Las Shelfies y el fomento de la lectura

Hoy publico una columna en IDEAL que NO habla de cofradías, corrupción, insultos y ataques más o menos fingidos, más o menos justificados. Porque, aunque no lo parezca, hay otras realidades, solo supuestamente banales…

Ahora que tenemos una burbuja de Selfies que amenaza con desbordar las redes sociales con los caretos de todos nuestros contactos, es hora de pasar página e ir un paso más allá en cuanto a tendencias virales. Sobre todo, porque la que vamos a comentar está llamada a incrementar los niveles de lectura de este país. ¡Qué tiemblen los coreanos y los finlandeses en el próximo PISA! Vamos a arrollarlos.

 Shelfie

Antes de explicarme, un inciso: ¡favor de no copiar la moda de los Bieber, Cyrus & co. de hacerse una Selfie recién despiertos y aún en la cama! Esas caras hinchadas y legañosas, retozando entre las sábanas, dan bastante grima.

Pero vayamos a lo que empieza a petarlo: las Shelfies. Si Selfie (hacerse una foto a uno mismo para publicarla en las redes con el fin de cosechar el mayor número posible de Me Gusta y de Retweets) es un anglicismo que no tardará en ser admitido por la RAE, proveniente de la palabra “Self”; una Shelfie es hacerle una foto a una estantería. Y tratar de hacerla viral, claro.

 Shelfie gafas

El término también proviene del inglés. Shelf. Balda, estante o anaquel. ¿Quién no tiene en su casa una repisa favorita, en la que acumula algunos de sus tesoros más preciados? ¡Pues venga! ¡A lucirla! ¡A presumir! ¡A molar!

La Red se está llenando con ejércitos de Cliks, figuritas de Lego pacientemente armados, colecciones de búhos provenientes de los cinco continentes y, por supuesto, con decenas de diferentes botellas de cerveza, atesoradas a lo largo de los años. Hay quién no lo puede evitar y coloca a sus gatos en las baldas de sus estanterías favoritas. ¿Qué sería de las redes sociales sin el Poder el Imperio Gatuno? ¡Hasta una Shelfie estoy viendo ahora mismo, realizada con motivos ciclistas, incluida la bicicleta, entera, colgada en la pared, junto al casco!

 Shelfie bicicleta

Llegados a este punto, el lector ya habrá anticipado el porqué nos vamos a convertir en potencia lectora de primer orden: como las Shelfies que más molan son las Selfies hechas frente a una estantería y a todos nos gusta parecer intelectuales… ¡pues a comprar cómics, novelas, poesías y ensayo se ha dicho! Porque yo me sé de más de una y de más de dos personas que, con la excusa de que leen en digital, no tienen un perro libro en su casa. ¡Es que ni un recetario de cocina, oiga!

 Shelfie gatuno

“Yo he pensado que a mí también me interesaría ser intelectual. Como no tengo nada que perder…”, sostenía uno de los personajes de “Amanece que no es poco”, película reverencial que hay que ver, cada año, dos o tres veces como mínimo. Efectivamente, ser intelectual no tiene más que ventajas. Así que… ¡todos a las librerías, a llenar nuestras casas, muros y blogs de shelfies, a la vez guapas e ilustradas! Y, si de paso, nos da por leer uno o dos libros… bueno, eso ya sería la leche.

Jesús Lens

De selfies y pósters

Hoy, en IDEAL, un artículo sobre postureo, selfies y pósters. 

Explicar a estas alturas qué es un selfie, tras el éxito del de Elle DeGeneres en la pasada gala de los Oscar, ya no tiene mucho sentido: raro es, muy raro, conocer a alguien que no haya protagonizado alguno en los últimos meses.

 selfie

Lo de los pósters es otra cosa. Hacerle un póster a alguien es una expresión que se utiliza en la NBA: cuando un jugador de baloncesto protagoniza una jugada de ataque espectacular -generalmente un mate- en la imagen que captan los fotógrafos con sus potentes objetivos y que acaba saltando a los medios y a las revistas especializadas, también suele salir algún defensor. Y aparece con mal aspecto; atropellado, avasallado y hundido por el empuje del rival. Evidentemente, a nadie le gusta que le saquen en un póster de esa guisa.

 selfie poster

Estas dos variedades de postureo contemporáneo tienen su correlato en el mundo de la política, cada vez más trufada de selfies y de representantes públicos que tratan de hacerles un póster a sus rivales.

El selfie suele ser más propio del político que se encuentra en el gobierno. Por ejemplo, cada vez que Rajoy aparece en pantalla alabando los resultados de su política económica, lo que muestra es un selfie. Porque, desde el vertiginoso desarrollo de los smartphones, lo del selfie mola mogollón: te haces una foto y, si sales con los ojos cerrados o con cara de papa, la borras y repites cuantas veces sean necesarias. Y, si cuando por fin sales con buena cara y una expresión entre dulce y seductora, resulta que el pelo aparece mal colocado o que tienes una mancha inapropiada en la camisa; le das a las opciones de edición del teléfono, mejoras la imagen automáticamente, guardas y… ¡voilá! Una beldad.

¿Quién sale más guapo en la foto?
¿Quién sale más guapo en la foto?

Los gobernantes, pues, no dudan en jugar con las estadísticas, los cuadros y las proyecciones macroeconómicas, con tal de conseguir una imagen sobre el estado de las cosas que responda a lo que ellos necesitan, pregonan y defienden.

Por su parte, la oposición siempre trata de entrar en juego para hacerle un póster a su contrincante: que el Uno sale diciendo que el AVE va que vuela, el Otro tira de hemeroteca para dejarle al pie de los caballos. In your face! Que aparece el Otro defendiendo una política cultural de corte popular y muy cercana a los gustos de la gente, rápidamente sale el Uno, desde el banquillo, para retratarle como un gestor casposo y de medio pelo, cerril, caciquil y torpón.

Si para conseguir hacerle un póster al rival hay que querellarse contra alguien, ya sabes: querella, que algo queda. Y así se nos va la vida pública en este país, entre selfies más falsos que una promesa electoral y pósters que solo buscan desgastar al contrario. ¡Humillarlo, incluso! Una vida pública en la que brillan por su ausencia la crítica constructiva, el diálogo enriquecedor, ilusionantes proyectos de futuro o consensos creativos que sirvan para, de verdad, mejorar la vida de la gente.

Jesús Lens

Firma Twitter