Hace ahora nueve años les exhortaba a combatir la enésima ola de calor yéndose al cine a ver ‘Del revés’. Así lo resumía, entonces: “Estamos ante una película de culto que va a marcar un antes y un después en la historia del cine y que requiere de más de un visionado para sacarle lo mucho y bueno que atesora en su interior”. (Leer AQUÍ la reseña completa)
Nueve años ya. Nueve años, ahora que lo pienso, en los que todo lo referente al cerebro, su funcionamiento y fortalecimiento, me ha ido interesando y preocupando cada vez más. Fijo que en esa pasión por las neuronas y las sinapsis, la película de Pixar tuvo mucho que ver.
Y es que aquella película transcurría dentro del cerebro de Riley, una encantadora niña de 11 años. El protagonismo le correspondía a cinco de las emociones básicas de los seres humanos: la alegría, la ira, el asco, el miedo y la tristeza. Cinco emociones que se enfrentan al gran cambio que se avecina en la feliz y despreocupada vida de la pequeñuela.
El despiporre visual de ‘Del revés’, la imaginería con la que sus creadores mostraban en pantalla un cerebro y sus diversas partes, desde el panel de mandos al almacén de los recuerdos, era apabullante. Ciencia, filosofía y emociones se daban la mano en una película crucial que, como les decía, hizo que le prestara mucha más atención a la neurología.
He tardado en ver ‘Del revés 2’, pero me ha vuelto a encantar. La sorpresa es menor, claro. Que el espectador conozca de antemano el contexto hace, sin embargo, que los creadores le puedan prestar más atención a una trama basada en el crecimiento de Riley, su apertura al mundo y la irrupción en su cabeza de nuevas emociones, del aburrimiento y la vergüenza a la ansiedad, la gran protagonista de esta entrega.
¿Cómo gestionar el torbellino de emociones provocado por la participación en un campus deportivo de verano y la posibilidad de entrar el curso siguiente, o no, en el equipo de hockey del instituto? A partir de esa atractiva premisa, ‘Del revés 2’ plantea cuestiones muy interesantes, de las nuevas amistades, la madurez, el liderazgo y el temor a no encajar a la tensión y el miedo al fracaso.
Muy, muy recomendable.
Jesús Lens