Tranquilidad absoluta

Su tranquilidad, su única tranquilidad, era que todo aquello, ni iba con ellos ni podía ya afectarles.

Tras una vida entera luchando, se habían ganado un más que merecido descanso, por lo que no se sentían en absoluto concernidos ni por la crisis ni por sus efectos más perversos. A ellos, felizmente, ya no les asustaban ni el paro ni los recortes, ni las bajadas de salario ni los incrementos de la jornada laboral.

Se sentían confortablemente a gusto, asegurado su retiro. Tranquilos, por fin.

Una mañana, les despertó un ruido extraño, amenazante, al poco de amanecer. Y, sin que pudieran oponer resistencia, esa misma noche habían dado con sus huesos en una triste, fría y anónima fosa común: sus descendientes ya no tenían ni para pagar el recibo del nicho familiar.

Jesús Lens

¿Y el 31 de octubre de 2008, 2009, 2010 y 2011?

La jornada laboral

Siempre me impresionaron esas personas que avanzan por la vida con ímpetu y decisión.

Como el tipo con el que me crucé esta mañana, muy temprano. Salía de casa con la decidida expresión de quién tiene un propósito en la vida y se apresta a cumplirlo de forma inmediata.

Un tipo serio, con la mirada en el horizonte, vestido como corresponde y con el aspecto de que nada ni nadie podrían impedirle la ejecución de un plan concienzudamente trazado.

Uno de esos sujetos madrugadores para los que la jornada comienza al alba; convencido de que, cuanto antes se emprende una tarea, más pronto se podrá culminar, de forma exitosa y satisfactoria.

Uno de esos individuos que, antes de las ocho de la mañana, ya está dispuesto a comerse el mundo.

Sí. Me impresionó ese hombre de mediana edad que, al poco de amanecer, salía del portal arrastrando una pesada bolsa, la depositaba certeramente en el contenedor de basura y se volvía para casa, vestido con pijama y pantuflas, pero con la expresión satisfecha de quién ha culminado con el máximo aprovechamiento una nueva jornada laboral.

Jesús Lens

PD.- ¿Qué blogueábamos el 17 de julio de 2008, 2009, 2010 y 2011?