Poco nos podíamos esperar, Inma y yo, el pedazo de espectáculo que íbamos a ver en el Isidoro Máiquez, el martes por la noche.
El caso era que, por la mañana, leí ESTA entrevista que Juanje le hacía a Arturo Cid en IDEAL y, quizá, imbuido por la tradición de mezclar a Lorca con el Flamenco en esos veranos del Generalife, mezclé en mi imaginario a Lorca, con jazz, Harlem, el cante, etc.
El Máiquez, que presentaba una entrada más que notable, parecía frío cuando, tras una muselina, se vislumbraba a unos músicos sentados mientras en la pantalla se veían imágenes del Nueva York de los años veinte, en blanco y negro y la voz de Alberto San Juan recitaba los descarnados y sangrantes versos lorquianos de «Poeta en Nueva York».
Y sonaba la música, claro.
Pero aquella pantalla y las imágenes, la voz del poeta, no eran una introducción.
Continuaron toda la noche, dándose la mano con el jazz clásico que Lorca pudo escuchar en sus noches americanas, en los garitos de Harlem repletos de negros.
Atentos, por ejemplo, a este magistral «Cotton Club».
Un espectáculo multimedia que, personalmente, me dejó mudo. Por imprevisto, por excepcionalmente resuelto, por su feraz transversalidad. Por mezclar música, poesía, historia…
Una joya que me ha hecho pasar esta tarde leyendo «Poeta en Nueva York», que me ha llevado a que esta noche vea el «Cotton club» de Coppola y que me anima en ese proyecto al que tanto me está costando volver tras la Setmana Catalana.
Un concierto cuyo resultado final es mucho más grande que las partes que lo componen y que provocó uno de los aplausos más tumultuosos que recuerdo en el Festival de Jazz de Granada, a cuyas cabezas pensantes tenemos que agradecer, una vez más, el descubrimiento de maravillas como ésta.
Jesús Lens.
PD.- No dejen de visitar la web de los Missing Stompers y, desde luego, no dejen de verlos allá dónde se los encuentren.