No les voy a negar que, mientras escribo estas letras, estoy ansioso por conocer el resultado de las elecciones y de saber si el diputado granadino en discordia, de acuerdo con las encuestas, cae del lado pepero o del lado podemita. (Cayó del lado del PP, como casi todos. Pero sigan, sigan leyendo mi columna de hoy, en IDEAL).
También estoy indignado con Vueling, que me ha fastidiado bien fastidiado, pero eso se lo cuento mañana. Ahora, cae la tarde mientras estoy sentado junto al Puppy multicolor, en la puerta del Guggenheim bilbaíno, tras haber vuelto a visitar uno de los museos más fascinantes del mundo, capaz él solo de transformar radicalmente a toda una ciudad.
Además de la exposición dedicada a Andy Warhol, he visitado la de Louise Bourgeois, intrigante, enigmática y compleja, más allá de sus famosas arañas. De todas las instalaciones que componen el abigarrado universo creativo de la artista francesa nacionalizada estadounidense, me han gustado sus Celdas, opresivas y angustiosas.
Y no he podido dejar de pensar en unas cuantas maldades, al hilo de la actualidad política: dado que, con independencia de los resultados de las elecciones, se abrirá un período de negociaciones para alcanzar pactos, ¿qué tal si encerramos a los cabezas de lista en las celdas de Bourgeois, y no los dejamos salir hasta que lleguen a un acuerdo para constituir gobierno?
No. No resultan especialmente cómodas ni agradables, esas Celdas. Están repletas de fantasmas del pasado. Y de la representación de ánimas y espíritus; habitadas por muebles viejos, casi ruinosos. Pero en este país llevamos ya seis meses de sindiós y es necesario terminar cuanto antes con esta situación. Además, y dado que los cuatro cabezas de lista de han empeñado en repetir, les estaría bien empleado, por inoperantes.
Bourgeois investigaba, a través de su obra, temas como el miedo, la vulnerabilidad y la pérdida de control. ¿No les parece que son sensaciones que van a experimentar los Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias estos días? Y luego están sus arañas gigantescas, especialistas en tejer afectos y a través de las que la artista representaba a su madre. Tejer afectos. Otra asignatura pendiente para nuestros próceres.
Eso sí, que no encierren a los candidatos en la Celda titulada «Sin salida», compuesta por una escalera metálica que se retuerce sobre sí misma… y que termina no llevando a ninguna parte.
Que esa película ya nos la sabemos de sobra.
Jesús Lens