COMIENDO, A ESTE LADO DEL RÍO…

Mucho más que la novela en sí misma me gustó su título: “Al otro lado del río y entre los árboles”, de Ernest Hemingway.

Granada es una ciudad con río. Y el trazado de su cauce no es en absoluto casual. Me acuerdo que me lo decía mi amigo David, cuando buscaba alojamiento para vivir. “No es lo mismo, uno u otro lado del río, a la hora de buscar piso”.

Me imagino que, a la hora de poner un negocio, tampoco será igual. Y, sin embargo, las cosas están cambiando, de un tiempo a esta parte. Gastronómicamente, hablando.

No tuvo que ser fácil para Álvaro Arriaga, por ejemplo, cambiar el centro de Granada de toda la vida por el restaurante panorámico Tartessos, en el Edificio Pantalla de CajaGRANADA. ¡Al sur, mirando al sur y hacia la vega! Estos días, cuando disfrutemos de sus imprescindibles Jornadas de Gastronomía Tradicional Vasca (se llenan, llamen para reservar) y estemos dando cuenta de las judías de Tolosa, el bacalao o el chuletón de buey, nos deleitaremos, también, de las vistas a la vega granadina.

No olvidemos a los pioneros, como Jesús y su fastuoso Menú Largo y Estrecho, de “Los Santanderinos”, una de las experiencias gastronómicas más sabrosas y potentes que podemos disfrutar en Granada.

¿Y los amigos de La Metáfora, que cambian su extraordinario emplazamiento en el corazón del Realejo por el no menos excitante Paseo de Violón, donde están ultimando la apertura de La Lonja, su nueva iniciativa y desafío profesional? Y habrá pulpo. En dos modalidades. Y hasta ahí nos dejaron leer. 😉

Además, otros clásicos de la restauración granadina abren sucursal en los aledaños del Edificio Fórum, con “El Braserito” a la cabeza, que ya se ha convertido en uno de los lugares de visita ineludible este invierno, con su deliciosa terracita al sol, ese sol que no quema, pero tanto reconforta. Sus imprescindibles huevos estrellados, revueltos y carnes trinchadas nos alegran la vida a todos los que nos hemos retirado del centro y hacemos nuestra vida habitual a este lado del río, aunque ya no haya árboles.

El río que nos lleva, por ejemplo, a correr por su vera. Esa vera del Genil que, en el trazado de la Fuente de la Bicha ha quedado espectacular. Tantas veces hemos reclamado su arreglo y cuidado que ahora no podemos que felicitarnos por lo bien que ha quedado el piso, cómo absorbe el agua y lo cómodo que es correr y pasear por su entorno.

Eso sí: falta el puente a la altura de la propia Fuente de la Bicha, para descongestionar el senderito chico y, sobre todo, que apenas llegue el buen tiempo se controle que no circulan por el Paseo ni coches, motos o hasta camiones de reparto, que he llegado a ver cruzando el río, como elefante en cacharrería. Si no, poco tardaré en desmenuzarse el piso tan primorosamente prensado este invierno.

Granada se mueve. Y mira hacia el sur. Granada expande sus límites y, para los gastronómicamente desafiantes, es una alegría y una satisfacción encontrar cada vez más y mejores locales por la zona en que nos movemos.

Gracias a los amigos de Los Santanderinos, Tartessos, La Lonja y El Braserito por animar nuestra vida restauradora. ¡Hacía falta!

Jesús gastrocafre Lens.

EN EL MA DE CAJAGRANADA PASAN COSAS

Dedicado a Antonio, Diego, Enrique, Juani, Gema, Fernando, 

Raquel, Rafa, Ana, Cristian, Luis…

Y todo el resto del equipo

que lo estáis haciendo felizmente posible.

 

 

El MA. El Museo de Andalucía. El Centro Cultural de CajaGRANADA. El Teatro Isidoro Máiquez. La Plaza de las Culturas. ¡La mina!

 

Allí pasan cosas. La Granada nueva, vanguardista y diferente. Una Granada vital y excitante.  

 

Anoche estábamos Lillian, Talía y yo compartiendo un plato de choto y un tomate aliñao en el Juanillo, frente a la Cueva del Curro, tras haber disfrutado de Lucía Guarnido bailando con la Alhambra iluminada al fondo, en la Chumbera; y me lo decían: «No nos esperábamos esa Granada».

 

Ambas conocen nuestra ciudad desde hace años. Han venido en varias ocasiones. Y, tomando unas birras en uno de los centros turísticos granadinos por excelencia, repasábamos ésta su más reciente estancia en nuestra ciudad: visita al Museo de la Memoria de Andalucía, a la colección de arte de CajaGRANADA, dos tardes en las charlas del I Encuentro de Literatura de Viajes, dos conciertos nocturnos y una comida que no pudo ser en el Tartessos, que nos quedó pendiente. Entre un miércoles y un viernes. Y todo ello en apenas unos miles de metros cuadrados de espacio bien cementado y mejor cimentado.

 

Y muchas cervezas y charlas compartidas con un montón de gente, incluyendo a Javier Reverte, Manuel Villar, Rafael Guillén, Antonio Lozano o Fernando Sánchez Dragó (no dejen de leer la deliciosa entrevista que le hizo Ángeles Peñalver para IDEAL. No tiene desperdicio).

 

Al terminar sus conferencias, los autores no fueron secuestrados o abducidos por los organizadores del Encuentro de Literatura de Viajes, sino que se quedaron en la Plaza de las Culturas tomando unas cervezas y unos vasos de vino, relajadamente, hablando con todos los que tenían ganas de compartir con ellos un rato de conversación.

 

Muchas cosas buenas se podrían decir de este Encuentro. Pero la mejor es ésa: que los anfitriones y su director, el ubicuo e incansable Pedro Enríquez, han acertado de pleno al propiciar que, tras el Encuentro oficial, la presencia de los autores se prolongara en un encuentro informal regado de ideas, charlas, creatividad, anécdotas, risas, fotografías y buen humor.

 

Con paciencia infinita, los camareros que atendían la barra de la Plaza de las Culturas, sin descomponer su generosa sonrisa, regaban abundantemente la sed que tanta palabrería nos provocaba al respetable. Y es que, en el MA empiezan a pasar cosas. Sus responsables querían que así fuera y así está siendo.

 

Esa terraza, la Plaza de las Culturas, empieza a ser punto de encuentro ineludible para cualquier persona con curiosidad intelectual y vital o, más sencillamente, para todos los que quieren pasar un rato agradable y distendido. Todos los jueves hay actividades, públicas y gratuitas, en la Plaza de las Culturas. Y ya están empezando a funcionar los Talleres. A uno de ellos, por cierto, el de la Palabra, vamos a hacer por sacarle todo su jugo.

 

Y, por supuesto, seguiremos usando y abusando de esa barra y esa terraza en la que los Francis, Estrella y el resto de jóvenes profesionales de la hostelería local están dando lo mejor de sí mismos para convertir en una palpable realidad eso que, muchas veces, llamamos de forma pomposa «la Fiesta de la Cultura»: una excitante, alegre y creativa fiesta para el cuerpo y el alma.

 

Jesús Lens, agotado, pero dichoso. Y ya cargando las pilas para Agüimes y Semana Negra de Gijón.