A los críticos del PSOE les gusta jugar con el significado de sus siglas. Es habitual escucharles decir que de obrero solo le queda la O, lo que a mí me hace pensar en un canuto, la verdad sea dicha.
Que la E de España liga con la P de partido en el sentido de roto o descosido, que ya saben ustedes que España se rompe. Y nos queda la S. Para unos, el PSOE ya no es socialista. Así las cosas, quedaría un POE de lo más literario, misterioso e inquietante.
La historia nos dice, sin embargo, que la S sí tiene un sentido claro y diáfano en el PSOE andaluz: Sevilla. He estado repasando la historia del PSOE de nuestra comunidad autónoma y exuda sevillanismo por los cuatro costados, de Rafael Escuredo a Rodríguez de la Borbolla, Chaves, Griñán y Susana Díaz.
Algunos de ellos se presentaron por las circunscripciones de Cádiz o Córdoba en determinadas elecciones, pero sus trayectorias vitales, políticas, orgánicas y profesionales muestran las sevillanas maneras de todos los expresidentes autonómicos.
En las próximas primarias, no se lo van ustedes a creer, concurren dos candidatos de Sevilla. O, para ser más precisos: una candidata y un candidato. De Susana Díaz lo sabemos todo. De Juan Espadas podemos leer en la Wikipedia que nació en Sevilla en 1966. Pasó la infancia en el sevillano barrio de Miraflores, se licenció en Derecho por la Universidad de Sevilla, hizo un máster en la Universidad Carlos III y pasó por el Instituto San Telmo. Pertenece al Colegio de Abogados de Sevilla. Y, por supuesto, es alcalde de Sevilla.
Durante unos meses se barajó el nombre del jienense Felipe Sicilia como posible aspirante a la secretaría general del PSOE andaluz. Reconozco que me hizo mucha ilusión cuando lo oí, pero no le di pábulo alguno al runrún. ¿Alguien podía creerse, de verdad, que un político socialista de fuera del entorno sevillano tendría una mínima oportunidad en el PSOE andaluz? ¡Amos anda! Y quien dice jienense dice granadino o almeriense.
Hay primarias en el PSOE. Dos políticos hispalenses se aprestan a dirimir los odios larvados y las vendettas pendientes del socialismo español de estos últimos años turbulentos. De sevillanas maneras, insisto. Como en Los Inmortales, ¡solo puede quedar uno!
Jesús Lens