No. No es ninguna metáfora sobre el descenso a las alcantarillas de la política española contemporánea. Hablo de esas ramblas que, atestadas de vegetación, no pueden cumplir con su función primordial cuando llueve algo más de lo normal.
¿Sintieron ayer los truenos, otra vez, a la hora de la siesta? Sigue haciendo tal calor que resulta imposible comerse la tradicional Torta de la Virgen sin que se haga bola: la otra mañana me llevé una de chocolate y, a media tarde, parecía un bollycao. Pero las tormentas no cesan.
Al final fue un chapetón sin importancia, pero con esto de la gota fría, lo que en el Zaidín es un chirimiri puede convertirse en una inundación devastadora 20 kilómetros más allá.
¿Cuánto cuesta mantener las ramblas limpias y los bosques adecentados y sin rastrojos, para prevenir riadas e incendios forestales? Una pasta, sin duda. Los trabajos de prevención son caros y poco lucidos. Es mucho mejor invertir en una rotonda, por ejemplo, que permite ponerse en la foto de la inauguración hasta a 14 políticos y resulta mucho más económica.
Invertir en desbrozar un descampado o en rascar el cauce de un río acolmatado es tan costoso como poco vistoso. ¿Qué van a hacer el alcalde o el diputado de turno? ¿Posar con un rastrillo en mitad de un campo recién limpiado por una cuadrilla? ¿Salir en la tele municipal con unas botas de agua cubiertas de barro y una pala campechanamente echada al hombro? Sin olvidar que, en estas cuestiones, hay más administraciones implicadas, como la CHG, sin ir más lejos.
Miremos ahora las noticias sobre los desastres provocados por las riadas, cifrados en muchos, muchísimos millones de euros. Hasta 30 en lo que va de 2018, según los cálculos que hacía Jorge Pastor en su cenagoso reportaje del pasado domingo. (Leer AQUÍ)
¡Cuántas ramblas limpias y cuántos cauces expeditos se podrían haber logrado con 30 millones de euros! Por no hablar de los jornales que habrían supuesto.
Todo ese dinero se irá ahora en peritajes y compañías de seguros, en arreglar ruinas y rehacer desperfectos. Que yo sé que la cuenta de la vieja no cuadra matemáticamente en un caso como este ni la relación económica es directamente proporcional, pero que da mucha rabia y mucho coraje comprobar cómo el agua arrastra y se lleva por delante los sueños de cientos de personas.
Jesús Lens