Cines del Sur & Etnosur: África en Andalucía

Si compráis la revista Garnata, no encontraréis este reportaje. Por una sencilla cuestión de espacio-temporal: para cuando ha salido la revista, ya hacía demasiado tiempo que el Festival terminó y, por tanto, el reportaje estaba desfasado.

¡Qué complicado, el mundo de la edición! Mantener el equilibrio entre la actualidad, los plazos que nos devoran, el interés del lector y el número de páginas… ¡heroico, lo que consiguen los amigos de Garnata, en estos tiempos de estrecheces y restricciones!

Pero como la maquetación del reportaje había salido tan bien, no hemos querido echarla al olvido así que, como separata virtual de la revista, como si fuera una de las tomas falsas de un programa de televisión o parte del making off de una película, aquí lo lleváis: Cines del Sur o la visibilidad del Cine invisible.

Veréis que aparecen dos fotogramas de una película emocionante: “Mamá África”.

Quiere la casualidad -¿o no?- que este fin de semana se celebre en Alcalá la Real ese maravilloso e imprescindible Etnosur. Hace tiempo que no voy, que siempre me ha coincido con Semana Negra. Como la cita asturiana, este año, es más tarde, la Tropa Musiquero-Viajera hemos organizado un micro on the road con estancia en Alcalá la Real para disfrutar de un Festival que este año, además, es temático: Especial África.

Además de volver a ver a Femi Kuti, disfrutaremos, por supuesto, del merecido homenaje a Miriam Makeba, la entrañable Mamá África.

Creo que, esta vez, me llevaré tecnología portátil e iremos contando, en vivo y en (casi) directo.

Jesús making off Lens

 

PD.- Atención a dos excelentes artículos de Opinión de El País. Uno de Antoni Domenech y Daniel Raventós y otro de Sami Nair, sobre la izquierda, su desorientación y su ¿futuro? Dan mucho que pensar, creedme. Y aún con todo, tenéis que comprar Garnata. Porque sí estamos, con un reportaje de cine. Y que está basado en esta imagen…

El sueño del celta

Hablemos, ahora ya por completo, de “El sueño del Celta”, cuya reseña publicamos en la revista Garnata. ¿La habéis leído? A la novela, me refiero. ¿Qué os pareció? Como ya me comento Alberto, mi lectura es sesgada, subjetiva y muy particular. Pero creo que es lo bueno de los libros: cada uno lee el “suyo”…

Lo escribí, alto y claro, nada más comprar el libro más reciente del flamante Nóbel de Literatura del 2010: antes de que le concediesen el galardón, yo ardía por echarle mano a la novela en la que el autor peruano venía trabajando desde hacía años.

“El sueño del celta”, terminó titulándose y, para mí, es una novela extraordinaria, rica, densa, ilustrativa y llena de meandros, compleja y repleta de atractivos. Aunque, empezando por el principio, quizá hablar de “novela”, en este caso, no sea exacto. O sí. ¿Quién sabe?

El caso es que el celta del título fue un tipo real, de carne y hueso, que vivió en los inicios del siglo XX y protagonizó no una sino tres o cuatro aventuras, cada una de ellas susceptible de haber pasado a los anales de la historia. Su nombre: Roger Casement, un buscador de fortunas que recaló en el mítico Congo Belga (ya sabéis lo que ese lugar significa para mí) y se escandalizó ante lo que vio, escribiendo un informe tan demoledor que conmocionó a toda Europa.

Como dice el protagonista en un momento, refiriéndose al Horror y a la abyección humana más total, absoluta y depravada: “El Congo otra vez. El Congo por todas partes”. O, unas páginas después: “El Congo, sí. El Congo por doquier”.

Después de marchó al Amazonas, otra zona cauchera por excelencia. Y lo que vio, y contó, también provocó un escándalo de proporciones homéricas. Pero es que, además, Casement terminó siendo un revolucionario irlandés que ejerció de espía diplomático durante la I Guerra Mundial y terminó interviniendo en el célebre y fallido levantamiento de la Semana Santa de 1916.

Una vida proteica con la que Vargas Llosa se topó mientras andaba estudiando la vida y la obra de Joseph Conrad, cuyo majestuoso “El corazón de las tinieblas” también puso el acento en las barbaridades que acontecían en el Congo.

Con esas mimbres, con un personaje tan intenso, Vargas Llosa escribe varias novelas en una. O varios libros de memorias. O varias biografías. Y todo comienza en una cárcel de Londres. En 1916, con el celta soñador encerrado en una cárcel de Su Majestad que, años antes, le rindió los más altos honores y le hizo Grande de la Patria, por los servicios al Imperio. Esperando clemencia. Y recibiendo algunas visitas, a partir de las que, mirando atrás, Casement irá reconstruyendo su biografía.

Una biografía que, como suele ser habitual en el común de los mortales, tiene sombras, lados oscuros y momentos vergonzantes. Sobre los que Vargas Llosa no pasa de puntillas, apuntándolos desde el comienzo del libro:

“Cada uno de nosotros es, sucesivamente, no uno, sino muchos. Y estas personalidades sucesivas, que emergen las unas de las otras, suelen ofrecer entre sí los más raros y asombrosos contrastes”.

Una novela, además, africana.

– El África no se ha hecho para los débiles… no es Estados Unidos ni Inglaterra, se habrá dado cuenta. En el África los débiles no duran. Acaban con ellos las picaduras, las fiebres, las flechas envenenadas o la mosca tse tse.

Y Amazónica, uno de los viajes que más ganas tengo que hacer: “La Amazonía, donde todo parecía estar naciendo y muriendo, mundo inestable, riesgoso, movedizo, en el que un hombre se sentía arrancado del presente y arrojado hacia el pasado más remoto, en comunicación con los ancestros, de regreso a la aurora del acontecer humano. Y, sorprendido, descubrió que recordaba aquello con nostalgia, a pesar de los horrores que escondía”.

Una novela documentada, en libros y en papeles, pero también personalmente por Vargas Llosa que ha recorrido los paisajes de su novela. Paisajes que siguen siendo difíciles y complicados.

Pero esa es ya otra historia…

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

EL SUEÑO DEL CELTA

Pues, efectivamente, seguimos ampliando el espectro de lugares, físicos y/o virtuales, en que publicamos. Iniciamos una colaboración con la revista Garnata que, ojalá, sea larga, feliz y duradera. No olvidéis que hoy se distribuye con IDEAL, sin sobrecoste para el periódico.

E iniciamos esta colaboración con una reseña de la última novela de Mario Vargas Llosa, “El sueño del celta”. Que dice así:

Hay que felicitar a los directores del Festival Internacional de Poesía por haber invitado a Mario Vargas Llosa justo cuando le han dado un más que merecidísimo Nóbel de Literatura. Y honra al galardonado el no haber renunciado a citas como la granadina tras la brutal complicación que la concesión de una distinción como ésta provoca en la agenda del premiado.

Ha querido la casualidad que también haya coincidido el Nóbel con la publicación de un nuevo trabajo de Vargas Llosa, “El sueño del celta”, una novela extraordinaria, rica, densa, ilustrativa y llena de meandros; compleja y repleta de atractivos. Aunque, empezando por el principio, quizá hablar de “novela”, en este caso, no sea exacto. O sí. ¿Quién sabe?

El caso es que el celta del título fue un tipo real, de carne y hueso, que vivió en los inicios del siglo XX y protagonizó, no una, sino tres o cuatro aventuras, cada una de ellas susceptible de haber pasado a los anales de la historia. Su nombre: Roger Casement, un buscador de fortunas que recaló en el mítico Congo Belga y se escandalizó ante lo que vio, escribiendo un informe tan demoledor que conmocionó a toda Europa. Desde entonces, el Congo es sinónimo de lo peor. Lo peor del horror. (Y ya sabéis lo que el Congo significa para mí)

(CONTINUARÁ)

(O sea, leed en la versión impresa, malandrines 😉

Jesús Lens.

¡PODEMOS!

Tras la explosiva alegría por el triunfo de los Lakers y de Gasol en la NBA, que dejábamos ESTA MADRUGADA, vamos con la columna de hoy de IDEAL. De la que me dicen que no. Que no es así… ¿cómo lo ves?

¡Quién nos iba a decir que detrás de su marcial aspecto de sargento de hierro se escondía el alma de un poeta! Nada más terminar el partido que dio el inesperado y sorprendente título de la ACB al Caja Laboral, su entrenador, el adusto Dusko Ivanovic, dijo que lo importante “no es lo que crean de nosotros desde fuera, sino lo que nosotros seamos capaces de creer sobre nosotros mismos”. El Baskonia creyó en una victoria imposible, definida con esta otra perla: “A veces, la realidad es más bonita que los sueños”.

El deporte, con independencia de que nos parezca opio para adormecer a las masas, un simple entretenimiento o uno de los logros más importantes de la civilización humana, cada vez tiene más importancia y trascendencia. A nadie escapa que nuestros dirigentes andaban como locos, descontando los días que quedaban para que empezara el Mundial y así, entre la lesión de Iniesta y el debut con Suiza, hacernos tragar la reforma laboral sin mayores contratiempos.

Por eso tengo la sensación de que en Granada, tras el ascenso del CeFé y la gran temporada del CeBé, algo puede estar cambiando. Escuchar cómo defendía Antonio Jara en Sevilla tanto la vocación andaluza como la autonomía de CajaGRANADA, de forma clara, rotunda, diáfana y sin excusas, nos debe llenar de orgullo y satisfacción. (De lo que hablábamos AQUÍ la semana pasada.) 

A la vez, parece que el Milenio se encarrila hacia algo con sentido, poniéndose en las manos de un Legado Andalusí con acreditada experiencia en la organización de este tipo de eventos. Resulta curioso que, antes siquiera de saber de qué iba el Milenio, ya le hubieran creado una brutal macroestructura con gerentes, directores de comunicación, directores de proyecto y otros muchos puestos de relumbrón. Ahora, más discretamente, y con el horizonte puesto en 2015, un par de personas dirigirán un proyecto que será ejecutado por un grupo consolidado de trabajadores que ya saben de qué va el tema.

Y todo ello coincide con el lanzamiento de una revista, “Garnata”, (que comentamos AQUÍ) que apela precisamente al orgullo de ser granadinos, a nuestra capacidad de hacer cosas importantes por nosotros mismos. No me extraña que en su Consejo de Redacción esté Antonio Claret, otro gran adalid de la autonomía de nuestra Caja y que siempre se ha caracterizado por impulsar ideas y materializar proyectos de tanta envergadura como el Centro Cultural CajaGRANADA Memoria de Andalucía.

No escribo frases como “orgullo de ser granadinos” en términos reduccionistas, antivecinales o localistas. Ni mucho menos. Muy al contrario, viviendo en Granada y amándola, con todas sus contradicciones, se empiezan a vislumbrar felices movimientos, gestos y detalles que dan a entender que empezamos a mirar, por fin, hacia delante. Que dejamos de apelar únicamente a nuestra pretérita gloria histórica para pensar en positivo y en clave de futuro. Que actuamos por nuestra cuenta, sin pedir permisos ni rendir pleitesías. Ojalá no sea un simple espejismo.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.