¿No va más?

Aplazo la entrada que tenía programada para esta hora. Porque, tal y como pintan las cosas, una pregunta no deja de atormentarme:

¿Terminarán por ser éstas la película y la banda sonora del año?

Pareció que sí. Después que no. Pero, a 2 de agosto, cuando el mundo tiende a paralizarse, Ángela se va a la montaña para adelgazar (se podía llevar a la Prima con ella) y Mariano piensa en relajarse en Pontevedra… ¿hay quién pare la inmensa bola de nieve que viene rodando desde lo alto de la montaña, crecida, hace ya muchos meses?

Entre el Fondo de Rescate y un Rescate a Fondo, apenas hay diferencia. ¿O sí? Ahora nos aprestamos a vivir auténticos combates dialécticos y conceptuales al estilo Barrio Sésamo, para diferenciar entre ayudas y rescates, por ejemplo. Entre acciones e intervenciones. Entre auxilio y socorro. Entre echar una mano y echarla al cuello. Entre insuflar y asfixiar.

El batacazo del rey, por la mañana, no ha tenido ni punto de comparación con el que el Íbex se ha pegado unas horas después. Y menos mal que los Mercados han cerrado. Que ya podrían alargar el fin de semana y no abrir hasta el lunes. Aunque…

En fin. Que Francis & Jim tienen la palabra…

Antirresurrección

Vosotros bien sabéis que a mí, los zombies, me ponen. No es solo que haya paladeado todos y cada uno de los episodios de “The walking dead”, es que me habéis leído reseñas como ésta de Carlos Sisí y, hace unos meses, había quién se llevaba las manos a la cabeza con este relato que era todo un canto a la esperanza: Be Zombie My Friend!

En lo más crudo de la cruda crisis publicábamos este pasaje de la última novela de Juan Ramón Biedma, un párrafo con múltiples lecturas y que define muy bien esa teoría según la cual, tras el reinado de los vampiros (esos superejecutivos agresivos) y una vez chupada toda la sangre que era posible chupar, el paisaje después de la batalla al que asistimos es, precisamente, el de los muertos vivientes condenados a errar por el mundo sin objetivo o propósito alguno.

¡Pues claro que los zombis están de moda! En el reinado de los Mercados, en el imperio de la Prima de Riesgo y el Bono Basura, el muerto en vida, el caminante sin rumbo, plan o destino es la respuesta.

Por todo ello, que Juan Ramón Biedma haya escrito una novela de zombies, en Sevilla, es una deriva natural de su prosa ponzoñosa, ácida, dura y corrosiva como un chorreón de hierro fundido volcado al rojo vivo sobre los ojos incrédulos de un lector que, en “Antiresurrección”, encontrará suficientes motivos y recursos literarios y estilísticos para, con las tripas revueltas, no pegar ojo en noches que, sin embargo, estarán pobladas de pesadillas.

Efectivamente, Juan Ramón Biedma es un monstruo. Con todas las de la ley, con todas las letras. Una bestia de la literatura que no encuentra límites para una imaginación repleta de fantasmas, vísceras, dolor, crueldad y negritud, física y espiritual. Una imaginación, a la vez, abisalmente tierna y romántica, como todos los que tenemos la suerte de conocerle podemos atestiguar. Porque, en este mundo nuestro, las novias más guapas son siempre las que visten de negro.

Ahora que todas las webs, blogs y muros de Facebook vienen rebosantes de frases y conceptos de autoayuda, superación y optimismo; yo recomiendo una buena dosis de “Antirresurrección” y de Juan Ramón Biedma para saber cómo enfrentarse, de verdad, a este mundo que nos está quedando.

Un mundo áspero, duro y hostil en el que solo saben manejarse tipos tan éticamente dudosos como Chokos, el amortajador; Artizar la detective privado yonqui; o Trespalacios, un policía que sobrevivió a un disparo en la cabeza y que continuamente se pregunta por qué, esa mañana, no siguió adelante con su impulso de rebanarse el cuello mientras se afeitaba.

No. La Sevilla de Biedma no es la Sevilla de los polígonos y los descampados que cualquier campaña de excelencia turística trataría de ocultar. Por desgracia, la Sevilla de Biedma, muerta, corrupta y blindada para evitar la entrada de la carroña en su casco antiguo, es una Sevilla universal y reconocible en los muros de esta Europa nuestra que empieza a apestar por los cuatro costados.

En “Antirresurrección”, Biedma ha escrito su novela más desoladoramente realista hasta la fecha (ejemplo, en este párrafo). Pero, como nos gusta ser avestruces, preferimos pensar que eso de los zombies es algo monstruoso, propio de freaks y de la ciencia ficción.

Y, sin embargo, nada más apegado a la realidad de estos tiempos que hordas de personas sin otro objetivo en su muerte en vida que la de llevarse un trozo de carne a la boca.

Jesús zombi Lens

De cara al debate

No sabía si lo vería o no.

Por un lado, tenía ganas. ¡Me gusta la política! Y siempre hay que estar abiertos y atentos a aprender cosas nuevas.

Por otro, hace apenas un par de semanas que vi en la séptima temporada de “El Ala Oeste de la Casa Blanca” el famoso episodio, emitido en directo, en que los candidatos a la Presidencia del Gobierno rompían con las absurdas reglas pactadas de antemano por sus equipos acerca de tiempos, turnos, etcétera y debatían libre y naturalmente.

¡Lo sé, lo sé!

Aquello era una serie de ficción y esto es la vida real. Vale. Es cierto. ¿Y? ¿Qué más da? Que ya lo escribíamos hace unos días…

Sencillamente, no me parecía posible que Rajoy y Rubalcaba pudieran estar a la altura de Alan Alda y Jimmy Smits.

¡Ya las veo!

Ya estoy viendo las muecas de algunos de vosotros.

¡Leo vuestros pensamientos!

“Frívolo”, “Inconsciente”, “Ingenuo”…

Venga va. Dadme un poquito más de cancha y cuartelillo.

Insisto, no tenía muchas expectativas en el teórico debate que el lunes enfrentará al Presidente in pectore del Gobierno español con el pequeño aspirante peleón. ¡La confianza contra la pelea, como escribíamos aquí!

Y no tenía muchas intenciones de verlo porque la crisis que nos invade, corroe y paraliza nos ha demostrado que las cosas que realmente nos importan a los ciudadanos, si hay un sitio donde NO se deciden, discuten o debaten, ese sitio es Madrid.

Ni el Congreso, ni el Senado, ni la Moncloa.

A los ciudadanos de a pie, lo que nos afecta es lo que sale de la Plaza del Carmen (lástima de no-debates), del Palacio de San Telmo… y de Bruselas.

Y punto.

Lo siento mucho por Rajoy y por Rubalcaba, pero cualquier cosa que digan el lunes, cualquier promesa que hagan, plan que presenten o ideas que desgranen, hay que ponerlos en cuarentena: necesitarán el visto bueno de las autoridades monetarias, el aval del G-20 y, por supuesto, la anuencia de los Mercados. Y de la prima de riesgo, sobre la que «bromeábamos» hace unas semanas.

Me refiero a ideas, programas o proyectos de una cierta entidad, del calado que se espera en dos candidatos a la Presidencia del Gobierno.

Que pretendes bajar/subir impuestos

PER-DO-NA.

¿Quién eres tú para dictaminar tal cosa?

Que vamos a recortar/incrementar el déficit

PER-DO-NA.

¿De dónde sacas semejante teoría?

Y, en consecuencia, no me cuentes cuentos ni me hagas cuentas sobre sanidad, educación, defensa y demás.

Porque, Estimado Futuro Presidente: tú harás lo que te digan que hagas.

Y punto.

Salvo que, si hablamos de Educación, nos estemos refiriendo a la Educación para la Ciudadanía y si hablamos de Sanidad, nos quedemos con la ley de plazos. Porque ése es el margen de maniobra que tendrás.

La paradoja griega así lo ha demostrado: ciudadanos europeos respirando tranquilos al confirmarse que los ciudadanos de un país europeo no podrán expresarse en las urnas.

Esto, por sí solo, ya es bastante indicativo del punto en que nuestros regímenes democráticos se encuentran ahora mismo ¿no?

Así que, no. No tenía muchas expectativas puestas en el debate.

Curiosidad por conocer los sesudos análisis que hagan los expertos sobre el color y el nudo de la corbata de los candidatos, sí.

Y el morbo de comprobar si Rajoy iba a tener lo que hay que tener para llevar de la mano a su famosa Niña, también. O si la dejaba acostada y arropada. Porque, con la que está cayendo, lo mismo se resfría.

Era lo potencialmente más excitante, a priori, del debate.

Ironías aparte, sí me gustaría escuchar algo sobre esto: Después del ya célebre 15-M, ¿vendrá el 15-N? ¿Influirá en las elecciones? ¿Habrá una cantidad significativa de sobres en las urnas que, en vez de papeletas, incluyan rajas de chorizo, como se dice en los mentideros? O, quizá, serán UPyD e IU quiénes consigan capitalizar el voto del descontento…

Seguro que os estáis preguntando la razón de que haya estado escribiendo, hasta ahora, en pretérito imperfecto: no iba a ver, no tenía muchas esperanzas, no sabía sí… etcétera.

Pues porque ahora, salvo causas de fuerza mayor, sí garantizo que voy a ver el debate. Y a comentarlo. On line. Vía Twitter.

Porque voy a estar con la gente de Efecto Global y un buen grupo de tuiteros granadinos, analizando la previa, el desarrollo y el post debate, así, en plan futbolero.

Y con Luis Salvador y José Torrente, dos buenos y ejemplares políticos on line.

Y no. No es que por verlo en compañía tenga mayores expectativas en el debate. Es solo que, en compañía, espero que sea más divertido.

¿Nos seguimos y leemos?

¡El lunes! ¡En Twitter! Hay que estar atentos al hashtag #debatweetGr

Jesús tuitero descreído Lens

Hace tres, dos y un año; también blogueamos, tal día como hoy: 2008, 2009 y 2010.