SHERLOCK HOLMES

Nos gustaba ir al cine cargados de buenos deseos y mejores perspectivas, ante la oportunidad de disfrutar, en pantalla grande y en edición digital, de la actualización de uno de los grandes mitos de la cultura popular universal.

 

No nos gustaba recordar algunas de las informaciones previas a la película, en las que se decía -¿quizá malintencionadamente?- que los espectadores que habían visto esos pases de prueba anteriores al estreno, cuando aún hay tiempo de desfacer entuertos, se habían partido de la risa en algunos momentos supuestamente intensos y dramáticos.

 

Nos gustaba la conjunción de un director visionario, Guy Ritchie, con personalidad y talento, y dos actores tan notables como Robert Downey Jr. y Jude Law, a priori, unos inmejorables Holmes y Watson.

 

No nos gusta que, al final, haya mucho de major hollywoodiense en pantalla y poco, demasiado poco, del Ritchie más independiente, valiente y audaz.

 

Nos gusta cómo dan en pantalla los dos actores principales. Hay química entre ellos y su siempre supuesta, aludida y ambigua relación homosexual está perfectamente parodiada. Además, las chicas están a la altura.

 

No nos gusta todo lo que tiene que ver con los villanos de la película. ¿Es que no saben los supuestos profesionales de esto del cine que un buen malo lo es, no tanto por la enjundia de sus maquiavélicos planes, cuanto por su capacidad de seducción al espectador? Y, desde luego, pocos malos más pencos y menos seductores que los de este «Sherlock Holmes».

 

Nos gusta el tratamiento hiperrealista de algunas secuencias, ver boxear a Sherlock, su mala vida y sus ejercicios deductivos. En lo más pequeño está lo mejor de esta película.

 

No nos gusta la trama principal ni los planes de los malos. Nos aburren soberanamente y, lo que es peor, nos importa francamente poco si los ejecutan o no. Para planes auténticamente maquiavélicos, a los que se enfrenta Jack Bauer. Lo demás son… pamplinas.

 

Nos gustan las secuencias de acción.

 

No nos gustan las secuencias ritualistas, tan aburridas y poco e/conmocionantes.

 

Nos gusta cómo se apunta y plantea al futuro y tradicional archienemigo de Sherlock, un enigmático Moriarty.

 

No nos gusta que precisamente Moriarty no haya sido el reverso oscuro de Holmes en esta primera entrega de lo que, a todas luces, va a ser una larga saga.

 

Nos gusta el humor, las réplicas y contrarréplicas de los personajes.

 

No nos gusta cuando el guión se intenta poner trascendente.

 

Por todo ello, podemos concluir que este primer Sherlock Holmes del siglo XXI nos gusta tanto como nos disgusta. O, por ser más prosaicos, diremos que nos gusta, pero que ni nos arrebata ni nos emociona lo más mínimo.

 

Lo cuál, no estando mal, no es para tirar cohetes.

 

Valoración: 6

 

Lo mejor: el hiperrealismo de algunas secuencias y los actores principales.

 

Lo peor: lo patéticamente malos que son los malos de la película.