El escritor Pablo Martín Carbajal tiene una prueba de fuego esta tarde. Será a las 20.30, en el Centro de Exposiciones de CAJAGRANADA en Puerta Real, donde presenta su novela más reciente, “Tal vez Dakar”, publicada por MAR Editor. Y de ello hablamos hoy, en IDEAL.
Y es que, esta tarde, Pablo compartirá mesa con Augustin Ndour, senegalés residente en Granada y originario de esa Dakar en la que el autor ha situado la acción de su atractiva y adictiva novela. ¿Qué pensará un lector senegalés de la visión que un escritor español hace de su país? ¿Habrá captado la esencia de la Dakar contemporáneo? ¿Habrá sido capaz de desterrar esos tópicos eurocentristas en los que solemos caer los viajeros que visitamos países africanos?
“Tal vez Dakar” está protagonizada por un joven empresario canario que viaja a Senegal en una misión comercial organizada por la Cámara de Comercio, para estudiar posibles inversiones en el país africano. Curioso por naturaleza, Álvaro Camino se adentra en una Dakar diferente a la de los hombres de negocios, echaquetados y encorbatados, que viajan en coches con los cristales tintados y apenas pisan la calle, desarrollando su vida entre oficinas y casas de lujo empotradas en urbanizaciones privadas.
De la mano de un ejemplar de la revista National Geographic, Álvaro también descubrirá un montón de cosas sobre la importancia del arte africano en las vanguardias artísticas de principios del siglo XX, en pintores como Picasso y escritores como Breton o Tristan Tzara.
A caballo entre el presente de más rabiosa actualidad y el pasado más contradictorio, convulso y esperanzador; Pablo Martín Carbajal utiliza una estructura de narrativa de viajes clásica trufada de novela negra, con el robo de obras de arte africanas como McGuffin. Y aprovecha “Tal vez Dakar” para contar lo que realmente le interesa: las conexiones y relaciones entre África y Europa y las apasionantes y complicadas vidas de personalidades como Léopold Sédar Senghor o Aimé Cesaire, cabezas visibles del movimiento por la negritud que tanta importancia tuvo en la primera mitad del siglo XX.
Esta tarde vamos a tener la oportunidad de realizar un apasionante viaje, en el tiempo y en el espacio, de la mano de Pablo y Augustin. Un viaje enigmático y misterioso, también. Porque hablaremos de los djinn y su maléfico influjo. Que no todo es Teranga, música y buen rollo en Senegal, ¿verdad chicos?
El viernes 3 de febrero, las 20.30 horas, en el Centro de Exposiciones CAJAGRANADA Puerta Real, el festival Granada Noir presenta a Pablo Martín Carbajal, una de las voces más originales de la literatura canaria
Pablo Martín Carbajal, Augustin Ndour y Jesús Lens, director de Granada Noir, presentarán “Tal vez Dakar”, la obra más reciente del escritor canario
El acto cuenta con la colaboración de CAJAGRANADA Fundación y de librerías Agapea
El festival Granada Noir presenta en Granada al escritor canario Pablo Martín Carbajal, que hablará de su novela más reciente, “Tal vez Dakar”. Será el viernes 3 de febrero, a las 20.30 horas, en el Centro de Exposiciones de CAJAGRANADA en Puerta Real.
La conversación será conducida por Jesús Lens, director de Granada Noir, y contará con la participación de Augustin Ndour, destacado miembro de la comunidad senegalesa en Granada, quien hablará sobre las sensaciones que le ha producido la lectura de una novela que transcurre en su país de origen y sobre cómo ha reflejado el autor la sociedad senegalesa contemporánea.
“Tal vez Dakar” cuenta la historia de un joven empresario de las Islas Canarias que viaja a Senegal en una misión comercial organizada por la Cámara de Comercio, para sondear posibles inversiones en el país africano. El protagonista, curioso por naturaleza, no tarda en salirse de la agenda rigurosamente planificada por los organizadores del viaje, descubriendo una Dakar diferente a la de los hombres de negocios, echaquetados y encorbatados, que viajan en coches con los cristales tintados y apenas pisan la calle, desarrollando su vida entre oficinas y casas de lujo empotradas en urbanizaciones privadas.
Además, y de la mano de un ejemplar de la revista National Geographic, Álvaro irá descubriendo un montón de cosas que no sabía sobre la importancia que tuvo el arte africano en las vanguardias artísticas de principios del siglo XX, en pintores como Picasso y escritores como Breton o Tristan Tzara.
A partir de ahí, en una narración perfectamente equilibrada entre el presente de más rabiosa actualidad y un pasado entre convulso y esperanzador, “Tal vez Dakar” juega con diversos hilos narrativos, con voces polifónicas y con escenarios y paisajes muy diferentes.
Pablo Martín Carbajal utiliza una estructura de narrativa de viajes trufada de novela negra, con el robo de obras de arte africanas como McGuffin, para contar lo que realmente interesa al autor: las conexiones y relaciones entre África y Europa y las apasionantes y complicadas vidas de personalidades como Léopold Sédar Senghor o Aimé Cesaire, cabezas visibles del movimiento por la negritud que tanta importancia tuvo en la primera mitad del siglo XX.
El acto de presentación en Granada de Pablo Martín Carbajal está organizado por el Festival Granada Noir y cuenta con la colaboración de Librerías Agapea.
Pablo Martín Carbajal
“Nací el 23 de abril de 1969, el día del libro; coincidencia, casualidad, siempre he pensado que este hecho debería significar algo…
Me gusta escribir desde siempre, pero hasta los 30 años sólo lo hacía a golpe de inspiración. En la fiesta de fin de año a la que acudí el 31 de diciembre de 1999 me hablaron de un taller literario, casi como si fuera una promesa del nuevo siglo… Ese taller me cambió la vida…, empecé a leer en serio, y a escribir en serio”.
Más información sobre el autor, en su propia página web:
Granada Noir es un festival multidisciplinar de carácter popular dedicado al género negro y policíaco, puesto en marcha en 2015 por Gustavo Gómez y Jesús Lens y que cuenta con el patrocinio de Cervezas Alhambra y la colaboración de Diputación de Granada, CAJAGRANADA Fundación, Alianza Francesa de Granada, Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Granada, además de otras empresas, comercios y particulares.
GRN es un festival que promueve un variado maridaje de propuestas culturales de calidad contrastada; una cita de carácter abierta, creadora, innovadora, participativa y gratuita, que saca la cultura a la calle, a los barrios y a los pueblos y que, además, la lleva a bares, bibliotecas, clubes, cines y cafés.
Un festival cuyo programa está abierto a todas las artes y que permite maridar las disciplinas más diferentes, posibilitando el contacto y la relación directa entre autores, creadores, público y aficionados.
Información práctica:
Lugar: Centro de Exposiciones CajaGRANADA-Puerta Real Acera del Casino, 7. Granada Telf.: 958 227 791
Ahora que llega el Black Friday y a todos se nos va la olla comprando como dementes, ¿qué tal si te paras un momento y le echas un vistazo a esta idea?
Hace unas semanas, participé en un Crowdfunding literario y me gustó la experiencia. Ya os contaré en unos días qué tal resulta, cuando tenga los libros en mis manos y hablemos de ellos.
Porque, ahora mismo, estoy a punto de participar en otro. Uno muy especial. Teranga Go, que se describe como “Facilitando la movilidad a los migrantes”.
Detrás de este proyecto está Gustavo Gómez, el Codirector de Granada Noir. Eso ya os dará idea del nivel de confianza que me inspira. ¡A organizar un Festival me iba yo a apuntar, sin tener plenas garantías en mi socio, colega, amigo y alma mater!
A través de este enlace, tienes toda la información de un proyecto basado en las Redes Sociales como instrumento para que conecten personas que tienen/quieren viajar a África, compartiendo vehículo, gastos y tiempo.
Algunas de esas personas serán inmigrantes que quieran visitar sus hogares. Otras, viajeros poco convencionales que quieran conocer mundo de otra manera. El caso es que, como dicen Gustavo y Agustín, su socio en este proyecto, “Siempre acabamos llegando a donde nos esperan”.
Y no olvidemos la Teranga. Esa palabra que define a un país tan maravilloso como Senega. ¿Os acordáis de esto que escribimos sobre la Teranga, hace algunos años?
Pero la pregunta es: ¿por qué un Crowdfunding?
Porque poner en marcha un proyecto como éste, cuesta. Mucho. Un proyecto tan bonito, además de requerir ilusión, trabajo, esfuerzo y dedicación… cuesta dinero.
Parte de ese dinero ya lo han adelantado Gustavo y Agustín. Y de ilusión, trabajo, esfuerzo, empeño y dedicación; van sobrados. Pero hace falta más.
Y ahí es donde entramos personas como tú y como yo.
En la financiación popular del proyecto a cambio de una recompensa moral y espiritual, pero también material. Porque ser mecenas de Teranga Go tiene premio, además de reconocimiento: camisetas, agendas, carpetas e, incluso, un viaje a Senegal.
En cualquier caso y más allá de lo que yo te explique, a través de este enlace tienes toda la información. Y estate tranquilo, que Verkami es la plataforma de Crowdfunding más y mejor reconocida a nivel internacional. Seriedad garantizada.
Termino estas líneas, además de animándote a participar, dejándote las palabras de los propios Gustavo y Agustín. Que ver y escuchar a las personas aumenta el nivel de confianza.
Suena el teléfono. Una amiga. Que se casa. Y me invita a su boda. En Dakar. Ríe. Está contenta. Siempre está contenta. Su futuro marido se llama Bemba y es buena gente, me dice ella. Que la tienda lleva unos días cerrada. Pero que pronto volverá a abrir.
No me da tiempo a organizarme para llegar a la boda.
Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.”
Fernando Pessoa.
¿Por qué otra vez África, siempre África; África de nuevo?
Efectivamente, cuesta trabajo explicarlo.
Decía Álvaro, mientras cenábamos en nuestro restaurante favorito de Dakar, el libanés Farid (aunque el cabrón del Jefe Daniels no nos dejaba tomar más mojitos de la cuenta y era la excepción que confirma la regla de la Teranga) que, a la vuelta, no sabría cómo definir el viaje cuando hablara con sus compañeros de desayuno. Que no lo entenderían.
Hace unos años, estando en el Malí, me dio uno de esos voluntos místicos que me asaltan de vez en cuando y me perdí por las dunas del desierto para acabar escribiendo unas notas que después se convirtieron en este artículo: “África, ¿el fracaso de la humanidad?”
En esta ocasión, y partiendo de las palabras de Pessoa, he mirado más hacia dentro que hacia fuera. Quizá porque como venimos repitiendo a lo largo de este 2010, cuando se cumplen los cuarenta se tiende a hacer balance y recuento vital.
Cuando viajas al África negra y profunda te distancias de la blanca y rica Europa, dejando atrás las comodidades del hogar y la seguridad de una sociedad del bienestar que, criticada y vilipendiada, es la gran conquista de las generaciones que nos precedieron. Pero estos viajes, además, te posibilitan el alejarte y disociarte de ti mismo, del tú que eres en casa, pudiendo observarte y verte en perspectiva.
Cuando viajas a África no hay grandes museos que visitar ni una fastuosa arquitectura con la que deleitarse. La gastronomía es una cuestión de mera supervivencia y, salvo que vayas a los grandes paraísos naturales de Kenya, Sudáfrica o Tanzania, a los majestuosos parques nacionales de algunos países, los paisajes tampoco son especialmente arrebatadores.
Entonces, ¿por qué ir a África? Y, una vez ido, ¿por qué y para qué volver?
Pues porque África te permite redescubrir la persona que, en España, no sueles ser. Porque en África todo se relativiza. Porque la Teranga te reconcilia con lo mejor del ser humano, por supuesto. Pero es que, además, te transforma. En África, eres otro. Eres distinto. Eres diferente. África te cambia, te trastorna. Te transforma.
Cada vez que he estado en África, he sufrido algún tipo de mutación. Es como si su sol me hiciera mudar de piel. Como si, estando allí, me hicieran una transfusión de sangre nueva. En los últimos nueve años he estado 2 veces en Malí, 2 en Senegal, 1 en Etiopía, 1 en Tanzania y 1 en Burkina Faso. Y cada vez ha sido única, diferente e irrepetible.
A estas alturas ya he renunciado a saber el porqué, pero siempre que estoy allí, soy feliz. Sin necesidad de hacer nada especial. Sólo estando. Y mira que África es incómoda, sucia, desapacible… Pero es. Y cada vez es más difícil estar en sitios que son.
Europa, fría, liofilizada, esterilizada… cada vez es más un No Lugar en sí misma. Marc Augé acuñó dicho concepto, el «no-lugar», para referirse a los lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser considerados como «lugares». Ejemplos de un no-lugar serían una autopista, una habitación de hotel, un aeropuerto o un supermercado, como leemos en la Wikipedia.
Cuando estoy en África, siento que estoy en lugares vivos, auténticos, palpitantes y rebosantes de vida. En mitad del caos y el bullicio de las calles de sus complejas y contradictorias capitales, durante un concierto improvisado con unos cubos en un pueblo remoto del Senegal, navegando en pinaza por el Níger, caminando por el Kilimanjaro o el cañón de las montañas Simien, asomado al lago Awasa etíope, escuchando a los percusionistas de Bobo Dilasso o entrando en una biblioteca de Tombuctú… momentos que te hacen sentir vivo, que te hacen sentir de verdad.
Vale. Éstos son los momentos transitorios. Y, como decía en el referido artículo anteriormente señalado sobre el posible fracaso de la humanidad, seguramente los disfrutamos al 100% porque sabemos que, más pronto o más tarde volveremos a casa, a la seguridad de nuestra civilizada Europa. Y, sin embargo, en mí dejan una huella mucho más profunda que otras experiencias patrias que deberían resultarme excitantes y apasionantes.
Dejan huella, sobre todo, por la extraordinaria importancia del factor humano. La teranga senegalesa, esa calidez, esa hospitalidad de que hablábamos es extensiva a otros pueblos de África. Malí es el país de las sonrisas, por ejemplo. El más frío, quizá porque sus habitantes ya estén demasiado acostumbrados al turismo, es Tanzania. Pero la caminata por las Simien nunca hubiera sido igual sin Yndal. Y el País Dogón jamás habría sido el mismo sin Alain o Watt.
A África se viaja por sus gentes. Por su calor. Por su cariño, su alegría y su contagiosa felicidad. Porque, siendo los más pobres, son los más vitalistas y los más irredentos optimistas. Ojo. Siendo críticos, también. Pero de eso ya hablamos en otra ocasión.
Ahora dejo la letra de una canción que ha estado sonando mientras escribía todo esto y que se llama, precisamente, “Vuelvo al sur”. Aunque es de Mercedes Sosa, yo la vengo escuchando en la versión de Gotan Project.