El puente de los espías

Una nueva película magistral de Steven Spielberg. Otra más. ¿Y van…? Qué capacidad tiene este hombre para filmar películas que gustan a todo el mundo, que aúnan el espectáculo con las ideas y los discursos, películas que provocan tensión, risas y emoción. Y es que “El puente de los espías” es una buena película protagonizada por buenas personas que en ningún momento peca de infantilismo o ñoñería.

El Puente de los Espías

Es una película, otra más, sobre la amistad. Y es, nuevamente, una película que habla sobre la democracia, la justicia, los principios insobornables y la integridad de las personas.

El Puente de los espías soviéticos

¡Qué sensación tan placentera, ir al cine y compartir una película como ésta con cientos de espectadores que abarrotan la sala sin hacer un ruido, absortas en lo que ocurre en la pantalla!

Magia, sí. Es la magia del cine.

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Porque ya saben ustedes que una de mis máximas es que no es lo mismo ver una película que ir al cine. Y “El puente de los espías” es una extraordinaria prueba de ello.

(Sigue leyendo esta reseña en el espacio Lensanity)

Jesús Lens

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3D AL RESCATE DEL CINE

Hoy es día de Cuaversos, pero la actualidad manda. En IDEAL publicamos estas notas sobre el 3D, que espero siembren comentarios y generen debate. ¿Es el futuro del cine? Una idea surgida tras el análisis de la merma de espectadores que publicábamos hace unos días.

 

 Además, los Cuaversos son tórridos y, por tanto, en la tarde noche lucirán mejor.  

 

Las cifras hechas públicas por el Ministerio de Cultura sobre el dramático descenso de espectadores que acuden puntualmente a una sala de cine han hecho que, otro año más, salten todas las alarmas, sobre todo, porque se calcula que en nuestro país se han realizado 350 millones de descargas ilegales de películas en el año 2008.

 

Aunque no tiene lógica que España sea, después de China, el país más bucanero y pirata del mundo, también es verdad que en esta fuga masiva de espectadores de las salas concurren una serie de circunstancias que deberían hacer reflexionar a los distribuidores y exhibidores.

 

En primer lugar, el cine es caro. Por lo general, al precio de la entrada hay que sumarle el del parking y el de las inevitables palomitas y refrescos que la mayoría de la gente se ha acostumbrado a comprar. Que no son obligatorias, por supuesto, pero que forman parte de un rito agradable y placentero, como tomarse un postre después de una buena comida.

 

En segundo lugar, las condiciones de exhibición de muchas salas, sobre todo las más céntricas y accesibles, son tan precarias que una buena tele y un home cinema en el salón de casa se convierten en inmejorable platea para disfrutar de una buena película.

 

Por todo ello, si las salas de cine no quieren morir de inanición, han de ofrecer al espectador una experiencia distinta a la de meramente ver una película, algo que se puede hacer en todo momento y en cualquier lugar a través de las televisiones panorámicas, las pantallas de ordenador o los DVD portátiles.

 

El primer paso, tras el éxito inicial de los multicines de pequeño formato, fue la vuelta a las pantallas de tamaño XXL sobre las que se proyectan los grandes estrenos del año en tecnología digital.

 

Y, a la vuelta de la esquina, ya asoma la que se anuncia como la tercera gran revolución de la historia del cine: tras la irrupción del sonoro y el triunfo del color, llega el 3D. Las tres dimensiones.

 

Bien es cierto que los precedentes no son muy ilusionantes. Aquellas primeras películas en 3D de los años 50, como «La criatura de la laguna negra», eran francamente malas y las experiencias de los 80, con las gafas bicolores de cartón para ver las entregas de turno de las sagas de tiburón y viernes 13, tampoco fueron para tirar cohetes, precisamente.

 

Pero las cosas han cambiado. Ahora, las gafas son de plástico y las películas proyectadas en formato digital permiten que las imágenes se vean con una precisión milimétrica. Pero, sobre todo, la diferencia radica en que el 3D ya no es un añadido técnico a posteriori, una especie de truco de feria para impresionar al espectador; sino que los nuevos proyectos están pensados, desde su gestación, para ser filmados y exhibidos utilizando esta nueva tecnología.

 

Pero ¿hay otros indicios que nos permitan pensar que, esta vez sí, se impondrán definitivamente las tres dimensiones, después de haber fracasado en otras ocasiones? Cualquiera que haya visto una proyección en IMAX dará fe de lo realmente impresionante que resulta una película en dicho formato, hasta el punto de que el tópico de que te sientes transportado al otro lado de la pantalla, por fin, se hace cierto.

 

Además, la nómina de gurúes y visionarios de Hollywood que se están apuntando al carro del 3D demuestra que, esta vez, la cosa no va de farol. El primero y más importante: James Cameron, cuya ansiada epopeya futurista, «Avatar», ha ido aplazando su fecha de estreno hasta haberse asegurado que el desarrollo tecnológico que precisaba la filmación y exhibición de la cinta estaba a su alcance. Y no es un dato baladí ya que «Avatar» es la primera película de ficción de Cameron desde que arrasara entre crítica y público, años ha, con la histórica «Titanic».

 

Dreamworks ya ha anunciado que su próximo gran proyecto, «Monstruos contra Aliens», será filmado en 3D y John Lasseter, cabeza visible de la rompedora Pixar, ha señalado que la próxima entrega de «Toy story» y la tercera parte de «Ice age» utilizarán la misma tecnología.

 

Steven Spielberg y Peter Jackson, por su parte, también están preparando su trilogía sobre Tintín en formato 3D. Una trilogía que cuenta con un presupuesto de lujo y con un reparto de lo mas esperanzador, con Jamie Bell (el niño de «Billy Elliot») interpretando al célebre periodista surgido de la imaginación del belga Hergé y con participación de actores como Daniel Craig. Y así hasta otros treinta proyectos que ya están en preproducción.

 

Un problema imprevisto, sin embargo, amenaza con ensombrecer el halagüeño panorama que Hollywood había diseñado para reactivar el mundo del cine: la maldita crisis financiera que ha terminado por contaminar a las economías de todo el mundo. Y es que la adaptación de las salas a la tecnología 3D es costosa. Y justo cuando los grandes estudios habían preparado un plan para reconvertir quince mil salas en EE.UU. a formato digital en 3D… se cerraron los mercados internacionales de crédito.

 

Así las cosas, el mundo del cine se enfrenta a un momento crucial. Si la reconversión de las salas termina de llevarse a cabo y el 3D consigue los espectaculares resultados visuales que todos los datos hacen pronosticar, se hará con el favor del público y éste acudirá en masa a los cines para gastarse los 15 o 20 euros que costará cada entrada, de forma que el estreno de una de estas películas tendrá la misma importancia y consideración que tiene el ir a un concierto o a una representación teatral.

 

Sin embargo, si la crisis no permite que los empresarios acometan, a lo grande, la necesaria transformación que precisan las salas cinematográficas para proyectar las películas en 3D, la sangría de espectadores seguirá en aumento, lo que terminará de poner en jaque la supervivencia del cine como gran espectáculo comunitario y de masas. Interesante coyuntura, pues, ésta en la que nos encontramos. Ya veremos qué nos depara el futuro.          

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

GRANADA DE CINE

Dejamos la columna de hoy viernes de IDEAL, en clave obviamente cinéfila, con la semana que hemos tenido y lo que blogueamos el martes pasado

El anuncio de que más de doscientas películas han utilizado la Alhambra como privilegiado plató de rodaje para contar historias pertenecientes a géneros tan distintos como el bélico, la comedia o el musical; ha hecho que, de golpe, empecemos a pensar en Granada como tierra de cine.

Hace unos meses nos solazábamos con las imágenes animadas de «El lince perdido», pateando todos los rincones de la geografía andaluza, con parada en espacios tan reconocibles como Sierra Nevada o el Castillo de la Calahorra. Y la presencia de Antonio Banderas en la Alhambra, buscando localizaciones para la biografía de Boabdil, nos permite reflexionar sobre la importancia que tiene el cine en la consolidación de la imagen de una ciudad en el imaginario colectivo de los espectadores.

Por ejemplo, después de ver una película tan divertida, vitalista y optimista como «Bienvenidos al norte», ¿quién no tiene ganas de visitar los deliciosos pueblecitos de Calais? De hecho, tras la filmación en Praga de una de las entregas de «Misión imposible», el turismo creció más de un 40% en la capital de la República Checa. La trilogía del Señor de los Anillos sirvió para poner en el mapa viajero a un país tan improbable como Nueva Zelanda y el arrollador éxito de «Memorias de África» hizo que la demanda de safaris en los parques nacionales de Kenya y Tanzania creciera exponencialmente.

 

Por eso, hace años, la negativa de las autoridades a que Steven Spielberg filmara en la Alhambra algunas secuencias de la tercera parte de Indiana Jones nos cayó como un jarro de agua fría a quienes nos gusta el cine y amamos a nuestra ciudad. De hecho, cuando vimos a Indi cabalgar por el desfiladero del Siq y desembocar frente a la fachada del Tempo del Tesoro de la ciudad nabatea de Petra, nos morimos de la envidia.

Ya sabemos que la Alhambra es universalmente conocida y que no necesita de publicidad extra para atraer a cientos de miles de visitantes cada año -aunque el fiasco de las Siete Maravillas del Mundo podría cuestionar dicha certeza- y que su preservación hace necesario ser muy rigurosos con su explotación turística. Pero el efecto arrastre que la proyección internacional de una Alhambra de cine podría tener para Granada debería ser estudiado con mimo y atención.

 

En Barcelona hay rutas turísticas basadas en libros tan modernos como «La sombra del viento» y, más reciente aún, en películas como «Vicky Cristina Barcelona». En Madrid y Sevilla funcionan desde hace varios años las conocidas como Film Commissions, a través de las que se canaliza, organiza y fomenta la explotación audiovisual de sus calles y monumentos más preciados y conocidos. En Granada funciona una Film Office para gestionar los permisos de filmación en sus calles, pero se echa de menos una compilación al estilo de la realizada en la Memoria Audiovisual de la Alhambra y, por supuesto, un ciclo de cine como el organizado en la envidiable Biblioteca de Andalucía.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LA ALHAMBRA, EN EL CINE

Hace unos meses, la presencia de Antonio Banderas en Granada causó una gran sorpresa, no en vano, venía a ver los posibles exteriores para la filmación de una película sobre Boabdil.

 

Su foto en la Puerta del Perdón por la que el Rey Chico salió definitivamente de la Alhambra dio la vuelta al mundo y la rumorología se desató de inmediato ya que, según parece, la película va a ser un de un presupuesto enorme, tipo «Gladiator», contando para la recreación virtual de la Alhambra y la Granada del siglo XV con las recreaciones virtuales en que están trabajando los activos, premiados y alabados chicos de Kandor Graphics, cuyo «El lince perdido» ganó recientemente el Goya a la Mejor Película de Animación.

 

Y es que pocos platós de cine más atractivos para una película, a priori, como la Alhambra.

 

¿Se acuerdan del follón que se montó hace unos años, cuando Steven Spielberg quiso rodar algunas secuencias de la tercera parte de Indiana Jones en el monumento nazarí y no consiguió los permisos necesarios, por aquello de la conservación del monumento?

 

Para quienes tenemos una concepción horizontal y transversal de la vida, las artes y el entretenimiento, aquello fue un auténtico despropósito.

 

Y lo más curioso es que IDEAL nos cuenta que la Alhambra ha servido como privilegiado plató cinematográfico en la filmación de más de doscientas películas, desde una linterna mágica del siglo XIX a la recientísima «Morente sueña la Alhambra», de José Sánchez-Montes, tal y como pueden leer en el enlace.

 

Para ver cómo luce palmito nuestro querido monumento en el cine, la siempre inquieta y admirable Biblioteca de Andalucía, en la sala Val del Omar, ha programado un excitante ciclo de películas bajo la denominación de Memoria Audiovisual de la Alhambra, cuya interesantísima programación se puede seguir a través del enlace señalado.

 

Así las cosas, ¿imaginaban que la Alhambra había salido en tantas películas? ¿Qué les parece este ciclo de cine con ella de protagonista absoluta?

 

Y alguna otra cuestión:

 

¿Qué les parece el proyecto de Banderas de filmar en el monumento nazarí? ¿Les habría gustado ver a Harrison Ford y Sean Connery corriendo los patios más afamados de la joya arquitectónica granadina? ¿Creen positivo que las puertas de la Roja se abran para el cine más espectacular y comercial?

 

Jesús Lens.