Neogeografía política

La fuga de políticos independentistas a diferentes países tiene indudables ventajas formativas y culturales: desde que Puchi y Anna se han radicado en Bélgica y Suiza, respectivamente… ¡lo que se habla de ambos estados en las tertulias de nuestro país! (Ya escribí de ello en esta otra columna de IDEAL).

Lo de Puchi fue abrumador. Nunca ha habido tantos memes con Tintín, el niño meón, los flamencos y los valones en nuestras redes. De hecho, la empresa Moulinsart, encargada de gestionar los derechos del personaje de Tintín, debería informar de a cuánto ha ascendido el repunte de ventas en los álbumes del intrépido periodista desde la fuga del ex President de la Generalitat. Y darle la parte correspondiente a Puchi, faltaría más. Un 3%, manque sea.

 

Ahora le toca a Suiza, patria adoptiva de una dulcificada Anna Gabriel que, como siga en este maravilloso proceso de cambio, no tardará en interpretar una versión en carne y hueso de la gloriosa Heidi. Estos días todo son valles verdes, picos nevados, cámaras acorazadas, lingotes de oro y relojes de cuco en nuestra vida tertuliana.

¿Quién será el próximo político catalán en huir de esta España nuestra y, sobre todo, cuál será su futuro destino? La gente le critica mucho a Anna Gabriel, tan anticapitalista ella, que no se haya ido a Venezuela, donde Maduro la habría acogido con los brazos abiertos. Pero de Venezuela también estamos hasta el gorro, convertida en un culebrón interminable, en un pimpampúm político-mediático en el que la vida de los venezolanos de a pie es lo que menos nos preocupa a todos.

 

El próximo político catalán que huya de nuestro país -que también es el suyo- debería ser más imaginativo y elegir un destino poco habitual y menos conocido, contribuyendo de esa manera a ponerlo en el mapa.

 

Entiendo y comprendo el razonamiento de Puchi y Anna: para seguir haciendo la revolución desde la lejanía, hay que radicarse en un país moderno, con buenas conexiones aéreas, mediáticas y a internet y donde el wifi no sea un lujo asiático. ¿Se imaginan lo complicado que sería montar las barricadas en Etiopía, Uganda o la República Centroafricana, con el desfase horario?

O en Uzbekistán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán u otros países de la Ruta de la Seda. Que para los documentales de La2 o el National Geographic están muy bien, pero que el pan tumaca todavía no lo controlan del todo.

 

Jesús Lens

Comparecer & desaparecer

El titular ocupaba toda la pantalla del ordenador: “Puigdemont explicará hoy la razón de su viaje a Bruselas”. Y se anunciaba su comparecencia ante los medios de comunicación para las 12.30 del mediodía. ¡Otra vez, todos como locos, esperando su aparición!

Y es que el que fuera Molt Honorable de Catalunya se ha especializado en generar altísimas expectativas con sus comparecencias y en provocar tremendos berrinches con sus incomparecencias. Y muchas risas y cachondeos con sus huidas y desapariciones.

 

Menos mal que nos queda el humor. Porque lo del Compae Puigdemont, el Gran Compareciente, es insostenible. E insoportable. Lo de estos días fue tremendo, con las redes sociales repletas de Tintines con pelazo negro en vez de quiriqui amarillo, referencias a películas como “Escondidos en Brujas” y comentarios jocosos sobre los Jordis en Soto del Real y Puigdemont haciéndose selfis junto al Manneken Pis, el niño meón de Bruselas, después de desayunarse un gofre y antes de almorzar los típicos mejillones con patatas fritas.

Mientras, la rumorología señalaba dos contactos importantes de Puigdemont en Bruselas: un político xenófobo de la extrema derecha que le ofrecía asilo y un abogado especializado en defender a la gente de ETA. Lo que vendría a demostrar que, efectivamente, el delirio de la sinrazón nacionalista no solo produce monstruos, sino que hace extrañísimos compañeros de cama y cohabitación.

 

En su comparecencia trilingüe, Puigdemont trató de apelar a internacionalización del contencioso, mostrándose como víctima de la represión del estado español. Menos mal que el viceprimer ministro de Bélgica y responsable de Economía, Kris Peeters, obviando su presencia en Bruselas, despachó el tema con una declaración tan transparente como clarividente: “No quiero prejuzgar nada, pero cuando se pide la independencia, más vale quedarse cerca de su pueblo”.

 

¿Qué hará ahora el ex presidente de la Generalitat? ¿Volver a Catalunya, ya que dice que no quiere eludir la acción de la justicia, o iniciar un tour mundial de lacrimógeno victimismo? ¡No! Quedarse en Bruselas, haciéndose el humillado y ofendido. Qué bonito es eso de apelar a la Justicia, llenándosete la boca con ella, pero despreciarla cuando no te da la razón; sea porque consideres que está politizada o invadida de sinvergüenzas.

Lo único bueno de todo esto es que la mayoría de partidos se comprometen a concurrir y aceptar los resultados de las elecciones del 21D. ¡Cordura, por fin!

 

Jesús Lens