“El problema es que los clientes tienen la imagen turística de Andalucía y llegan con altísimas expectativas a las playas. Al ver la nuestra así es inevitable el shock inicial”.
Gracias, Mercedes Navarrete, por reproducir estas palabras de María José Escudero, jefa de administración del Hotel Robinson de Motril, describiendo las playas sin arena del litoral granadino. Playas llenas de piedras y que exigen salvar abruptos escalones de notables dimensiones para acercarse al mar.
En La Chucha ya estamos acostumbrados a la estampa: familia que llega, toda ilusionada, dedica un rato a despejar de pedruscos un par de metros cuadrados para desplegar las toallas y se desloma tratando de clavar la sombrilla. Sudando, se acercan al agua con intención de darse un refrescante baño. Pero no cuentan con que tratar de entrar al agua, en La Chucha, es un deporte de riesgo que puede desembocar en un esguince de tobillo o en una mala caída de imprevisibles consecuencias. Porque hay tantas piedras y las algas las convierten en tan resbaladizas, que entrar sin menoscabo físico en el mar es digno de aplauso.
Lo normal es que esa familia, indignada, recoja sus bártulos y se vuelva por donde ha venido. Como decía, en La Chucha, ya estamos acostumbrados al peñascal y a los escalones vertiginosos, dado el desprecio con que históricamente ha sido tratada nuestra playa por las autoridades ¿competentes? De hecho, los pies de los chucheros han mutado en pezuñas, más propias de cabras monteses que de seres humanos.
Por fortuna, en otros lugares de la Costa Tropical granadina no estaban acostumbrados a este disparate. Pero este año, con los recortes presupuestarios, la dirección de Costas, dependiente del gobierno central, también está en funciones. Y, por tanto, no funciona. Que no suelta la guita necesaria para arreglar los desaguisados de los temporales de invierno, vamos. Así, las playas de Granada corren severo riesgo de ser un erial durante todo el verano.
No sé si la Consejería de Turismo de la Junta había pensado en hacer alguna campaña de promoción de nuestras playas de cara a la temporada estival, pero visto lo visto, mejor que no se metan en nada. Por lo del shock que tan brillantemente describía María José en una frase que debería figurar tallada en piedra, para escarnio de los políticos que hablan del turismo como motor de nuestra economía.
Jesús Lens