La esperanza vivificante

Sí que leí a Poe, finalmente, en el viejo ejemplar heredado de mi padre. Entre otros relatos, ‘El pozo y el péndulo’, que nos habla de la esperanza. El protagonista se encuentra en el peor de los escenarios, condenado a una muerte segura, atado y con sólo una mano libre con la que trata de alcanzar un trozo de carne que le permita aguantar un poco más, aun en mitad de un sufrimiento atroz. “Me apoderé de un pequeño sobrante que las ratas se habían dignado dejarme. Al llevarme un pedazo a los labios, un informe pensamiento de extraña alegría, de esperanza, se alojó en mi espíritu”. 

Ha querido la casualidad —o no— que ese cuento haya llegado justo después de ‘El espíritu de la esperanza’, de Byung-Chul Han; cuya lectura me impuse después de haber padecido lo indecible con el ‘Nexus’ de Yuval Noah Harari y el terror al ‘vamos a morir todos’ que presagian algunos de sus peores vaticinios. (AQUÍ escribí de ello).

El nuevo libro del filósofo es un bálsamo que te reconcilia con la vida. Porque, efectivamente, mientras haya vida hay esperanza. Una esperanza que no es equivalente al reduccionista pensamiento positivo que impulsan determinados gurús ni al optimismo más buenrollista e irreflexivo.

Como cuenta Poe, la esperanza bien entendida surgiría de la oscuridad y el sufrimiento. Apela a la colectividad —lo que la diferencia del solipsista y egoísta pensamiento positivo— y requiere de una actitud consciente y activa, lo que la aleja del mero optimismo o la fantasía desbocada. La esperanza no es un fin, es un camino. Una forma de conducirse, más allá de conseguir o no culminar con éxito un proyecto, de materializar un sueño. Es creadora, apunta al futuro y nos hace avanzar, crecer y mejorar. Es dinámica, no estática.

 

Así la describe Han: “La esperanza prevé y presagia. Nos da una capacidad de actuar y una visión de las que la razón y el intelecto serían incapaces. Aviva nuestra atención y agudiza nuestros sentidos para percibir lo que aún no existe, lo que aún no ha nacido, lo que apenas despunta en el horizonte del futuro. Es la obstetricia de lo nuevo. Sin esperanza no hay resurgimiento ni revolución. Cabría pensar que incluso la evolución es impulsada por una esperanza inconsciente. La esperanza es el poder vivificante por excelencia, la fuerza que inerva la vida y la preserva de anquilosarse y paralizarse”.

Jesús Lens     

FeliciTal

Su nombre es Tal Ben-Shahar y se ha convertido en uno de últimos gurús de la felicidad. Es profesor en el Centro Interdisciplinar de la ciudad israelí de Herzliya, donde imparte un demandado curso sobre La ciencia de la felicidad.

Tal Ben-Shahar

Su definición de felicidad es sencilla, a la vez que enrevesada: gozar de una sensación general de placer y de significado. Esto es, disfrutar de las cosas buenas de la vida y, a la vez, conseguir que esa vida sirva para algo. O, al menos, así lo he interpretado yo.

¿A que parece sencillo? Pues no debe serlo, cuando hay tanto infeliz por el mundo. Que hace unos días nos desayunábamos con la paradójica noticia de que la mitad de los psicólogos del Reino Unido confiesan sentirse deprimidos.

Tal Ben-Shahar consejos

Tal Ben-Shahar, en sus conferencias, da muchos consejos sobre cómo ser feliz. O, al menos, sobre cómo no ser infeliz, de acuerdo con el título de uno de sus más recientes libros: “Elige la vida que quieres: 101 claves para no amargarse la vida y ser feliz”.

Ese título también me parece enrevesado. Porque da la sensación de que la felicidad es el estado natural del ser humano, bastando con no permitir que nada o nadie venga a desviarte del Camino de Baldosas Amarillas para permanecer en un permanente y gozoso estado de paz y tranquilidad.

Tal Ben-Shahar Felicidad

Y yo no estoy tan seguro de eso. Todos hemos escuchado, pronunciado o compartido la siguiente perla de la sabiduría popular: “Hoy es un día precioso. Pues ya verás como viene alguien y lo jode”. ¿A que sí? Y es que haría falta un Manual de mil páginas exclusivamente dedicado a cómo evitar a la gente tóxica cuya mera presencia es capaz de provocar una ciclogénesis explosiva de mal humor…

No. No es fácil ser feliz. Aun así, reconozco que me gustan las listas y los consejos de los gurús del Buen Rollo, por previsibles que resulten. TBS recomienda, por ejemplo, hacer un poco de ejercicio todos los días, desayunar fuerte, escribir las cosas que te hagan sentir bien, poner bien a la vista fotos de momentos felices, personas queridas y frases cargadas de positividad, ser asertivos y decir las cosas…

Tal Ben-Shahar Éxito social

Menos mal que, con más originalidad, también aconseja usar calzado cómodo. Porque alcanzar la felicidad arrastrando un dolor de pies, parece en extremo complicado.

Jesús Lens