Es inevitable, cuando termina el año, hacer balance y reflexión. Es cierto que, con las prisas de última hora, el cierre del ejercicio, la organización de la cena en el alojamiento rural, la búsqueda de las uvas o el desproporcionado precio de las cigalas; corremos el riesgo de no tener tiempo para nada. Y mucho menos para echar la vista atrás.
Termina un 2016 bronco y áspero, por mucho que la crisis parezca apuntar a su ¿final?. Al menos, eso dicen las cifras oficiales. Y el escenario macro. Y los índices. En la calle, sin embargo, no se percibe con tanta nitidez. Además, la bronca política, la repetición de las elecciones, las tormentas postelectorales y las rebatiñas internas en los diferentes partidos no contribuyen a suavizar las cosas, precisamente.
Este año, por ejemplo, hasta las voluntariosas listas con lo mejor del año se veían salpicadas de acritud, desprecio y mala baba. Tanto que, con lo que me gustan, me he abstenido de hacer las mías: que algo tan bonito como recordar buenos libros, discos, películas, carreras o conciertos se acabe convirtiendo en una riña de gatos o en una pelea de gallos, desplumados la mayor parte de ellos, es muy triste.
Ojalá que el 2017 traiga un poco de más sosiego, calma y tiempo para la reflexión y la confrontación de ideas basadas en sólidos argumentos, datos contrastados y cifras incuestionables.
Cifras como las que nos dicen que, en el mundo, las cosas van mejor. Es cierto que el terrorismo islamista, la guerra de Siria y las crisis de refugiados nos hacen pensar que, por ahí fuera, todo es un infierno. Sin embargo, bajan los índices globales de pobreza extrema y mortalidad infantil. Y suben los de escolarización, educación y lectura.
¿Y en Granada? Destacaría dos aspectos fundamentales. Por un lado, las masivas movilizaciones ciudadanas, que parecen estar arrancando a nuestra tierra de su proverbial indolencia e inmovilismo. Y, por otra parte, el cambio en el ayuntamiento de la capital. No está siendo fácil para Paco Cuenca gobernar en minoría, pero poco a poco le va cambiando el paso a la administración y a la gestión diaria de la ciudad, dándole un aire distinto, que ya hacía falta.
¿Y de los propósitos para el 2017? De esos, hablamos la semana que viene, con la Toma en el horizonte. ¡Feliz entrada de año!
Jesús Lens