Escribía ayer sobre Javi, el librero optimista que, con datos y estadísticas, con hechos y realidades, desmonta tanto tópico pesimista que nos gusta enarbolar. (Leer AQUÍ) Sin embargo, el optimismo no mola. Nada. Hay cenizos tan cenizos que no pueden soportar, por ejemplo, el buenrollismo de James Rhodes, cuyo concierto en Granada, hace unas semanas, fue una gozada.
Rhodes va por ahí, disfrutando de los placeres sencillos de la vida. Y contándolo. Pero hay gente que detesta su optimismo a raudales… ¡hasta el punto de perder su tiempo en hacerlo público! (Y, de paso, demostrar su alto grado de amargamiento)
Salvan a los chavales de la cueva de Tailandia y brotan como setas quienes nos recuerdan que todos los días mueren niños en todo el mundo y nadie les presta atención. Elon Musk envía recursos al país asiático para ayudar en el rescate -que al principio era una misión imposible que iba a llevar meses, pero luego ya no- y una caterva de aburridos odiadores pone su supuesto ingenio al servicio de la mofa y el cachondeo contra el visionario emprendedor.
Con lo del consentimiento expreso para mantener relaciones sexuales, más de lo mismo. Mucha broma y mucho supuesto humor, pero a mí, la verdad, leer la furibunda reacción de algunas personas, me inquieta. Y, sobre todo, debería inquietarle a la gente de su entorno: si piensan que, con el consentimiento expreso, se va a complicar el tema del intercambio de fluidos, ¿cómo se conducían hasta ahora? ¿Haciéndose los tontos para convencerse de que, “aunque me ha dicho que no, en realidad sí quiere”? O, quizá, por la vía del chupito y el chupetón… ¡Ojito!
Que vienen la presidenta de la Junta y el Ministro de Cultura al Centro Lorca, recién llegado el Legado, el PP convoca a los medios un rato antes para no contarles nada que no se haya dicho antes. Por incordiar.
Menos mal, eso sí, que la hasta ahora implacable Marea Amarilla ha visto la luz y le da un voto de confianza al ministro Ábalos con lo de Moreda. Manda cojones, su optimismo.
Jesús Lens