Juro que estoy trabajando. Que yo soy muy de Picasso con esto de la inspiración. Pero no llega. Así que empiezo a poner en marcha algunos de los trucos que, para invocarla, he ido atesorando a lo largo de los años.
El primero y más importante, que es calzarme las zapatillas y salir a correr, lo tengo vetado, que tras la carrera de ayer, mis piernas son un amasijo de músculos, articulaciones y tendones doloridos. Así que, procedo a mirar el Twitter y el Facebook. Pero la victoria de España y el gol de Piqué lo copan todo.
Lo único que puedo decir del partido es que me alegro de que haya marcado el jugador del Barça, lo que obligará a sus más furibundos detractores a enfrentarse a sus propias contradicciones. Será un buen ejercicio. Sobre todo, porque servirá de entrenamiento al post 26-J.
Me tienta, también, escribir, sobre “Vivan las lorzas”, el cachondo Trending Topic de hoy, pero la cosa solo daría para un par de chistes y humoradas. Así que tiro de mi truco decisivo: cambiar de música.
Suelo trabajar escuchando jazz. O música africana. Pero en días como hoy, cuando las neuronas están en off y no provocan electricidad creativa, las sacudo a base de rock. De rock duro. Me animo con Jane’s Addiction y su “Ritual de lo Habitual”, uno de mis discos de cabecera.
Y como soy uno de esos pánfilos y viejunos que, además de escuchar música, la compra, ahora mismo puedo disfrutar de esa entrañable carta dirigida To the Mosquitoes que Perry Farrell incluía en el disco original y que comenzaba con una célebre advertencia parental: “Nosotros tenemos más influencia en sus hijos de la que tú tienes. Pero les queremos”. Y continúa hablando de la importancia de la naturaleza, el arte y la libertad de expresión.
Farrell indica que, en ocasiones, le gustaría ser negro. Y ser mujer. Para ser parte en su lucha por la causa de los derechos civiles, la igualdad y la libertad. Y termina su invectiva con una frase preciosa: “El mundo mira hacia América porque somos hermosos”.
Hoy, yo soy homosexual. Y latino. Y miro a Orlando con dolor, rabia e indignación. Pero también miro a los Estados Unidos y a nuestra Europa Occidental con el orgullo de saber que, efectivamente, somos hermosos.
Jesús Lens