—Buenos días, Jesús. Hoy hará sol durante todo el todo el día.
—Sí. Pero también hará frío. Buenos días, Jesús.
—Hará frío, pero no excesivamente, para las fechas del año en que estamos.
—¡Pero te conviene salir abrigado, Jesús! No lo olvides.
¿Qué les parece lo que tengo que soportar, todos los días? Y desde primera hora de la mañana, como habrán podido comprobar. Discusiones absurdas y estériles que comienzan antes del amanecer y ya no terminan hasta última hora de la noche.
—¿Qué va a ser hoy, Jesús? ¿Media o entera?— me pregunta Antonio, en la cafetería.
—Pide media, Jesús, que la mantequilla y la mermelada convierten a tus tostadas en auténticas bombas de relojería— me dice A.
—Pídela entera, que ayer hiciste pesas y hoy deberías salir a correr— corrige S.
—¿A correr hoy? No te lo recomiendo, Jesús. Todavía tienes las piernas cargadas del baloncesto. Mejor hacer abdominales…
—¿Abdominales? Menudo aburrimiento. ¡Sal a correr, Jesús, que tienes las ideas oxidadas y te hace falta airear las neuronas!
En esto se ha convertido mi existencia cotidiana: cada paso que doy, o quiero dar, suscita diálocos como el siguiente:
—Para ir a la librería Picasso, desde el Zaidín, coge el SN5 y bájate en el Camino de Ronda…
—Mejor coge el LAC, Jesús.
—¿El LAC? ¿Serás mentecato? ¿Cómo que el LAC?
—Coge el LAC, baja en Puerta Real y aprovecha para recoger el traje de la tintorería.
—Claro. Y va a ir tirando del traje toda la tarde, ¿no?
—Jesús, recuerda tu reunión de mañana. Es muy importante y te interesa ir impoluto…
Y no les digo nada, por la noche, a la hora de elegir qué serie o película ver.
—Jesús, vamos por el episodio 7 de la octava temporada de “Shameless”. ¿Proyectamos el 8?
—¿Otra vez una serie? Hace mucho que no vemos una película, Jesús. Tienes “Todos dicen I love you” seleccionada en Favoritas y pendiente de ver.
—Ya. Pero es tarde y mañana hay que madrugar. Mejor ver Shameless: son 45 minutos y así, antes de las 12, estamos en la cama.
—Por eso elegí una película de Allen. Es corta y da tiempo a dormir nuestras siete horas…
Les reconozco que, al principio, Siri me hacía gracia. Pero luego llegó Aura, el asistente virtual de Telefónica. Y mi vida empieza a ser algo parecido a un infierno.
Jesús Lens