CUENTO DE NAVIDAD

Permitidme que adelante el tradicional Cuento de Navidad unas horas dado que la columna de mañana de IDEAL cae en día 24, que es cuando se publica el cuaderno con los relatos de invierno… Espero que os guste.

NIEVA EN LA HABANA

Nunca le había tenido miedo al folio en blanco. Siendo guionista, ese miedo sería tan absurdo como el del cirujano al escalpelo o el del obrero al andamio. Era escritor y escribía. Punto.

Solo que, en plena ola de frío polar, rodeado de una intensa ventisca de nieve, no conseguía centrarme en las escenas que tenía que escribir, con los protagonistas en un país del Caribe, todo despechugados y calentorros. Escenas que los productores estaban esperando y que tenía que rematar, sí o también, a la mayor brevedad de tiempo.

Había corrido las cortinas, tenía la calefacción echando bombas y hasta me había preparado unos mojitos mientras sonaba el Buena Vista Social Club en el equipo de música.

Y nada. Imposible. No había manera. No tenía yo cuerpo de rumba ni alma de mulato, para escribir las tórridas escenas de mar azul y arena blanca, cuerpos tostados al sol y arrumacos amorosos en noches estrelladas bajo las estrellas del cielo.

Y justo cuando empezaba a desesperar, sonó el timbre de la puerta.

– ¿Don Julio de la Corte Anglada?

Pues no. No era yo.

– El mismo que viste y calza. ¿En qué la puedo ayudar? Pero… ¡pase, pase! No se quede en la puerta, con la que está cayendo.

Unos meses después, volví a contar la historia. Esta vez, ante un público selecto. Debo reconocer que la había contado ya tantas veces que estaba perfectamente pulida, sabiendo a ciencia cierta que triunfaba con ella, de forma arrolladora, en todos los foros y ante cualquier interlocutor.

– Y, por supuesto, quiero dedicar este premio Goya a mi esposa, Gladys. El día que, como la paloma, se equivocó y llamó por error a mi puerta, no sólo inundó de luz y alegría mi casa, mi vida y mi entera existencia; es que su calor y su ardor tropical me sacaron del pozo creativo en que estaba sumido, siendo la pieza clave que me permitió terminar el guión por el que esta noche, queridos compañeros, me habéis concedido este maravilloso premio. ¡Va por ti, Negra habanera de mi corazón!

Jesús Lens Espinosa de los Monteros

DESCONTROLADO

Hace unas semanas nos vengábamos, literariamente, de este payaso. Hoy, tras mostrar esta perplejidad, ajustamos letras con los tipos más odiados del momento.

A ver si os gusta y divierte este sencillo capricho:

– Y, se pongan como se pongan, tenemos que defender nuestros derechos. Es lo que, históricamente, hemos hecho los trabajadores. Y si hay que hacer huelga, se hace. Si hay que empezar perdiendo, para después ganar, ahí estaremos. En el tajo. Luchando. ¿Qué se han pensado esos explotadores? ¿Qué nos van a doblegar? ¿Qué van a poder con nosotros? No saben. Es que ni idea tienen de con quiénes han topado.

Antonio José soltaba esa incendiaria soflama en el salón de su flamante loft de San Sebastián de los Reyes, con dos niveles y jardín privado, a solo diez minutos del aeropuerto de Barajas en que trabajaba, desde hacía diecisiete años, como controlador aéreo.

Y la soflama se la estaba endilgando a su hijo, Borja, ambos sentados en el Divatto anatómicamente adaptado que le hicieron por encargo, frente al Bang & Olufsen que, a nada que subías al sonido, atronaba la casa con los graves más brutales que jamás se escucharon en España. Hablaban, después de comer, frente a la severidad de la mirada de un cuadro muy especial: el Portrait No.2-90 de Saura que Antonio José pudo adquirir en una subasta, hacía unos años, para celebrar el convenio que sus representantes habían conseguido firmar con Aena y el gobierno.

– Pretender que perdamos poder adquisitivo es, sencillamente, una quimera. Y que incrementemos la jornada laboral. Van listos. Con el estrés que tenemos, la responsabilidad de nuestro trabajo y la tensión a que nos tienen sometidos.

Borja callaba. Era lo mejor. Cuando a su padre le salía la vena sindicalista, era lo único que se podía hacer. Una vez le comentó lo extraño que se le hacía verle hablando como si fuera un minero o un obrero de la construcción vestido de Armani, y estuvo un mes sin dirigirle la palabra. Y sin darle un euro, que era peor.

Esa noche llegaba Angelique, su novia belga, y Borja quería tener la fiesta en paz. Venía para compartir el Puente de la Constitución, que no se habían visto desde el verano. Y la separación le dolía como si le hubieran amputado una pierna. Que ya se sabe, a la edad de los Erasmus, lo mal que se llevan los alejamientos forzosos.

– Bueno, no estés inquieto. Ya verás como el decreto aprobado por el gobierno es recurrido y no termina por entrar en vigor.

– No pensarás que vamos a entrar en el juego del gobierno ¿verdad?

– ¿Qué quieres decir?

– Dentro de un rato lo vas a saber. Pero te aconsejo que llames a Angelique y le digas que no se moleste en ir al aeropuerto.

– ¿Cómo?

– Borja, hijo, no puedo decirte más. Pero es mejor que lo sepas: Angelique no va a pasar este Puente con nosotros.

Efectivamente. Angelique no pasó el Puente en Madrid. Pero eso no significó que Borja y ella no disfrutaran de aquellos días juntos. Porque el polluelo, tras confirmar que su padre y sus compañeros iban a secundar una huelga ilegal que cerraría el espacio aéreo español por un tiempo indeterminado, preparó el petate, arrambló con todo el dinero que encontró en la casa paterna, cogió las llaves del coche de Antonio José y salió rumbo a Brujas, a dónde llegaría, extenuado, un par de días después, tras verse obligado a atravesar por carretera media Europa, helada y arrasada por un gélido frente frío.

Meses después, Antonio José mandó una carta a su hijo, a una dirección de Brujas en la que le dijeron que recibía correo postal. Entre otras cosas decía lo siguiente:

“Como sabes, nuestra huelga consiguió terminar de socavar a un gobierno que ya estaba tocado del ala. La convocatoria anticipada de elecciones trajo el triunfo del partido de la oposición, con el que nos fue más fácil negociar. Entre otras cláusulas, conseguimos que nuestros familiares tuvieran derecho al uso de la tarjeta que te acompaño, para viajar gratis e indefinidamente en cualquier compañía aérea. Espero que la aceptes como signo de paz y la uses para venir a casa, que podamos hablar y arreglar las rencillas pendientes.”

Por toda contestación, Borja le envió un folio manuscrito en el que, bajo una reproducción del cuadro de Saura, había añadido lo siguiente:

“Querido Padre. ¿Te acuerdas que siempre dijiste que lo que más atraía de este cuadro era el misterio de su mirada, el enigma sobre lo que querrían decir sus ojos?

Creo que, a lo largo de estos meses, he conseguido averiguarlo.

En dos palabras: “Eres gilipollas”.

E incluyó la tarjeta de vuelos indefinidos, decorada con un artístico graffiti:

Jesús Vendetta Lens

CONCURSOS LITERARIOS

CONCURSO DE PRIMERA FRASE FLORENCI CLAVÉ

1) Pueden enviar sus primeras frases a partir del 1 de diciembre 2010 al correo de la librería info@negraycriminal.com

2) El concurso se cerrará el 15 de enero 2011.

3) Cada Primera Frase podrá tener de una a cinco líneas

4) El jurado compuesto por dos escritores, dos lectores, dos periodistas y dos libreros deliberará antes del sábado 5 de febrero en que dará a conocer la PRIMERA FRASE ganadora en el marco y jornada final de BCNegra: la terraza de la librería Negra y Criminal

5) El Premio será un LOTE NEGRO y un diploma con la frase ganadora.

6)Cada concursante(autores, traductores, lectores, correctores, editores, blogueros, twitteros, y todo aquel que sepa escribir) puede enviar una o varias Primera Frase.

7)La Primera Frase ganadora se publicará en el blog de Negra y Criminal y otros blogs cómplices, nacionales e internacionales.

8) Este concurso, de acuerdo con el maestro Agustín Lara, se hará “solamente una vez”.

RECORTICOS & VAGUERÍA

Mis compañeros de trabajo se parten de risa, cuando me “ven” leer el periódico, a primera hora de la mañana, y escuchan el rasgar de papel que supone, para mí, la lectura de los diarios.

Mi casa, por su parte, es un infierno de papeles que se apilan en las mesas, los sillones, los bolsillos de los pantalones, las camisas y hasta los armarios. A veces me han aconsejado que escanee las noticias. O que guarde los links de sus ediciones digitales. Pero no es lo mismo. Porque a mí, lo que me gusta, son los recorticos: noticias curiosas, caricaturas, chistes, titulares, fotografías, imágenes… ¡todo un vicio!

Y una pérdida de tiempo, podría pensarse. Hasta que nos enteramos de que uno de los finalistas del Premio Turner de pintura es el inglés Dexter Dalwood, muy bien valorado por la crítica porque compone sus cuadros a partir de collages que obtiene de revistas ilustradas y libros de arte, mezclando fotografías de lugares míticos con sedes de asesinatos, paisajes montañosos con la Torre Eiffel.

Que no es lo mismo que mis recorticos, claro. Pero que eso de pintar con recortes respira el mismo aire y se alimenta de la misma filosofía que esa costumbre mía. Una inyección de moral para perseverar en una costumbre que, creo, no llega a aberración. Todavía. Aunque mi Paqui seguro que piensa lo contrario.

Como me pasó cuando tenía dudas, la otra tarde, sobre mi inveterada tendencia a la procrastinación, que me hace dejar cuentos, proyectos e ideas a medio rematar. O resolver. Y terminar.

Estaba trabajando en un tema de cine cuando me di de bruces con una maravillosa historia.

Resulta que Peter Bogdanovic estaba adaptando la novela “Addie Pray” para la pantalla, pero no le parecía que fuese un nombre apropiado para una película así que empezó a buscar otro. Quiso la casualidad que, mientras seleccionaba la música para el filme, el director escuchara una canción titulada “It’s Only a Paper Moon”, decidiendo darle ese título a su largometraje.

Pero antes de terminar de decidirse, lo consultó con su gran amigo y mentor Orson Welles, cuya respuesta ha quedado para la historia: «El título es tan bueno que no deberías hacer la película, sino presentar el título y olvidarte de ella».

¡Toma ya!

Lo que me da rabia es no acordarme de otra historia parecida. No sé si fue David Trueba el que habló de esos cuentos perfectos que, una vez escritos en la cabeza de su autor, no se merecían quedar reducidos al estrecho margen que deja el papel, o la computadora, y por eso nunca terminan de escribirse, físicamente hablando. Como aquel famoso Bartleby el escribiente, que siempre prefería no hacer lo que le pedían y nunca terminaba de escribir lo que le encargaban. ¿Será por eso que el famoso cuento «La prístina transparencia del vodka con tónica»  todavía no ha salido de mi cabecita?

Vale. Lo reconozco. La realidad es que soy un vago de tomo y lomo. Pero estas historias, ¿no merecían la pena ser contadas?

Jesús preferiría-no-hacerlo Lens.

UN CERDO CAE

Dedicado a las Niñas de Hoy.

Con respeto y admiración.

– ¿Ése es?

– Ya te digo.

– Y dices que, hasta hace casi nada, escribía en los periódicos y salía en las televisiones, ¿no? De contertulio de esos.

– Efectivamente.

– Joder. ¿Y cómo ha acabado aquí?

– Pues por bocazas. Y por gilipollas. Por no saber tener la boca cerrada.

– Hombre, si todos los bocazas del mundo acabaran aquí, no íbamos a dar abasto.

– Ya, pero éste es muy especial. Resulta que un día salió en la tele hablando de follar jovencitas, de lo buenas que están, de cómo le gustaba sobar sus carnes prietas y cosas así. De sus coños rasurados y su olor virginal…

– Un salido, vamos.

– Sí. Un salido de dos pares de cojones. Y en la tele. No en directo, claro, pero el discursito quedó grabado y alguien lo subió a Internet. Y se armó la de Dios es Cristo.

– Le echarían, ¿no? Al cerdo, digo. Que le echarían a la puta calle.

– ¡Ca! ¿Tú sabes cómo se manejan esos de las teles? Son peor que la mafia, apoyándose y protegiéndose unos a otros. El tío siguió de tertuliano y de articulista. Y sacando pecho, el hijo de puta.

– ¿Entonces? Sigo sin entender qué pinta aquí.

– Pues todo empezó cuando su mujer se divorció de él. Normal. Después de que todo Cristo le viera hablar en la tele como un pervertido y viejo verde, imagínate a la pobre mujer, comprando el pan o en la carnicería, y todos pensando por lo bajini que olía a urea.

– ¿Urea?

– A meo. A pis. A vieja, vamos. El caso es que el divorcio, al menda, no le sentó muy bien y empezó a beberse la noche. Hasta que tuvo un mal encuentro.

– ¿Alguien que le reconoció y le partió la cara?

– Peor. Se topo con uno de esos coñitos rasurados que tanto le gustaban. La tía se fue con él y, esa misma noche, le denunció por violación.

– Joder. ¿De verdad la violó?

– Él dice que no. Que la ella se lo inventó todo. Pero el abogado de la tía, en el juicio, propuso como prueba el famoso vídeo del menda hablando de follarse a los yogurines tiernitos. Y claro, entre su cara de cerdo salido y la carita llorosa de la niña de diecisiete años, ¿a quién crees que creyeron?

– Ya me imagino. Pues lo que le espera al pobre incauto aquí… aunque con ese careto, lo mismo le dejan en paz.

– ¿Desde cuándo se ha dejado en paz a un violador de menores en una cárcel?

– Eso también es verdad.

– Pues eso. Por cierto, ¿cómo vamos a ver el Barça-Madrid, el lunes?