DULCE NOCHE SALOBRE

  • ¿Hasta dónde puede llevarnos el cine? -me preguntaban el pasado viernes en una entrevista radiofónica.

 

  • Pues, de la mano de amigos como Encarni, Colin, Mariano, Gonzalo, Pepe, Panchi o Josefina; el cine puede llevarnos… hasta donde nosotros queramos y estemos dispuestos a ir. Lejos. Muy lejos. Hasta Salobreña, por ejemplo -hubiera podido contestar, sin temor a equivocarme, tras la estupenda velada del 15 de enero…

 

Gonzalo, un servidor y Mariano, paradójicamente, de izq. a dcha.
Gonzalo, un servidor y Mariano, paradójicamente, de izq. a dcha.

Porque Salobreña está ahí al lado pero, desde que este verano se planteó la posibilidad de presentar allí nuestro querido libro «Hasta donde el cine nos lleve», han pasado un puñado de meses. Y, sin embargo, por cómo salió todo, debemos convenir en que la espera ha merecido la pena.

 

Porque la presentación salió, claro, de cine. De dulce. De maravilla. De lujo.

 

Pero empecemos por el principio. Que bajar con mi Cuate Pepe y con Panchi en su coche, iniciando un nuevo mini On the road a cuenta del libro, ya fue un placer, con ese «A kind of blue» de Miles Davis sonando en el equipo de música.

 

Cuando quedaban quince minutos para el inicio de la presentación, aún no había mucha gente en la Biblioteca de Salobreña. De hecho, excepto los organizadores, no había nadie. Por eso, mi querido Colin estaba tan nervioso. Encarni y él se habían tomado tantas molestias… pero Gonzalo, el concejal de cultura, estaba tranquilo. Con mucha o poca gente, la cosa saldría a pedir de boca. Es lo que tiene hacer las cosas bien, como está claro que hacen los regidores de esa fantástica localidad costera.

 

Cuate-foto
Cuate-foto

Y llegó Mariano Navas, mi presentador. Filólogo, lector, cinéfilo y cubano de adopción. Abrazo, charla y… buen rollo. Y empezó a llegar gente. Y más gente. Y una poca más. Colin sonreía satisfecho. Y tranquilo. Lo estaba viviendo con tanta o más intensidad que yo. Por eso, cuando Juan Madrid, uno de los padres de la novela negra española entró por las puertas, Colin y yo sonreímos a lo bestia. Privilegio y honor el que nos hacía Juan, con su presencia allí, la mágica noche del viernes 15. Y llegaron Javi, Rosario, Concha… ¡Ay!

 

Y entonces apareció, con su melena rubia de guerrera vikinga. De verdad que no me la esperaba, pero Josefina se ganó su carné de Cuatrera (*), a pulso, bajando inesperada y sorpresivamente a Salobreña para acompañarnos en la presentación costera de «Hasta donde el cine nos lleve». ¡Detalle de los que no se olvidan!

 

Y, al final, la sala se quedó pequeña. Más de cincuenta personas, algunas de pie, nos escucharon, impávidos, a Mariano y a mí.

 

Lo de Mariano… un lujo de presentación. Vamos, que me sacó los colores por todo lo mucho y bueno que dijo de un servidor y de nuestro libro. Y de Fran, el coautor, cuya trayectoria se puede seguir por Internet y al que mandamos un fuerte abrazo desde Salobreña. Y todo ello, en unos folios primorosamente manuscritos, una joya bibliográfica de la que tengo que conseguir una copia, sí o también.

 

Birreando en El Puentecillo
Birreando en El Puentecillo

Entonces empecé yo a largar. No había preparado nada, para esta presentación. Había repasado las notas de otras anteriores y, prometiendo ser breve, me lancé a hablar a tumba abierta. Y lo siento por los presentes, pero estaba disfrutando tanto que fui enlazando unos temas con otros y, al final, me enrollé como una persiana, cascando media hora sin parar ni a respirar.

 

Pero no fue mi culpa. Creo. Porque miraba a la gente, allí enfrente, y nadie parecía aburrirse. Sin bostezos, sin mirar el reloj, sin mandar SMS… el buen público de Salobreña parecía seguir la plática con atención e interés. Así que, como ya me conocéis… no encontraba momento para callar y meter lengua en paladar.

 

Vamos, que estuve en la gloria y que la de Salobreña ha sido la presentación de «Hasta donde el cine nos lleve» más relajada, disfrutona, amistosa y agradable de las que hemos hecho hasta el momento. Todas han sido únicas y especiales, pero, por alguna razón, en ésta ha sido en la que más cómodo me he encontrado, al igual que me pasó la víspera, hablando de financiación privada para montar una empresa, en la ESNA. Vamos, ¡que el 2010 trae buenos presagios!

 

Y, después, ese momento tan especial que siempre es el de la firma de libros. Un goteo constante y, al final, unos veinte libros vendidos, todos ellos cariñosamente dedicados a esa gente que venía, saludaba, comentaba, preguntaba, sugería… ¿he dicho ya que estaba en la gloria? Y, por cierto, un saludo muy especial a la gente de la librería motrileña «La evasión», sita en C/ Ramón y Cajal 9 y que ya ardo por visitar, dado que sus dueños son auténticos amantes de los libros.

 

El siguiente paso en nuestra noche de libros, birras y amigos nos condujo a La Caleta, a la taberna «El Puentecillo», uno de esos lugares que, si no existieran, habría que inventarlos. Uno de esos bares pequeños en los que, nada más entrar, ya te sientes como en casa, decorados con fotos de músicos y con todo el sabor de lo auténtico. Tras la barra, El Gato, un tipo, además de encantador, dotado con un inmejorable gusto musical. 

 

Ya completamente relajados, llegaron los brindis, el recuerdo para la gente que quería estar allí pero no podía, las felicitaciones y los parabienes. Y los agradecimientos. Y esas tapas de tortilla con salsa de ajo o el bacalao con una salsa de tomate y carne que, sorprendentemente, estaba para chuparse los dedos. La música, jazzera, con Miles Davis de protagonista y una curiosa coincidencia acerca del genio de la trompeta y el mismísimo Michael Jackson, a cuenta de ese excepcional «Human Nature». Que Colin y Pepe tienen el mejor de los oídos.

 

Y de allí al corazón de Salobreña, al Pub Studio J.A. del que es dueño Mariano y donde pasamos una extraordinaria madrugada de charla, copas, música y disfrute, con esos momentos en que nos parábamos a hablar de las cosas realmente importantes de la vida: Miles Davis y «A kind of blue», las mujeres, los hombres, Guardiola, los cóckteles, los viajes, los restaurantes y el ceremonial de una buena comida… la vida, en una palabra.

 

Y así, no es de extrañar que al volver al hotel, cansados pero felices por haber disfrutado de una noche extraordinaria, cuando le deseamos buenas noches al portero de turno, el hombre, con toda la acidez y carga de profundidad de que era atesorador, nos respondiera con un lacónico, ilustrativo y preclaro:

 

  • Buenos días, querrán decir…

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

(*) Cuatreros. Dícese de los amigos que se embarcan en salidas On the road, más largas o más cortas, para acompañarnos a mi Cuate Pepe y a mí en esta vorágine de charlas, presentaciones librescas y encuentros que llevamos felizmente a cuestas…

 

PD.- Posiblemente, pronto prepararemos Fran y yo otra presentación, esta vez en Madrid… ¿os animaréis a montar un On the road capitalino?                

KILÓMETROS DE LIBROS

Cuando mi cuate Pepe y yo salíamos de una Granada abrasada por los cuarenta grados del calor de un mediodía de agosto, con rumbo a Villena (Alicante), con el fin último de presentar «Hasta donde el cine nos lleve» (para hacerse con un ejemplar, lo más fácil es ESTO) en el pueblo de mi querido Frankie, coautor del libro y amigo del alma, inevitablemente nos preguntamos aquello de «qué hago yo aquí».

 

Nuestro libro, bien acompañado
Nuestro libro, bien acompañado

Así lo contaba esa tarde, unas horas después, a las más o menos cincuenta personas que se concitaron en la Casa de la Cultura de Villena para escucharnos a Fran, a mí y, sobre todo, al escritor y periodista Mariano Sánchez Soler, quién se metió al público en el bolsillo con una charla tan culta y cargada de emoción como amena y divertida. Suya fue la responsabilidad de que, al terminar la presentación, Fran y yo firmáramos unos veinte libros. ¡Qué sensación más gustosa y placentera, como ya comentamos sobre la presentación de Semana Negra!

 

¡La fama cuesta!
¡La fama cuesta!

Y es que, a lo largo de mi vida, he hecho muchos viajes. Pero ninguno como éste. El objetivo y fin último era, por supuesto, presentar el libro. Pero, en realidad, y como también he comentado más de una vez en las distintas presentaciones que he hecho del libro en estas semanas, lo realmente trascendente de los viajes es, siempre, el Factor Humano. Paisajes, monumentos y geografías son importantes, pero la esencia del viaje, además de tus propios compañeros, viene dada por la gente con la que te encuentras y a la que conoces durante el periplo.  

 

Así, Pepe y yo disfrutamos de una magnífica cena tras la presentación del libro, con Cris, Fran, Miguel y Mariano. Felices porque la misma hubiera sido un éxito y firmando sobre la mesa del restaurante un par de ejemplares más, destinados a personas muy, muy especiales, dimos cuenta de una generosa ración de pescado de lo más variado y sabroso, hablando sobre mil y una cosas, películas incluidas. Y después, en el copeo, salió a relucir ese tema que a Frankie le tiene alucinado: qué es y qué no es vida social, desde mi punto de vista, un asunto sobre el que tendremos que volver más pronto que tarde.

 

Mi Cuate Pepe
Mi Cuate Pepe

Y entre unas cosas y otras, Pepe y yo nos fuimos al catre bien entrada la madrugada de un viernes que nos encontró durmiendo cerca de las doce de la mañana. Un café más tarde, on the road again. Qué ilusión ese chaval de Yecla, que me preguntara por el libro referencial de Kerouac en la presentación. ¿Lo hará Coppola alguna maldita vez? On the road. Música alta y camino de Águilas, donde habíamos quedado con Txomin para comer otro pescado, igualmente espectacular y sabroso, en el restaurante de su amigo Boli.

 

A punto estuvimos de no poder entrar en el pueblo murciano, por mor de un brutal accidente que había colapsado el tráfico, pero un giro de Pepe, digno del mejor Alonso, consiguió que cogiéramos la salida oportuna en el último segundo y que pudiéramos disfrutar de un festín de pescado sin parangón y, sobre todo, de la afabilidad de Yolanda, Txomin y sus dos chiquitines (¿qué tal va esa otitis?)

 

En casa de Colin, con mi camiseta de Bill Evans
En casa de Colin, con mi camiseta de Bill Evans

No conocía Águilas. Y Domin nos hizo un completo, rápido y somero recorrido por sus puntos más interesantes. Me gustó. Y mucho. De hecho, ya hay una palabra en nuestro diccionario atlético viajero de la próxima temporada: Media Maratón de Lorca y, después, dosis en vena de los productos del Boli. Esa gamba roja, esos letones, ese gallopedro, ese pez gato, ese tomate con bacalao, esas tostas de tomate y, de postre, ¡esa fideuá! Imperiales.

 

Me gustan los restaurantes en los que la confianza de los clientes con sus dueños te permite dejarte aconsejar por ellos. Suele ser sinónimo de triunfo seguro. Como en Villena y Águilas.

 

De vuelta a Granada, recogimos a Panchi y, sin solución de continuidad, enfilamos para Salobreña. Habíamos quedado con Colin Bertholet para tomar unos espetos de sardinas antes de ir a la Casa Roja, al concierto de Angelique Kidjó.

 

La diosa de ébano
La diosa de ébano

Y allí comenzó todo. De nuevo. Kilómetros, carretera, otro hotel, ducha y a seguir con la acción. El Bahía, pedazo de chiringo, nos sirvió unas Alhambras espaciales heladas y unos espetos que estaban para chuparse los dedos.

 

A Colin y su estupendo Blog, «La otra mirada», ya lo conocen ustedes sobradamente. Y si compraron el sábado la Opinión, verían que la foto de portada era de Angelique Kidjó y que venía firmada por Dominique Bertholet, la hija de Colin, estupenda periodista y fantástica conversadora.

 

Llenazo total en el Tendencias de Salobreña
Llenazo total en el Tendencias de Salobreña

El concierto, colosal. Lean la crónica que Colin ha publicado. Y disfruten de sus fotos. Una explosión de ritmo y potencia sonora que nos metió en la madrugada costera, tomando copas en el garito de Mariano, al que veríamos al día siguiente en el refugio salobreñero que Colin y Encarni tienen en el corazón del casco antiguo del pueblo granadino.

 

Donde Encarni & Colin
Donde Encarni & Colin

Porque el sábado fue una revelación. Uno de esos días fundacionales que se quedan grabados en la memoria no sólo de las cosas que pasaron, sino también de las que están por venir. Porque la larga y productiva velada en casa de Colin y Encarni, además de ser genialmente divertida, gastronómica espectacular y amistosamente generosa, nos abre las puertas a proyectos, trabajos, fiestas y colaboraciones que nos enriquecerán a todos. Cuando hay feeling y sintonía, las ideas caen en terreno fértil y fructifican.

 

Lens, Tintín y el Cuate Pepe
Lens, Tintín y el Cuate Pepe

Las fotos que acompañan a toda esta entrada son de Colin.

 

Y, tras el remate del DJ y el VideoJ de la playa de La Caleta, a eso de las 2 de la mañana volvimos a casa. Tres días de carretera, amigos, libros, música y coche que hacen que haya descubierto una nueva dimensión en esto de viajar y que, aún cansado, ya me esté planteando hacia qué nuevos horizontes poner rumbo, con la intención de seguir hablando de libros, cine y viajes. Tras Agüimes, Gijón y Villena, la idea es continuar en Septiembre, en Granada. En Octubre volveremos a bajar a Salobreña. Mariano nos hablaba de Alicante…

 

La terraza de casa de Encarni y Colin, un lujo
La terraza de casa de Encarni y Colin, un lujo

¿Más ideas? ¿Voluntarios para unirse a la troupe? ¿Propuestas de viaje? Espero que, al menos, mi Cuate siga dispuesto a embarcarse conmigo en estos disparates, de forma que sean muchas más las ocasiones en que nos preguntemos «¿qué hago yo aquí?» Signo de seguir vivos y con energía.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

En casa, pero ardiendo por volver on the road…