Liberar tiempo

¿Están ustedes al cabo de la calle de la supuesta rebelión de un sector del PSOE andaluz, que quiere liberarse de la disciplina de Ferraz para ir a su aire, como el PSC?

No tengo ni idea de qué hay de cierto, interesado, fingido o globo sonda en ello, pero me ha resultado muy interesante la respuesta que llega desde la Presidencia de Gobierno de Sánchez: no tiene importancia, es una maniobra de personas con mucho tiempo libre.

¡Qué mala fama tiene el tiempo libre, con lo importante que es! En el colegio, tiempo libre era sinónimo de tiempo perdido y en los viajes organizados se equipara a hacer compras, ir al baño o tomar un refresco, un descanso entre las visitas más importantes.

Para mí, sin embargo, el tiempo libre es un artículo de lujo, el que más trabajo -y, paradójicamente, el que más tiempo- me cuesta ganar. De hecho, el tiempo libre debería marcar el auténtico status de las personas: la lista de las personas más ricas no debería basarse en los miles de millones que atesoran en sus cuentas corrientes o en la solidez de sus fondos de inversión, sino en torno al porcentaje de tiempo auténticamente libre del que disponen cada día.

El tiempo libre, como lujo buen asiático, resulta imprescindible para las personas y las organizaciones que quieran ser innovadoras, rompedoras, creativas y vanguardistas. La falta de tiempo hace que prime lo urgente frente a lo importante y nos condena a ser aburridos y rutinarios, cansinos y repetitivos.

Cuando no hay tiempo que perder, se sale de los atolladeros, se cumple el guion previsto y se sigue adelante, contra viento y marea en muchos casos. Sin embargo, para cambiar las cosas, para establecer nuevas estrategias, para diseñar un nuevo futuro… hay que perder mucho tiempo.

Hay que mirar por la ventana y ver qué hay fuera. Hay que levantar el culo de la silla y salir a la calle. Irse. Caminar y patear. Oler y escuchar. Hay que leer, reflexionar, pensar y analizar. Hay que juntarse con la gente, verse más. Hay que hablar, discutir y debatir. Hay que orearse y respirar.

Ojito. Si tienen tiempo libre, los rebeldes del PSOE andaluz podrían dar muchas sorpresas.

Jesús Lens

El vacío temporal o la espontaneidad del tiempo libre

Mis Estimados, comienza un fin de semana que, felizmente, promete la nada, el vacío, la sin acción y la total, radical y absoluta congelación de actividades, citas, compromisos, reuniones, quedadas, etc.

Si recopilo, el lunes, tras 26 días fuera de casa, volví al tajo, borracho de jet lag. Tanto que, aún hoy, cuando me desperté, no sabía si estaba en Granada, en Senegal o en Argentina, si me tenía que poner unas botas para caminar por la montaña o unos zapatos para ir al trabajo, si tenía que presentar un libro en Gijón o si tenía resaca musical por algún concierto, si fuera de la cama estábamos a 38 grados o a -5.

Porque antes del viaje pudimos disfrutar de la Semana Negra, tan intensa (o más) que siempre y, los fines de semana anteriores, del Jazz en la Costa tropical granadina y del fastuoso Etnosur de Alcalá la Real. Sin olvidar que, ya a comienzos de julio, era presa del abotargamiento y otro jet lag provocado por la escapada a Senegal y la maravillosa pero igualmente intensa presencia entre nosotros de Somaly Mam.

En total, dos meses sin parar, con alguna escapada a Madrid incluida.

Excesivo.

Pero necesario.

Cuando la oferta cultural es tan potente, hay que aprovechar. Por si llegan las vacas flacas. Que llegarán.

Pero eso no quita para que la perspectiva de este viernes por la tarde, sábado y domingo SIN ABSOLUTAMENTE NADA QUE HACER me resulten lo más parecido al paraíso que imaginarme pueda.

En principio, me iba a Carchuna. Pero, al final, no va a ser.

Terminaré saliendo a correr, yendo al cine o tomando una caña. O no. Pero lo importante, lo relajante y absolutamente estimulante, es NO TENER QUE HACERLO. Vamos, que hoy, mi cuadro favorito es éste:

"Cuadrado blanco sobre fondo blanco", de Malevich

Porque, aunque soy un firme defensor del movimiento perpetuo y la acción sin tregua, del teléfono que echa chispas y la bandeja de entrada repleta de mensajes; a veces, admiro, deseo y envidio el ser momia. Que ya conocéis mi teoría de los Calcetines Rojos

Hoy, lo soy.

Jesús momificado Lens