A José Antonio le pareció pobre el Vuelta y vuelta dedicado a la Catedral de Jaén. Que citando la soberbia sacristía de Vandelvira apenas había rascado la superficie de esa joya arquitectónica, me vino a decir. Es lo que pasa cuando lees sobre un tema que conoces bien: te gusta que escriban de ello, pero te parece insuficiente y poco profundo, por lo general.
A José Antonio, iliturgitano de raza, lo que en realidad le fastidió, yo lo sé, es que no mencionara en el artículo a su paisano Eufrasio López de Rojas, nacido en Andújar en 1628 y autor de esa memorable fachada del templo jienense sobre la que es necesario deshacerse en elogios.
El bueno de Eufrasio, proveniente de una familia de canteros, había sido nombrado maestro mayor de la Catedral de Granada en 1666, pero duró poco en el cargo: su presencia fue requerida en Jaén, donde dejó buena huella de su talento en la referida fachada de una de las cumbres del Renacimiento español.
Hace un par de años, en otro de estos viajes veraniegos por la provincia de Jaén, estuve en Sabiote, el tercer y menos conocido vértice de un triángulo completado por Úbeda y Baeza, ciudades ricas y feraces en patrimonio histórico-artístico, máximos exponentes del Renacimiento, en las que Andrés de Vandelvira dejó su huella indeleble. (Leer AQUÍ)
Vandelvira. Todo lo que pueda escribir de Vandelvira sabrá a poco a quienes saben de su vida y su obra, ¿pero es suficientemente conocido por el gran público? Haría falta que Pérez-Reverte lo convirtiera en personaje de alguna de sus novelas para elevarlo a la categoría de auténtica celebrity histórico-artística.
En Sabiote, tallada en piedra, hay una escultura dedicada al maestro Vandelvira, situada en el centro de la villa, en una plaza que permite al viajero girar 360 grados y flipar con la visión continua de una increíble sucesión de singulares edificios históricos, religiosos y civiles. Todo un viaje en el tiempo cincelado en roca.
Frente a la Catedral de Jaén hay otra escultura de Vandelvira, esta mucho más reciente. El autor es el granadino Ramiro Megías López y data de 2005, cuando se celebró el V centenario del nacimiento del ilustre arquitecto. Se trata de una soberbia pieza de bronce sobre un pedestal y el homenajeado aparece en escorzo, dibujando sobre su cuaderno. Cuatro metros de altura y dos toneladas y media de bronce, con la peana decorada con las herramientas del arquitecto: compás, cincel, martillo, etcétera.
Qué buen plan sería hacer una Ruta de Vandelvira, comenzando por su Alcaraz natal, en Albacete y pasando por Cuenca o la bella y quijotesca localidad de Villanueva de los Infantes, en Ciudad Real. Y, por supuesto, Úbeda, Baeza, Sabiote, Jaén y otros pueblos jienenses. ¡Hasta en la Catedral de Guadix dejó su huella!
¿Ven? Se me termina el espacio y, en realidad, no les he contado nada sesudo sobre Vandelvira y sus célebres bóvedas vaídas o de pañuelo. ¡Si es que no tengo remedio!
Jesús Lens