Artículo que publico hoy en IDEAL. A ver qué te parece:
¡Qué difícil se ha puesto ser de izquierdas, en este siglo XXI! Una de las cosas que ha traído la globalización es la confusión. Por ejemplo, abre sus puertas el Decathlon, una gran superficie por la que llevaba suspirando buena parte de la gente a la que conozco, y no puedes celebrarlo. Porque, a nada que lo pienses y lo razones, empresas como ésa generan decenas de puestos de trabajo, pero también contribuyen a desmantelar el pequeño comercio de las ciudades, empobreciéndolas, y lo que es peor, propician el trabajo precario, rayano en la esclavitud, en países del Tercer Mundo.
¡Pero a ver quién es el guapo que, en los próximos meses, no se deja caer por el Decathlon! Y espérate a que abran el IKEA, en el siglo XXII. Esperemos que, para entonces, haya un nuevo acceso a Pulianas, aunque sea para naves espaciales.
Ser de izquierdas, hoy, es ser eminentemente contradictorio. Y asumirlo, aceptarlo y vivir con ello. Por ejemplo, ¿qué persona de izquierdas que se precie no ha cargado estas semanas contra los 100 kilos de Bale o contra el escandaloso sueldo que va a cobrar Ronaldo? Sin embargo, ¿cuántas de esas mismas personas no saltaron de alegría, el pasado sábado, cuando Bale marcó su primer gol con el Real Madrid?
O el tema de la educación. Me pasan el otro día un vídeo muy bien elaborado sobre la problemática de los nuevos planes educativos impulsados por Wert. En un momento dado, el vídeo critica, ácidamente, la introducción de materias económicas y financieras en los Planes de Estudio. Es lógico. Ya se sabe que la economía y las finanzas son eminentemente reaccionarias, muy de derechas; que la exposición genera adicción y que su estudio terminará convirtiendo a nuestros jóvenes en tiburones capitalistas con dientes afilados y ninguna compasión.
Sin embargo, esa crítica choca de plano con las recientes intervenciones y actuaciones de determinados partidos muy de izquierdas, quienes acusan al sistema financiero de haber engañado a cientos de miles de españoles, abusando del proverbial desconocimiento que éstos tienen en materias de economía y finanzas.
¿En qué quedamos? ¿Deben los jóvenes españoles aprender nociones básicas sobre cómo gestionar el vil metal y el maldito parné, aun a riesgo de perder su inmaculada pureza virginal; o hay que mantenerles alejados de la amenaza capitalista, centrados en el estudio de materias más elevadas y menos terrenales, aunque luego vayan a firmar el contrato más importante de su vida, la temida Hipoteca, sin tener pajolera idea de lo que ello implica y conlleva?
Y ser de izquierdas en la Andalucía de hoy es, sencillamente, la repanocha; obligando a un montón de personas cabales a defender una cosa y, a la vez, la contraria. Hace unos años se preguntaba un amigo, con sorna: “Si soy progresista y de izquierdas, ¿qué tengo que defender; el metro de superficie o el soterrado?” Pues como ésa, ahora, a puñados.
Jesús Lens