Sobre el anecdótico episodio de la paradiña en falso de Pedro Sánchez en el besamanos, no se está hablando lo suficiente del auténtico protagonista, del héroe de la historia: el hombre del traje gris.
El hombre del traje gris es un funcionario que, al comprobar el error en que incurren el presidente del gobierno y su esposa quedándose junto a los Reyes, acude raudo y veloz y, con un sencillo gesto, les saca de escena. ¡Ni el más duro y amenazante personaje del Noir hubiera sido capaz de conseguir un resultado tan eficaz con esa economía de medios, verbales y gestuales!
Resulta especialmente relevante la autoridad del hombre del traje gris teniendo en cuenta que, con su gesto, es capaz de sacar de escena nada menos que a Pedro Sánchez, un tipo rocoso y coriáceo, fajado en mil y una reyertas y cuya legendaria fama de ultrarresistente le precede allá por dónde va.
Sostenía el coronel Kurtz en uno de sus demenciales parlamentos de “Apocalypse Now”, hablando sobre la espartana e incuestionable disciplina de los vietnamitas de la jungla profunda, que si hubiera tenido bajo su mando a 10 divisiones formadas por esos hombres, habría ganado aquella guerra sin dificultad alguna.
No sería de extrañar que el PP de Casado le haga una oferta imposible de rechazar al hombre del traje gris, a ver si consigue sacar a Sánchez de la Moncloa. También me imagino a Susana Díaz en San Telmo, mirando acusadoramente a la gente que la ayudó a fracasar en su asalto a Ferraz y pensando: “si hubiera tenido de mi lado al hombre del traje gris…”.
Pensando jocosamente en todas estas historias me acordé de una máxima incuestionable que, sin embargo, nunca aparecerá impresa en los sobres de azúcar que endulzan -e ilustran- nuestros cafés: “Los papas pasan, pero las curias permanecen”.
¡Qué importante, para el correcto funcionamiento de cualquier institución, empresa o colectivo que se precie, contar con personas como el hombre del traje gris! Gente conocedora de su oficio, discreta y silenciosa que, cuando es menester, solo necesita una mirada y un gesto con la cabeza para resolver un entuerto, por complicado que pueda parecer.
¿Sabremos algo más sobre el hombre del traje gris en los próximos días? Porque si yo fuera un headhunter profesional, no dudaría en ir en busca de su cabeza.
Jesús Lens