Hace unos días, cuando un amigo preguntaba a través del Facebook por algunos títulos a los que hincarle el diente estas navidades, además de recomendarle los últimos títulos de Javier Márquez y de Alexis Ravelo, le decía que apuntara el nombre de Rafael Sarmentero. Y le daba mis razones: “no es que sea un soplo de aire fresco en la actual narrativa española, ¡es que es todo un vendaval!”.
Y se lo decía cuando iba por la mitad de la lectura de “Malasaña Chai Tea”, su más reciente novela, publicada de nuevo por la editorial Algón. Ahora, cuando ya la he terminado, lo repito: ¡Sarmentero es la leche!
Imagina que estás al borde de los cuarenta años, que ya no te queda nadie a quién decepcionar, que tu pareja más reciente te acaba de dejar y que tienes un trabajo tan normalito como inane. Entonces, llegas a un convencimiento: “La sociedad quiere que juegues con sus reglas. Pero tú te resistes. Entonces encuentras la solución: hacer trampas”.
Por ejemplo, hacerte pasar por detective privado.
¿Por qué no? Es decir, un detective privado debe ser un tipo al que le pasen cosas. Y, por tanto, debe ser un tipo interesante. Porque, como sostiene el protagonista de la novela, “lo importante es la historia. No lo que ocurre, sino lo que cuentas… Desde los tiempos más remotos, el que manda es el que cuenta la historia”.
Rafael Sarmentero es un cuentista nato. Como ya demostrara en su anterior novela, “Qwerty/Vintage”, dando vida a sujetos que se ocultaban en chats para tratar de seducir a otros personajes, tan reales y tan falsos como ellos mismos; Sarmentero es un narrador excepcional, dotado de una desbordante imaginación, sobre todo, para alumbrar personajes de una fuerza arrebatadora.
Además del protagonista, homérico y extraordinario, “Malasaña Chai Tea” presenta a una nómina de personajes secundarios de los que se quedan grabados en el inconsciente lector, por siempre jamás. Como el antiguo campeón de tenis infantil, devenido en un insoportable neurótico que juega al pádel y llora por las esquinas. O el golfista que viaja por el mundo con un solo palo. O la amiga-confidente del protagonista, que no solo le aguanta sus neuras, sino que le estimula y anima a seguir cometiendo locuras.
Y está el decepcionado padre que habla de usted a su hijo. Y el enigmático albino con unas cuantas lecciones por dar. E Irene, la ex. La que encarga su primer caso a ese detective de ficción que, efectivamente, parece mucho más interesante cuando investiga un caso que cuando solo vendía libros.
¿Es posible averiguar si un hombre que se suicidó, muchos, muchos años atrás; en realidad fue asesinado? No es sencillo el primer caso al que se enfrenta el voluntarioso detective vocacional que no solo reside en Malasaña, sino que vive allí. Porque Malasaña no es un barrio cualquiera. Es uno de esos barrios que imprimen carácter y por cuyos cafés, bares y garitos nos irá acompañando el inefable protagonista de una novela cargada de recursos literarios, de diálogos memorables y de momentos para el recuerdo y la recreación.
Yo, si fuera tú, no tardaría mucho en conocer el personalísimo, peculiar y particular universo de Rafael Sarmentero. Después, cuando todo el mundo hable de él, siempre podrás sacar pecho, enarcar cejas y lucir palmito, poniendo esa mirada de “yo lo descubrí primero”.
Jesús Lens