Cuando volví a Carchuna, el 27 de agosto, el chiringuito que hacía espetos de sardinas y pulpo al estilo tradicional había dado por terminada la temporada estival: la barca estaba cubierta con piedras, puertas y ventanas chapadas, rejas cerradas con candado… y un enorme cartel de Se Vende en la fachada.
Durante el mes de julio vino a España un 5% menos de turistas extranjeros que el año pasado. Dicho descenso se explica de dos maneras: la ola de calor que asoló el norte de Europa no hacía tan apetecible el viaje al cálido sur y se empiezan a recuperar destinos de sol y playa del norte de África, mucho más baratos que España.
Sumemos a estas cifras un dato ignominioso: el pasado 31 de agosto se destruyeron 300.000 puestos de trabajo en nuestro país, récord absoluto en la historia de España.
Los gurús de la economía no dudan en dar por finiquitada la Crisis, más de diez años después, hablando con total descaro y tranquilidad de la recuperación económica. Y, si bien es cierto que las cifras macro avalarían dicha tesis, hay que descender a lo micro para constatar que, de haberla, la tal recuperación se basa en dos conceptos fundamentales: la desigualdad y la precariedad.
¿Se puede hablar de generación perdida, en España? Posiblemente. Son cientos de miles los jóvenes que, o tuvieron que emigrar, o apenas consiguen sobrevivir con sueldos de miseria por jornadas maratonianas, echando horas y horas -sin cotizar la mitad de ellas- y cobrando en negro.
El gobierno de Pedro Sánchez ha hecho bandera de la lucha contra la explotación laboral. ¿Qué plazo se ha dado para comprobar si funcionan? Porque 300.000 puestos de trabajo destruidos el 31 de agosto son una buena prueba de que el mercado está intoxicado y de que la contratación temporal se utiliza con fines fraudulentos.
Mientras, las previsiones sobre el verano turístico en Granada son halagüeñas. Parece que la capital ha tirado del carro en una estación habitualmente poco propicia para ello, que el estío es temporada baja entre calles y asfalto. Ojalá se confirmen esas cifras y, por una vez, vayamos a la contra del resto de España… en clave positiva.
Cifras, datos, tendencias… Es importante atender a lo macro, pero resulta básico escrutar minuciosamente lo micro: es lo que nos da de comer a una inmensa mayoría.
Jesús Lens