Cuando se acerca Mayo del 18 y nos aprestamos a conmemorar el 50 aniversario del mítico y mitificado Mayo del 68, los únicos capaces de montar barricadas, en España, serían nuestros modélicos y combativos mayores.
¡Qué lección volvemos a recibir de ellos, otra vez! El pasado jueves hicieron lo que no hacemos prácticamente nadie: echarse a la calle para reivindicar sus derechos. Que también son los nuestros, ojo. Porque todos somos pensionistas. Unos, lo son de hecho. Otros, lo somos de derecho. O deberíamos serlo. Que para eso llevamos años y años cotizando a la seguridad social. Sin embargo, mientras los unos se manifiestan, reivindican y pelean en las calles, los otros tuiteamos.
En los análisis político-sociológicos se baraja una doble verdad que lo mismo resulta ser más falsa que la falsa moneda, más mentirosa que las fake news: la mayoría de los pensionistas son conservadores y la gente mayor vota al PP.
Mariano Rajoy debe flipar en colores al comprobar que son los pensionistas quienes más presión le están metiendo a su (des)gobierno: tanta atención prestada a la lozanía de Sánchez, Iglesias y Rivera, al 155, la inmersión lingüística, las portavozas y el ARCO destensado… y resulta que, un jueves cualquiera, nuestros mayores dan un puñetazo en la mesa y toman las calles, hartos de que les tomen el pelo.
Por un lado, está la insultante cartita en la se les comunica la inapreciable subida de las pensiones, mientras el coste de la vida se dispara hasta el 3%, de acuerdo con el IPC de 2017. Pero, sobre todo, lo realmente irritante es la salida en tromba de todos los poderes fácticos y económicos de este país recomendándonos ahorrar… y contratar planes privados de pensiones.
En una economía en la que tantísimas familias sufren para llegar a fin de mes, escuchar dichas recomendaciones en boca de los representantes de las empresas del IBEX 35 y de los políticos que tan bien las representan, es la gota que colma el vaso de la paciencia.
Cuando España se creía rica, apartaba a los mayores en residencias. Cuando nos sacudió la Crisis, se volvieron a convertir en el sostén de sus familias. ¿Y ahora se cuestiona el sistema público de pensiones? Ojito: esa sí es una línea roja a la que nadie en su sano juicio debería osar siquiera acercarse…
Jesús Lens