LA MEMORIA ENTERRADA

La columna de hoy viernes de IDEAL, en que tocamos un tema obligatorio y necesario, claro, al hilo de nuestro último viaje.Fue sin querer. Había ido a visitar el Museo de la Nación, pero su colección permanente estaba cerrada por obras. Sí se podía visitar, sin embargo, una exposición temporal de fotografía. Me encontraba en Lima y su caótico tráfico había hecho que tardara una hora en llegar al museo así que decidí amortizar la excursión y visitar la referida exposición. Dos horas después, aplastado por el peso de la realidad, firmaba en un libro de visitas repleto de citas y palabras emocionadas de perdón, esperanza y reconciliación. La exposición estaba organizada por la Comisión de la Verdad, creada el 30 de noviembre del año 2000 para investigar el conflicto armado que, entre 1980 y el propio año 2000, dejó en el Perú más de 69.000 muertos. (Más info de la exposición, AQUÍ)

Las fotografías muestran, con toda su crudeza, la documentación gráfica de un conflicto desatado por el terrorismo de Sendero Luminoso y contrarrestado por el terrorismo de estado que se organizó y ejecutó desde los despachos más señeros de los ministerios peruanos. Fotografías, documentales y testimonios sonoros siguen el rastro a miles de muertos, ejecutados y desaparecidos, por uno y otro lado.

En los taxis, en los bares, con la gente normal y corriente, se puede hablar de todo ello. Con pena y tristeza, pero con naturalidad. Abimael Guzmán y el resto de capitostes senderistas están encarcelados. Fujimori, Montesinos y otros ex-dirigentes del gobierno peruano, también.

Ampliar la imagen, pinchando, para leer el texto y poner en relación con España...
Ampliar la imagen, pinchando, para leer el texto y poner en relación con España...

Qué contraste con lo que pasa en esta España nuestra, tan dada a practicar la táctica del avestruz, a mirar hacia otro lado, a enterrar bajo toneladas de tierra y olvido los recuerdos más oprobiosos de nuestra historia. España, faro y luz de la justicia universal, en la que todos aplaudíamos alborozados el coraje y la decisión de parte de nuestra judicatura, empeñada en desentrañar los crímenes de lesa humanidad, con independencia de fronteras espacio-temporales.

Y aquí estamos, enfangados nuevamente en un ambiente guerracivilista por no haber hecho las cosas bien. Ni entonces ni ahora. ¿Leyes de Amnistía y Punto Final? ¿Por qué? ¿Para quién? ¿Por qué no valían en otros países y sí en la moderna, desarrollada, comunitaria, reconciliada y pacífica España del siglo XXI?

¿Final de partida?
¿Final de partida?

Siempre haciendo la esquiva, sacudiéndonos los problemas de encima, se nos llena la boca hablando de tolerancia, dignidad y solidaridad. Pero lejos. Y de lejos. A nosotros, que no nos salpique. Ni nos afecte. ¿»Color y Café» en Granada? Claro que sí. Pero en el extrarradio. El Polígamo del Más Allá, lo más cerca. Y lo peor de todo es que el señor alcalde, viendo una posible sangría de votos, termina por darles la razón a unos vecinos que, con más de cuatro millones de parados e inmersos en la peor crisis económica de nuestra historia, cortan las calles para manifestarse en contra de un centro de atención a los pobres. Para pobre, esta España nuestra, sin rumbo, credibilidad ni sentido. Del común, ni del decoro. Ni de la vergüenza.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

EL VALOR DE LA LITERATURA

En la columna de hoy viernes en IDEAL defendemos que la vida y los libros pueden ir de la mano. Y que la literatura puede venir revestida de grandes dosis de valor… a ver qué pensáis.Hay muchas veces en que los columnistas de opinión estamos obligados a posicionarnos acerca de según qué temas. Aunque sea difícil decir nada original. Aunque exista una unanimidad ensordecedora. Por ejemplo, cuando te plantas frente a un quiosco de prensa y lees los titulares de todos los periódicos, una vez levantado el secreto de sumario del caso Gürtel. Pobre Arenas. Nunca lo tuvo tan cerca y, sin embargo, visto la que han montado sus compadres allá donde han gobernado, no le resultará fácil descabalgar al PSOE de su cansina mayoría andaluza.

Y, de entre todos los temas que nos atañen a los españoles, hay uno, el del terrorismo etarra, que siempre está ahí. Latente. Emboscado. Un tema espinoso y complejo en el que, para unos pocos, los etarras son miembros de un inverosímil brazo armado del Movimiento de Liberación Vasco mientras que para otros, cada vez más, afortunadamente, no es sino una banda de mafiosos que llevan toda la vida sin pegar un palo al agua, viviendo del cuento nacionalista para no tener que trabajar honradamente, como cualquier hijo de vecino.

Pero escribir ETA da miedo. Mucho miedo. Por eso, encontrar libros como «El zulo de los elegidos» te reconcilia con el valor de la mejor literatura. Valor, en un doble sentido. Valiosa. Porque Manuel Villar es un escritor de raza, dotado de una prosa poderosa, rica, sugestiva y evocadora.

Y valerosa. Porque en «El zulo de los elegidos», el escritor soriano afincado en Granada desde hace muchos años, nos cuenta la historia de un secuestro protagonizado por ETA, desde el punto de vista del secuestrado, encerrado en un diminuto zulo en el que Santitos Rivera tendrá que acostumbrarse a sobrevivir. Y, en la medida de lo posible, a vivir.

Impresiona la frase del Nóbel J.K. Coetzee: «Los terroristas están dispuestos a matar todos los días y, si siguen viviendo en sociedad, es con la sola idea de destruirla». Brutal. Demoledora. Clarividente. Y emocionan las palabras de Manolo, cuando dice que, aún partiendo de hechos imaginarios, lo que cuenta «también son hechos reales, de un secuestro colectivo que han sufrido muchos españoles, y nadie, por tanto, debería sentirse excluido de lo que aquí se cuenta. A todos, culpables e inocentes, dedico la novela con la esperanza de que esta tragedia brutal, enfermiza y sinsentido finalice».

Hoy tenemos que felicitarnos por encontrar novelas de tanto valor como «El zulo de los elegidos» en medio de la inanidad de un mercado editorial tantas veces clónico, adocenado, conservador, timorato y aburrido. Es un orgullo contar con escritores como Manuel Villar, cuyo saber enciclopédico y su curiosidad sin límites lo mismo nos permiten descubrir un África ignota y misteriosa que adentrarnos en tórridas historias de amor, fascinación y destrucción o, como en este caso, nos ayudan a comprender una de las grandes tragedias de nuestro tiempo.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

YUYANAPAQ. PARA RECORDAR

Mientras intento recuperar el aliento, recién llegado a Cuzco, haciéndome a sus infernales 3.500 metros de altitud y antes de echarme a disfrutar de las calles de una ciudad que, por lo poco que he visto, sé que me va a encantar, permitidme una licencia en forma de un artículo seguramente incómodo, pero no por ello menos necesario. El caso era que, tras en infructuoso intento de ver el Museo del Arte de Lima, en restauración, me planté en el Museo de La Nación y, para mi indignación y bochorno… también estaba cerrado. Por reformas. Pero antes de maldecir como un condenado, me señalaron que había un par de exposiciones temporales que podía visitar, en la cuarta y en la sexta planta, respectivamente.

La de planta cuarta era interesante, sobre el toro y la mitología del mismo en la cultura peruana, que lo introdujo en su mística tras quedar impresionados por el astado animal, traído por los españoles en sus barcos que, a veces, eran como el Arca de Noé. Pero la auténtica conmoción llegó en la planta seis. «Yuyanapaq». ¿Qué sería aquello? ¿Momias incas? ¿Textiles? ¿Un personaje histórico? Cuando salí del ascensor, un ordenanza me entregó el folleto que tengo entre las manos y que se titula, sencillamente, «Yuyanapaq. Para recordar. 1980-2000», y que no incluye la leyenda que podéis ver ahí abajo, en la foto.

Las fotografías, sin embargo, eran inequívocas: un espectacular recorrido por 20 años de guerra civil en el Perú, que provocó 70.000 muertes y que desangró al país, sumiéndolo en una oscuridad y un caos sin precedentes en la historia.

Junto a las imágenes, los paneles con la información. Y con las conclusiones de la Defensora del Pueblo o del Presidente para la Comisión de la Verdad y Reconciliación. «Un pueblo sin memoria es un pueblo sin destino. Un país que resuelva cerrar los ojos ante las tragedias de la guerra, el crimen inhumano, la desparición de personas, la violencia contra las mujeres, el asesinato aleve y nocturno, la matanza de inocentes, será finalmente una sociedad incapaz de mirarse a sí misma y, por lo tanto, proclive a repetir las causas y los efectos de la violencia, la discriminación y la muerte.» (Beatriz Merino Lucero)

«Toda comunidad que sale de una historia de violencia enfrenta, entre varios dilemas, uno que es ineludible y radical: recordar u olvidar. El Perú, al constituir una Comisión de la Verdad y Reconciliación, tomó partido por la memoria. Optar por el recuerdo es al mismo tiempo, escoger la verdad. Es una elección moral que implica valentía y madurez». Salomón Lerner Febres.

Os dejo fotos de esa exposición. Algunas son mías (las peores). Otras, de Internet.

Al final de la exposición, había una sala en que se podían escuchar los testimonios de familiares de personas muertas y desaparecidas durante el conflicto. Un enorme ventanal de abría al extrarradio de Lima. A los cerros en que la inmigración del campo a la ciudad se ha ido arracimando sin orden ni concierto. Unos cerros en los que, para entender la dimensión de lo que hablamos, ha sido necesario que instituciones metropolitanas construyan escaleras que permitan subir y bajar los cerros a los vecinos, sin que tengan peligro de muerte en su travesía. Todos los ciudadanos lo han considerado un notable avance y una ayuda de trascendental importancia. Escaleras normales y corrientes. Escalones. Ya está. Tallados en la piedra. Escaleras amarillas que comunican el valle con las montañas aledañas a Lima.

Al finalizar la exposición, tras más de dos horas de ver las fotos y leer todos y cada uno de los Paneles, dejé una frase en el libro de visitas de la Exposición: «Enhorabuena por esta imprescindible recuperación de la Memoria colectiva. Pero no descuidemos ni olvidemos el futuro. Miremos por la ventana. La pobreza genera violencia.»

Jesús Lens, deseándoles a todos ustedes un feliz domingo.

DA MIEDO

Mucho miedo. ¿Aburrido de la monotonía de los viajes en avión? Dale valor añadido al precio del billete por la sencilla vía de provocar el pánico en tu compañero de asiento.

 

Y para ello, desde El Silencio del Espacio nos llega el siguiente protocolo de actuación:

 

1. Sacar el portátil

 

2. Abrirlo lentamente

 

3. Encenderlo

 

4. Asegurarse de que el pasajero está mirando

 

5. Abrir INTERNET EXPLORER

 

6. Cerrar los ojos brevemente, abrirlos y mirar al cielo por la ventanilla, con gesto grave y adusto

 

7. Inspirar profundamente y pinchar ESTE enlace.

 

8. Mirar la cara del susodicho vecino de asiento, que debería estar más lívido que el de los pasajeros del vuelo 815 de la Oceanic, instantes antes de partirse en dos al principio de «Perdidos».

 

Jesús Lens, molestón.

NO SON SEPARATISTAS. SON TERRORISTAS

Desde «Periodismo al pil pil» copiamos este texto, instando a los grandes periódicos del mundo a llamar a las cosas por su nombre y a ETA, terroristas. Ayudad a que es clamor llegue lo más lejos posible: ¡NO SON SEPARATISTAS. SON TERRORISTAS! Reenvía, copia y pega, replica, comenta… lo que sea. Pero que el mensajo llegue, alto y claro, lo más lejos posible:

ETA. «No son separatistas, son terroristas»

Grandes periódicos que admiramos y que han servido a lo largo de los años como bastiones de la democracia y garantes de los derechos humanos como The New York Times o Le Monde califican a ETA como «grupo separatista vasco».

Basta ya.

ETA y sus miembros y quienes los amparan no son separatistas, son terroristas.

Que el peso de la Ley de un país democrático como España caiga sobre ellos.

El propio Gobierno de Estados Unidos considera a ETA como una organización terrorista.

Toda ayuda en esta causa, empezando por diarios como The New York Times o Le Monde siempre será de agradecer.

Animamos a los periodistas y responsables de estos dos formidables periódicos que ayuden al pueblo español a luchar contra los terroristas de ETA.

Muchas gracias
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ETA. They are are not separatists, they are terrorists.

Large newspapers that we admire and have served through the years as guardians of democracy and human rights, like The New York Times or Le Monde, refer to ETA as a «Basque seperatist group».
This must stop.
ETA, its members and those who support them are not separatists, they are terrorists.
They must face the full weight of the law of a democratic country like Spain.
The United States Government considers ETA a terrorist organization.
All help in this cause, beginning with dailies such as the New York Times or Le Monde will be greatly appreciated.
We encourage all journalists and editors of both of these respected newspapers to help the spanish people fight against the ETA terrorists.

Traducción: I. Dobarganes. Muchas gracias, Ivette. Siempre.
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ETA.»Ce ne sont pas des séparatistes mais des terroristes»

De grands quotidiens que nous admirons et qui ont servi tout au long des années
comme bastions de la démocratie et garants des Droits Humains, comme The New
York Time
s ou Le Monde, désignent ETA comme «groupe séparatiste basque».

ETA, ses membres et tous ceux qui les aident ne sont pas des separatistes, ce sont des terroristes.

Que toute la rigueur de la Loi, d´un pays démocratique comme l´Espagne, retombe
sur eux.

Le Gouvernement des Etats Unis, lui même, considére ETA une organisation terroriste.

Nous serions très reconnaissants pour toute aide qui puisse nous être offerte, à commencer
par celle des quotidiens de la catégorie de The New York Times ou Le Monde.

Nous encourageons les journalistes et responsables de ces deux grands quotidiens, à
aider le peuple espagnol à lutter contre les terroristes de l´ETA.

Traducción:E. Meneses. Muchas gracias, Enrique. Siempre.
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