No. Lo peor no fue el daño que le hizo el tatuador. Ni la pasta que costó hacerse esta obra de arte en su cuerpo. No. Lo peor no fue mostrarle a su novia lo que había hecho con el reverso de su cuerpo. Ni las miradas de reprobación de su madre. Ni mucho menos. Lo peor llegó cuando, por su mala cabeza…
… acabó en la trena y fue a ducharse en el baño común de los presos habituales…
😀