Es una de las grandes películas policíacas de los últimos tiempos. Sí. ‘The Batman’. La de Matt Reeves que ahora mismo está en pantalla. Es un Noir descomunal, un procedural de ley, con el detective enmascarado todo el tiempo detrás del villano de la función. En todos los sentidos de la expresión.
Se ha repetido hasta la saciedad: hay mucho de ‘Seven’ y ‘Zodiac’ en esta nueva película de Batman. Por estética, que llueve mucho y hay mucha oscuridad en pantalla; y por temática, cuando empiezan a aparecer cadáveres con enigmáticos mensajes dirigidos al protagonista.
Enigma, el magnífico villano principal interpretado por un inquietante Paul Dano, también es muy de ‘Seven’, incluyendo el momentazo en la cafetería que homenajea explícitamente a mi cuadro favorito de todos los tiempos, ‘Nighthawks’, de Edward Hopper. Para ciertos hipercríticos, la influencia de Fincher le resta valor a la película. Para mí, la engrandece. Qué pereza, la búsqueda constante de la originalidad a toda costa. Qué cansancio.
¿Les pesará a los críticos sensibles, también, la estética de cualquier paisaje industrial visto antes en pantalla? Porque de eso hay mucho en ‘The Batman’, que convierte a Gotham en una ciudad tétrica y amenazadora, sin atisbo alguno del preciosismo art déco de la arquitectura de Chicago que se dejaba traslucir en la trilogía de Nolan.
¿Algo que decir de la banda sonora, con el temazo de Nirvana? Tampoco eran la alegría de la huerta, los tres chavales de Seattle. Lo digo por ese protagonista atormentado, un efectivo, oportuno y extraordinario Robert Pattinson, más hecho pedazos que nunca con su estética Emo a cuestas. De hecho, en ‘The Batman’, la dicotomía entre el festivo y millonario Bruce Wayne y el oscuro justiciero enmascarado apenas existe: el sufriente hombre de negro gana por goleada.
Como son tres horas de película —y eso que han cortado los cinco minutos de tensa charla de Batman con un perturbador Joker, al estilo de la hipnótica conversación entre Clarice Starling y Hannibal el Caníbal— hay secundarios para dar y regalar. El Pingüino, por ejemplo, interpretado por un irreconocible Colin Farrell. Al menos en la versión doblada, que su rasposa voz original es inconfundible (véase la serie ‘La sangre helada’, por ejemplo). Y Catwoman, arrebatadora, con una Zoë Kravitz que se come a Batman en cada plano compartido. Sin embargo, me gusta menos el personaje del mafioso interpretado por John Turturro: muy clásico y convencional incluso para mí. Y muy bien Alfred-Serkis, que no hay quien le identifique así, al natural.
¿Es demasiado larga, ‘The Batman’? Pues depende. La parte ONG que nos recuerda al Katrina y nos alerta sobre el cambio climático o la resiliencia pospandémica (al menos, así lo entendí yo) puede encontrar ya cansado al espectador. Pero entonces, que no alardee de maratones de series en casa, de sofá y mantita: como en el cine, embebidos en la gran pantalla y sentados en nuestros cómodos asientos, en ningún sitio.
Iba a hablarles de añejuras. De mis primeras lecturas de Batman: Año Uno, Dark Knight, La broma asesina y Arkham asylum. Pero en un podcast que grabamos Miguel Ángel, Óscar y yo en ESCO y que pronto estará editado y publicado, salieron a relucir cómics como ‘El largo Halloween’ o ‘Batman: Ego’ que no he leído… y ya he comprado en Picasso. Prefiero no darles la turra con mis batallitas de antaño y dejo de escribir para ponerme a leer tebeos. En realidad, todo es parte del mismo proceso.
Así podemos retomar la cuestión de ‘The Batman’ más adelante. Hablamos del universo expandido que promete esta película, de la vuelta del Joker e incluso del proyecto cancelado de Darren Aronofsky para rodar el mítico ‘Batman: Año Uno’ con guion del mismísimo Frank Miller, otra de esas grandes películas jamás filmada.
Jesús Lens