La película del año, en Madrid, es un documental. Y digo en Madrid porque sé y me consta que, allí, sigue proyectándose en los cines, habiendo encontrado en el clásico e insustituible boca/oreja la mejor herramienta de promoción.
Escrita y dirigida por Malik Bendjelloul, “Searching for Sugar Man” es un documental sueco cuya acción transcurre de forma paralela en dos lugares tan separados y distintos entre sí como la Sudáfrica del apartheid y el Detroit de finales de los 60. Y abarca un espacio de tiempo que nos conduce de los míticos años del Flower Power al hoy más sorprendente y actual.
Tú, buen lector, buen cinéfilo y buen escuchador de música, ¿sabes algo de un tal Sixto Rodríguez? ¿Te suena esta canción?
Cuenta la leyenda que Sixto fue un músico de aquellos 60 sin la (mala) suerte de los Jim Morrison, Janis Joplin o Jimmi Hendrix: grabó un par de discos, no tuvieron éxito y el hombre decidió acabar con todo, suicidándose sobre el escenario, en mitad de un concierto. No está claro si se pegó un tiro o se quemó a lo bonzo, pero el hecho es que Rodríguez no se resignó a su mala suerte.
Mala suerte que se pone especialmente de manifiesto en el hecho de que, sin que Sixto lo supiera, sus dos discos se habían convertido en brutales súperventas en un lugar tan improbable como Sudáfrica: las letras de sus canciones fueron adoptadas como himnos anti-apartheid y corrieron como la pólvora entre una juventud necesitada de buena música. Las canciones de Rodríguez eran pirateadas, escuchadas, coreadas y jaleadas por cientos de miles de personas.
Y de ahí nace esta película enigmática, sorprendente, tierna y maravillosa. De la pregunta que se hace un pinchadiscos sudafricano: ¿quién fue Rodríguez?
Y de la investigación que inicia para tratar de resolver dicho enigma. La reconstrucción de su vida: esas fotos, esas tomas viejunas con cámaras caseras y, sobre todo, esa voz… ¡qué fuerte!
Que a lo largo de 2012, “Searching for Sugarman” ganara el Oscar al Mejor documental, el Premio BAFTA en idéntica categoría y, sobre todo, el exigente premio del público al mejor documental internacional del Festival de Sundance; habla bien a las claras de la categoría del trabajo del que hablamos.
Y es que hay documentales que llegan a emocionar, con la verdad, infinitamente más que cualquier película, por buenos recursos de ficción con los que esta pueda contar. Emocionar. Intrigar. Alucinar…
Me pasé la película diciendo: “Esto no puede verdad. Esto es una tomadura de pelo. Verás tú que al final es todo una broma”. Y, después: “joder, joder, joder… ¡esto es INCREIBLE!”
Y, sin embargo, era verdad. De cabo a rabo.
Tengo fuertes tentaciones de contar el cómo y el porqué de todo ello, pero bajo ninguna circunstancia te voy a reventar nada de la historia. Y, desde luego, si te estimas un tanto, ni se te ocurra bichear nada sobre Sixto en Internet, ni busques información de la película ni dejes que nadie te cuente nada de ella.
De hecho, lo suyo sería juntarse para ver “Searching for Sugar Man”. Una de esas Visiones en Conjunto que, después, nos permitan organizar una buena tertulia.
¿Alguien se anima?
Razón: en Twitter @Jesus_Lens