El reloj del Apocalipsis se adelanta

Fuertecillo el titular, ¿verdad? Da miedo pensar que, según un panel de científicos y especialistas que incluye a quince Premios Nobel, estamos a solo dos minutos y medio del Apocalipsis. Eso es, más o menos, lo que tardará usted en llegar al final de esta columna. Que así expresado, da pánico. Como casi todo lo que traen los periódicos últimamente, por otra parte. Y de ello hablo en IDEAL.

Yo soy muy del fin del mundo. Me atraen sobremanera las noticias sobre el Apocalipsis, el futuro distópico, las invasiones alienígenas y el fenómeno zombi. Sobre todo, porque la realidad tiende a parecerse al peor escenario posible. La realidad informativa, quiero decir.

 

Sin embargo, y si hacemos caso a los datos, el mundo nunca ha estado tan bien como ahora. Lo decíamos al analizar el 2016: bajan los índices globales de pobreza extrema y mortalidad infantil mientras suben los de escolarización, educación y lectura. Pero lo que vende es el caos y la amenaza de destrucción masiva.

Por ejemplo, habría que analizar el impacto que Trump va a tener en los índices de lectura de prensa y de consumo de información, con los tremendistas titulares con los que nos castiga su infausta presidencia, un día sí y otro también.

 

En España, la bronca continua de los partidos políticos y las encarnizadas luchas entre candidatos, familias y corrientes nos excita hasta niveles insospechados. Así, reclamar discursos sensatos y políticas constructivas queda muy bien, pero no mola. Lo que nos hace discutir a grito pelado en las barras de los bares es la atávica lucha a garrotazos entre los unos y los otros. Y las otras.

 

Más ejemplos: ¿han seguido ustedes el asunto de la detención de un comando yihadista que, en Navidad, se aprestaba a atentar en la Puerta del Sol madrileña? El juez Pedraz acaba de poner en libertad a los detenidos, sin cargos ni medidas cautelares, al no haber dato alguno que confirme que eran yihadistas y, ni mucho menos, que estuvieran preparando un atentado.

 

Y en Granada, más de lo mismo. Fíjense la que tiene liada el PP. O las declaraciones de Torres Hurtado en una cadena de televisión, comparando su situación con la de los fusilados en las tapias de los cementerios durante la Guerra Civil.

Normal que, con esta tensión, el reloj del Apocalipsis marque sus horas con mayor celeridad.

 

Jesús Lens

 

HUEL-GA-NIVET

La columna de hoy de IDEAL viene inspirada por una ambulancia que el pasado miércoles no podía abrirse paso, a la altura de Correos, dado el follón de tráfico montado en el Centro de Granada, relacionada con la columna de la semana pasada.

Ya está liado el pifostio en Puerta Real, con la calle Ganivet cortada. Por obras, claro. Y la pregunta es: ¿era necesario?

Hace un par de años, cuando la crisis económica y financiera internacional se mostró en toda su crudeza, Obama emergió como el Mesías salvador que refundaría el capitalismo, embridaría a los poderes fácticos de Wall Street y devolvería el poder al pueblo. Paradójicamente y desde entonces, todas las elecciones celebradas en otros países de nuestro entorno capitalista han aupado al poder a las derechas, siempre más proclives a la desregulación y al libre mercado. Nada ha cambiado. Todo sigue igual. Salvado el sistema financiero, millones de personas han perdido su empleo mientras el estado del bienestar se nos va por el sumidero. ¿Es de extrañar, por tanto, que los directivos y los gurús de la economía especulativa y cortoplacista sigan siendo los reyes del mambo y hagan de su capa un sayo?

Es lo que tiene estar en el convencimiento de que, hagas lo que hagas, todo seguirá igual. Como nuestro alcalde, PP Torres, de vuelta a las obras teniendo al Ayuntamiento en la ruina, moroso perdido, con una cola de acreedores en la puerta de la Plaza del Carmen casi tan larga como la del paro.

Granada vive en el caos. Entre las obras del metro y el colapso de la circunvalación, circular en coche por las calles de la ciudad es un puro dislate, penitencia por los pecados cometidos en esta vida y alguna anterior. Los trabajadores de la Rober llevan varios viernes de huelga y los empleados de Inagra parecen abocados a empezar la suya dentro de poco. Los pagos pendientes del Ayuntamiento tienen estranguladas las economías de decenas y decenas de empresas, pero PP Torres va a agrandar las aceras de la calle Ganivet, una obra de importancia estratégica vital.

De importancia estratégica, por supuesto, para contentar a sus votantes del Centro, a los que dedica todo su cariño, desvelos e inversiones municipales. Con la que está cayendo, sólo a quién está muy seguro de repetir mandato se le ocurriría añadir una dosis más de insania a la locura colectiva que es esta Granada.

El Ayuntamiento parece gobernar para mayor gloria de su electorado cautivo, rico y céntrico, condenando al olvido a la Granada metropolitana y a la de los barrios populares y convirtiendo en una pesadilla el acceso a la ciudad para cualquiera que viva en el extrarradio. Pero, ¿hasta cuándo durará este estado de cosas? Por ejemplo, la Gran Vía agoniza en silencio, tras la marcha de varias dependencias de la Junta a los Mondragones. Muy bonita, rehabilitada y ancheada, por la Gran Vía ya no pasa nadie.

¿Es esta la inaccesible, caótica y fantasmal Granada que queremos? Porque los encastillamientos corren un riesgo: provocar el efecto rebote. Y el rebote, entre miles de granadinos, no es nada desdeñable.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.