Sin comerlo ni beberlo, ya se nos ha ido medio 2019. El pasado domingo fue la Nochevieja y el lunes comenzó un segundo semestre que nos encuentra asfixiados por la ola de calor, también llamada ‘verano’, y sorprendidos por la lentitud del AVE más lento de España, tema sobre el que debemos hablar más pronto que tarde.
En este medio año, las derechas se han organizado para gobernar en Andalucía y en Granada mientras que las izquierdas siguen a la gresca en Madrid, que Pedro y Pablo ni siquiera se han llamado para felicitarse por su común onomástica.
¿Cómo les ha ido este medio año a ustedes? ¿Qué balance harían de los primeros seis meses del año? ¿Qué tal sus propósitos para este 2019? ¿Los han medio cumplido, tal y como corresponde?
Retomo los míos (aquí escribí de ellos) y veo que, por cuanto a comer mejor, más sano y natural, la cosa fue bien… hasta hace un mes, cuando volví a dejarme seducir por los pecados de la carne, las chacinas y las tapas maximalistas. Aunque el balance no es malo y estoy tratando de darle cariño a los requerimientos de mi ADN, la cosa podría ir mejor.
Me había comprometido a volver a caminos, carriles, trochas y senderos. A caminar más por nuestras montañas, valles y vegas. Y aquí he fracasado total y absolutamente: en este propósito llevo un cero del tamaño de los anillos de Saturno. También iba a ir más al cine. Y a conciertos. Empecé bien, pero en cuanto llegó la primavera, se acabó. 14 pelis he visto en salas. Poco más de dos al mes. ¡Quién me ha visto y quién me ve!
Sí he reducido mi tiempo de exposición cibernética, pero no tanto como me gustaría. He leído 35 novelas y/o ensayos y 20 tebeos, cifra manifiestamente mejorable. He escrito mucho, aunque no sé si bien. Eso sí: poco a poco, voy diciendo más veces que NO, uno de mis propósitos primordiales para el ejercicio en curso. Aunque me cuesta. ¡Ya les digo, si me cuesta!
Jesús Lens