Escribo estas líneas bien temprano, el sábado por la mañana. He quedado para salir a correr por la montaña, dentro de un rato, con mis colegas de las Cabras Locas. Según ellos, vamos a estirar las piernas. En realidad, sé que acabaré estirando la pata, así que prefiero dejar los deberes hechos y enviar cuanto antes esta columna para el IDEAL de hoy domingo.
Les cuento esto porque a mí me gusta escribir mis artículos bien entrada la tarde, que a primera hora de la mañana me resulta muy complicado tener ninguna opinión, sea fundada o por fundar. Necesito leer la prensa y escuchar los análisis de los especialistas, palpar el ambiente de las calles y charlar con conocidos, amigos y colegas. Hoy, por ejemplo, habría sido un gran día para pasar por la pescadería, a ver qué se cuentan…
Decido, pues, asomarme a esa otra ventana a la realidad que es Internet. Y, tras una procelosa navegación, acabo recalando en un puerto de resonancias míticas: la subasta malaya.
Les aconsejo que visiten ese puerto. ¡Qué maravilla! Impresionante, el portal de subastas que liquidará el patrimonio acumulado por Juan Antonio Roca, valorado en 75 millones de euros. Comienzo por la pestaña de “Inmuebles”, pero como no tengo cash para pujar por los 27 kilos de la Finca La Loma, y los áticos de Marbella o las casas de Ibiza no me llaman, me paso a la sección de “Atraques”, que me gusta cómo suena. Sin embargo, gastarme 800.000 euros en el Puesto de Atraque 101 de Puerto Banús tampoco me encaja. Más que nada, porque los impuestos no están incluidos.
Me voy, por tanto, a “Otros bienes”. Armas, caballos, carruajes, látigos, monturas… ¡el paraíso para un amante del western! Pero no. No es eso lo que busco. Porque, imbuido por el espíritu de los “47 Ronin» y las aventuras de Usagi Yojimbo de Stan Sakai, protagonista del Salón del Cómic de Granada de este año, tal y como decíamos ayer; lo que yo ansío tener en mi casa es la armadura japonesa completa de Juan Antonio Roca.
¡Una maravillosa armadura de samurai, de comienzos del siglo XX! Desde que he sabido de su existencia, no puedo conciliar el sueño.
De hecho, ya no concibo mi vida sin ella. Me dan igual los relojes, los cuadros o las esculturas. Paso hasta de la selección de vinos, tasada en 280.000€. ¡La armadura, la armadura! ¡Yo me pido la armadura!
Jesús Lens