Alhambra por dentro

¡Qué gran idea, enseñar la fábrica a los ciudadanos, permitiéndonos descubrir las interioridades del proceso de elaboración de nuestras queridas cervezas Alhambra!

Acostumbrados al sencillo acto de abrir la botella, servir la cerveza, beberla y disfrutarla, nos olvidamos de que detrás de una Milnoh, una Roja o una Especial hay un largo proceso de elaboración en el que influyen infinidad de factores y elementos, desde la cebada, el lúpulo y el proceso de prensado y cocido… al agua, por supuesto. ¡Ay, el agua, el agua de Graná, qué papel tan importante desempeña, también, en el universo de nuestras cervezas de cabecera!

Como buen aficionado a las barras y a las birras, estoy encantado con el esfuerzo de Cervezas Alhambra por abrirse a la sociedad, más allá de colaborar con decenas de actuaciones, conciertos y diferentes iniciativas artísticas y culturales. ¡Qué les voy a contar, con el apoyo que brindan a nuestro Granada Noir!

 

Pero es que, en lo que va de verano hasta aquí, además de inaugurar la temporada musical con un conciertazo en la propia fábrica, Cervezas Alhambra abrió un vibrante espacio cultural en el centro de la ciudad que ha permitido desarrollar un apasionante proyecto: “Qué tendrá Granada”, de cuyo resultado final pudimos disfrutar hace unos días en el teatro Isabel la Católica.

Decenas de personas anónimas hablando frente a una cámara con total libertad, improvisando y sin guion, sobre Granada: sus cualidades y esencia, sus lugares de referencia, rincones especiales y puntos fuertes. Y es un gustazo, oigan, acostumbrados al flagelo y al cenizo, escuchar tantas y tan diferentes cosas positivas sobre nuestra ciudad y sobre nosotros mismos. ¡Qué falta hace, dar difusión a esa inyección de vitalidad y orgullo que es “Qué tendrá Granada”, un excelente trabajo de Emilio Egea y su equipo.

Pero lo mejor de todo es que el Espacio Cervezas Alhambra de Alhóndiga, efímero y temporal, puede encontrar continuidad en la propia fábrica, según pudimos comprobar mientras disfrutábamos del magisterio de Julio Cerezo, sumiller de cervezas. (Aquí, una propuesta sobre el particular)

Que aprender a paladear la cerveza también es importante si queremos disfrutar en toda su intensidad de los diferentes matices de esas Rojas y Milnos que tanto nos gustan.

Tradición y modernidad, pasado, presente y futuro se dan la mano en una fábrica que, conociéndola por dentro, sentimos un poquito más cercana, más nuestra. ¡Enhorabuena y a seguir!

Jesús Lens

Qué tendrá Granada

Aparté las gruesas maromas trenzadas que servían de separación entre los dos espacios y accedí a una estancia de color azul; cúbica, vacía, misteriosa e intrigante. En ella, solo un asiento. Enfrente, una cámara y unos micrófonos.

Me senté frente a la cámara como si estuviera en la Habitación Roja de Twin Peaks. De repente, entró un tipo. No era David Lynch. Pero podría haberlo sido. Porque, de forma lacónica, me dijo que la cámara ya estaba grabando. Salió del Cubo Azul tan discretamente como había entrado. Y allí estábamos, la cámara y yo. Solos. Desafiantes. Mirándonos frente a frente, como en un OK Corral lisérgico, amaneciendo en otro planeta…

 

Comencé por aclararme la voz y por balbucear alguna incoherencia. Pero no tardé en soltar la lengua para defender mi tesis: el agua. Para mí, una de las cosas más especiales que tiene Granada es su agua. El problema es que me había tomado unas cervezas antes de mi enfrentamiento con la cámara y no sé si conseguí transmitir mis ideas con credibilidad y convencimiento.

El agua que hace brotar la vida, el agua que conforma el 60% de nuestro peso corporal y el 70% del Planeta Azul; el agua que nos sacia, nos refresca y nos limpia; es original y diferente en Granada. Especial. El agua del Darro, que como bien sostiene Antonio Arias, debe tener algún componente mineral único que desata la creatividad de artistas, músicos y escritores.

 

El agua del Genil que nace en las altas cumbres de Sierra Nevada, en la Laguna de la Mosca, al pie del Mulhacén. A esas alturas, discurre como río Valdecasillas, al que no tarda en unirse el Valdeinfierno para conformar el Río Real. El Genil nacerá un poco más abajo, cuando confluya con ese Guarnón que desciende vertiginosamente desde el mismísimo Veleta.

Estas altas aguas conforman el ser granadino. Aguas montaraces, libres y salvajes que, desde hace 90 años, se utilizan para fabricar otro de los tesoros de Granada: esa Cerveza Alhambra que acaba de inaugurar un espacio único, en la calle Alhóndiga. Un espacio efímero donde disfrutar, durante unas semanas, de la historia de la cervecera, además de asistir a catas, conciertos acústicos, talleres y otras actividades. Un espacio en cuya Habitación Azul podemos dejar testimonio de por qué Granada nos parece tan especial. ¿Quién se apunta? Yo pienso volver…

 

Jesús Lens