—La película “Heat” sigue siendo un perfecto ejemplo de cine sobre gángsteres y atracos; inspirada en la vida real, basada en personas y en hechos reales. El cine de Mann transmite verosimilitud por los cuatro costados. Personalmente yo, que soy un gángster auténtico, un atracador de verdad, no es que pueda alardear: he pasado 10 años en prisión por atracar furgones blindados… Durante 20 años, he seguido a Mann. Le descubrí con la película “Ladrón” y después, con los colegas, he seguido viendo sus películas como si fueran reportajes, documentales, bocados de realidad. A veces, incluso…
El que así habla, de forma distendida, entre risas y buen humor, es Redoine Faïd, un peligroso atracador francés, de actualidad estos días por haber protagonizado una espectacular y rocambolesca fuga de la prisión en que estaba encarcelado: tres de sus colegas secuestraron un helicóptero y aterrizaron en el patio de la prisión, para pasmo de los guardias. Dos de los compinches del gángster, encapuchados y portando fusiles de asalto, se bajaron del pájaro, forzaron el locutorio donde Faïd se encontraba departiendo con su hermano, lo subieron al helicóptero y, literalmente, salieron por los aires. Volando, quiero decir. La operación se ejecutó en menos de diez minutos y no hubo que lamentar ningún daño personal.
De momento, no hay rastro ni de Faïd ni del resto de miembros de su banda, aunque la caza del hombre ha movilizado a 3.000 agentes de la gendarmería gala. Por eso resultan especialmente siniestras, anticipatorias y casi, casi increíbles las palabras del atracador, cuando decía cosas como esta:
—Recientemente, hablando con algunos periodistas, me preguntaban: “Tiene usted una gran carrera criminal a sus espaldas y es usted autodidacta, ha aprendido a través del hágalo-usted-mismo…” Y yo les contestaba: “No. He tenido un consejero técnico, un maestro cercano, una especie de mentor… y su nombre es Michael Mann”.
Como podemos observar Faïd no tiene empacho en mostrar su admiración por el cineasta norteamericano. Y lo más llamativo del tema es que estas declaraciones -libremente traducidas a partir de mi precario francés- las hizo en un encuentro abierto al público con el mismísimo Michael Mann, durante unas jornadas organizadas por la Cinemateca Francesa en 2009, con ocasión del estreno de la película “Enemigos Públicos”. Encuentro que se puede encontrar en internet sin dificultad alguna.
El presentador del acto, sin saber muy bien qué hacer, interrumpió la perorata de Faïd y le pidió concreción. Qué fuera al meollo. El atracador le hizo caso:
—Mi pregunta es muy simple: ¿Es usted consciente de que hay gángsteres que pueden encontrar inspiración en sus películas?
Pero la cosa no quedó ahí, que Faïd estaba encantado de escucharse y muy crecido por las risas y los conatos de aplausos del público presente en el encuentro.
—Mi esposa detesta a Michael Mann. Si por ella fuera, le exigiría daños y perjuicios. Cuando le dije, antes de ayer, que iba a cumplir uno de mis sueños, que iba a conocer a una persona que ha formado parte de mi vida durante los últimos 20 años, me preguntó que si era Beyoncé. “No. Es Michael Mann”.
La cara del cineasta, llegados a ese punto, es todo un poema, entre sonrisas más o menos forzadas y una creciente incredulidad. Por eso, cuando le tocó darle la réplica, apenas fue capaz de balbucear un “muchas gracias. No sé cómo responder…”.
Después de participar en el encuentro de la Cinemateca Francesa, Faïd cometió un sangriento atraco, en 2010, que se saldó con la muerte de un joven policía y una condena a 25 años de prisión. Ese mismo año publicó un libro de memorias: “Braqueur: des cités au grand banditisme”, elogio del atracador que salió de los barrios periféricos del extrarradio para convertirse en un gran bandido.
Apodado como “El Escritor”, Faïd declaró en innumerables ocasiones su pasión por otras películas del propio Mann, como la citada “Ladrón”, pero también por títulos de Tarantino como “Reservoir Dogs”, de la que sacó la idea de llamar a cada uno de los miembros de su banda con el nombre de un color, cuando atracaron una joyería. Y, como homenaje a “Le llaman Bodhi”, de Kathryn Bigelow, durante el atraco a un banco, la banda del atracador cinéfilo se cubrió con máscaras de dos antiguos presidentes de Francia y el propio Faïd se dedicó a citar, de memoria, algunas de las frases de la película.
Tras ser detenido, condenado y encarcelado, Faïd protagonizó otra fuga de película en 2013, cuando huyó de la prisión de Lille en que estaba preso por la vía de tomar rehenes, utilizando explosivos para abrirse paso por las cinco puertas que le separaban de la libertad. Entonces no tardó en ser detenido de nuevo, unas semanas después de la fuga, cuando se escondía en un motel. Seguiremos muy de cerca la actualidad policial, para saber cuándo y cómo vuelve a caer en manos de la justicia un atracador cinéfilo con ínfulas literarias…
Jesús Lens