas rostro de Shepard y la secuencia de la persecución en las salinas. Y la aparición de las dos mujeres justicieras. Y…

Lo peor: que no haya colas de espectadores queriendo ver “Blackthorn”.

Jesús Lens

PD.- En años anteriores, sí escribimos los 3 21 de julio. En 2008, 2009 y 2010.

Pequeñas mentiras sin importancia

Hay películas cuya nacionalidad ya delata el contenido de su guión y su metraje. “Pequeñas mentiras sin importancia” es una de esas películas.

Francesa.

Venga, va. Confiesa. ¿Qué has pensado al leer que la película es francesa?

Si has pensado que se trata de una historia en la que los personajes hablan mucho, acertaste. Y si crees que va de relaciones humanas y de cómo afrontamos la vida, también.

Algunos pensarán que son pajas mentales.

A otros, nos gustan esos guiones pausados en los que los personajes tienen tiempo de crecer, evolucionar y madurar frente al espectador, a través de sus diálogos, charlas y conversaciones.

El punto de partida es muy sencillo: unos amigos se marchan juntos a disfrutar de las vacaciones de verano. Pero ya no son niños. Ni adolescentes. Ni postadolescentes. Ya son tipos talluditos, bien entrados en la treintena, cuando ya se deben tener las cosas más o menos claras en la vida.

Pero eso no es así. Nunca, jamás, se tienen las cosas claras, como los personajes de un reparto coral y bien ajustado se encargarán de demostrar. Porque justo antes de iniciar las vacaciones, uno de los miembros de la pandilla sufre un grave accidente, lo que hará que los demás (que se van juntos a la playa, en cualquier caso) tengan los nervios a flor de piel.

Parejas rotas, relaciones incipientes, dudas existenciales, el sentido de la vida, neurosis varias, carreras profesionales, el éxito, el fracaso, el arte, la música… de todo hay en una película deliberadamente lenta, en la que la cámara acompaña a los personajes en un devenir tan cotidiano como imprevisible.

Una película basada en un guión muy bien trabajado y en un excepcional trabajo actoral en el que Marion Cotillard refulge con luz propia.

“Pequeñas mentiras sin importancia”, un canto a la amistad y la complicidad entre las personas, pone el foco en las contradicciones de las relaciones humanas, pero sin estridencias o grandes y desmedidos dramatismos. Hasta llegar al final de la película, claro.

Que a unas les ha gustado mucho y a otros nos ha gustado menos, quizá porque rompe con ese estilo pausado del que venimos hablando en estas notas.

En conclusión: una película que no pasará a los anales de la historia del cine, pero que se ve con agrado y te reconcilia con los filmes pequeñitos, de autor, con diálogos apasionados, calor y sentimientos.

Valoración: 7

Lo mejor: el guión y los actores. Aunque el doblaje…

Lo peor: el exceso de melodrama en la resolución de la película.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Esto decíamos hace ahora un año…

Llega Tintín

¿Sois Tintinófilos? Es casualidad. Esta mañana hablábamos de la magia del cine y os invitábamos a esta «Cinema Paradiso» y ahora nos llegan el cartel y algunas imágenes de una de las películas fantásticas más esperadas de los últimos años: el «Tintín» de Steven Spielberg y Peter Jackson, «El secreto del unicornio».

¿Qué impresión os causan?

Jesús que no conoce a Tintín para nada Lens

PD.- Preparad vuestro ingenio y capacidad de síntesis. Estamos preparando una entrada de lo más jugoso. Y juguetón.