No hay excusa. De verdad. Busca un par de horas para escaparte al cine Madrigal, si estás en Granada. Desde las 4 de la tarde, cada dos horas. Y si vives fuera, o te vienes a nuestra querida ciudad o mira en la cartelera. Pero “La sal de la tierra” es una película que TIENES que ver.
No hago más que decirlo a todas las personas con las que hablo, desde que el pasado jueves, Reyes, mi Cuate Pepe y yo salimos, muy tocados, de la oscuridad de la sala de cine. Y es que hacía tiempo que no tenía una experiencia cinematográficamente humana tan potente.
Bien sabéis, los que me leéis habitualmente, que una de mis tesis fundamentales es que el cine es una herramienta que, trascendiendo el entretenimiento, puede llegar a transformar la realidad. Además de contarla.
“La sal de la tierra”, dirigido por Wim Wenders y por Juliano Ribeiro Salgado, es un documental tan potente que, posiblemente, cambie la percepción que muchas personas tienen del mundo en que vivimos.
Pero, ¿qué es exactamente “La sal de la tierra”? Como decía, es un documental basado en la vida y la obra de, posiblemente, el mejor fotógrafo actual: el brasileño Sebastiao Salgado. Sus fotografías, siempre en blanco y negro, nunca son casuales. Si buscáis en Google sus imágenes debéis saber que, aunque las veáis sueltas, todas pertenecen a diversos trabajos y proyectos que, a lo largo de su vida, Salgado fue ejecutando lenta y premiosamente, con el inquebrantable apoyo de su mujer.
Empezando por “Otras Américas”, un trabajo al que dedicó ocho años de su vida. O “Trabajadores”, “Terra”, “La mina de oro de Sierra Pelada”… Y el más impresionante y estremecedor: “Nómadas”.
Son trabajos totémicos, hercúleos, que Sagado y su mujer han realizado para su propia agencia de fotografías, llamada Amazonas Images y fundada en 1994, después de que Salgado formara parte de la mítica Magnum Photos desde 1979.
La película de Wenders y JR Salgado, hijo del fotógrafo, muestra muchas de las fotografías de Sebastiao, pero perfectamente contextualizadas ya que el propio fotógrafo cuenta a la cámara las intenciones que le llevaron a afrontar cada uno de sus proyectos, anécdotas que le ocurrieron mientras los ejecutaba y, sobre todo, los efectos y las consecuencias anímicos y espirituales que tuvieron en él.
Por eso, “Nómadas” es tan importante. Porque en él se muestra la vida de cientos de miles de personas que, al final del siglo XX, vivían en perpetuo movimiento, huyendo de la guerra, de la enfermedad, del hambre y de la miseria.
Para documentar esos procesos, Salgado viajaba con los protagonistas. Días. Semanas. Meses. Viajó con los etíopes que buscaban agua en Sudán, donde la encontraron a orillas del Nilo Azul, sí. Pero solo para encontrarse con una hambruna atroz. Los efectos de la sequía del Sahel. Los dramáticos acontecimientos de Ruanda, durante las masacres de 1994. Y, después, los campos refugiados hutus en Goma.
Dolor, sufrimiento, enfermedad, muerte… e ignorancia. Sobre todo, ignorancia. Porque en nuestro eurocentrismo, en nuestra burbuja primermundista, nos olvidamos de lo esencial. Y lo esencial es lo que Salgado escribe en “Éxodos”, a modo de introducción. “Más que nunca, siento que solo hay una raza humana. Más allá de las diferencias de color, de lenguaje, de cultura y posibilidades, los sentimientos y reacciones de cada individuo son idénticos”.
Recuerdo que, hace meses, cuando la editorial Tachen, que publica los libros de Salgado en España, me envió información con el nuevo proyecto del autor, me quedé sorprendido. “Génesis”. Y salían animales.
¿Cómo? Salgado, el fotógrafo del compromiso social, el fotógrafo de la condición humana por excelencia… ¿adscrito a una especie de National Geographic?
Solo diré una cosa: cuando veas “La sal de la tierra”, con el rostro de Salgado filmado en blanco y negro, la cabeza afeitada, como el Kurtz al que Marlon Brando dio vida en “Apocalypse Now” y su expresión coriácea… cuando le escuches hablar del cómo y el porqué de “Génesis”, tardarás segundos en entrar en www.tachen.es y pedir no solo éste, sino el resto de sus libros.
¡El poder del cine!
Jesús Lens