Dos veces podríamos haber ido a bañarnos a la Fuente de las Batallas esta semana: por la creación del consorcio para el acelerador de partículas y por el acuerdo para la aprobación de un presupuesto en el Ayuntamiento de Granada, cinco años después.
No es fácil, en momentos tan difíciles, duros y complicados, encontrar buenas noticias de tanto calado y significación. Por todo ello, congratulémonos.
Sobre la cuestión del acelerador de partículas hablamos otro día. Llevo tanto tiempo dándoles a ustedes la barrila con el tema e insistiendo en su trascendencia como la gran oportunidad de futuro para nuestra provincia que, al ver que empieza a materializarse, me he quedado pasmado.
Centrémonos en lo del presupuesto, una excelente noticia para Granada por dos razones fundamentales. La primera es obvia: el peor presupuesto que se pudiera consensuar en 2020 siempre será mejor que seguir arrastrando uno prorrogado de 2015.
Antes de valorar los 22 puntos del acuerdo, concentrados en 5 páginas de acuerdo, hay que leerlos despacio y analizarlos uno por uno. Reflexionar qué comprenden y qué dejan a la intemperie. Determinar si son de posible cumplimiento o un brindis al sol. Sin olvidar que, después, habrá que ver cómo se materializan y se ejecutan. Tiempo habrá.
Hoy tenemos que darnos la enhorabuena, también, porque nuestros responsables políticos han llegado a un acuerdo que viene siendo imposible desde hace años. Tiene especial mérito en el contexto de estos días, con el ambiente político nacional enrarecido hasta la náusea.
Insisto: los presupuestos no serán perfectos ni gustarán a todos. Pero, leídos a botepronto, tampoco nos disgustan del todo. ¡Con tan poco me conformo!
Vox, ni que decir tiene, está en contra del Acuerdo del Codazo. ¡Qué sorpresa! Los tildan de ser unos presupuestos socialistas. Qué cosas. Esta vez ni siquiera pueden amenazar con la moción de censura, lo más parecido al recurso al pataleo que tenían a su alcance.
Para Unidas Podemos, por contra, el presupuesto no es creíble ni lo suficientemente ambicioso. Respondería a intereses ocultos y espurios de los grandes partidos. Es necesario que la confluencia desvele alguno de esos ominosos secretos que anidan en la Plaza del Carmen, que el argumento empieza a oler a naftalina.
Y quedan las ausencias. La de Sebastián Pérez no sorprende a nadie, pero que el alcalde Luis Salvador no estuviera en la foto sí causó revuelo y sensación. Como si el codazo le hubiera pillado mal colocado en la zona y le hubiera dejado sin respiración.
Jesús Lens